¿Qué pecado ha cometido Santiago Abascal para que se le prohíba manifestarse en Ceuta? ¿Por qué se suma el PP a tamaña arbitrariedad? ¿Es normal indultar a unos individuos que intentaron dar un golpe de estado, a la vez que se acusa a Vox de provocadores e incitadores del odio? Porque si de racismo hablamos, aquí los racistas son los separatistas, que tratan a quienes nos consideramos españoles en Cataluña poco menos que como a perros; racistas son los marroquíes que intentaron agredir a Abascal en Ceuta, que boicotearon su presencia, que nos invaden sin que existan consecuencias; racistas serán los comunistas que agredieron a Vox en Vallecas durante la campaña pasada, los que intentan destrozar los puestos de propaganda que el partido de Santiago instala en los pueblos de mi patria chica. ¿Quién es aquí racista, quien es el que provoca, quien el enemigo de la democracia, un partido que defiende la Constitución y la legalidad por encima de todo o el Frente Popular de Visa Oro y chalé de lujo, que lo único que pretende es cargársela impunemente?
Lo peor es que el PP se suma a esa banda sin que se entienda muy bien el motivo. Debe Casado reflexionar un minuto y ver que ni Vox es su enemigo ni la estrategia del PP pasa por seguir el surco que imponen los Soros y los Bildelberg de turno, ni mucho menos contribuir a la demonización de la tercera fuerza política de España. Pablo Casado ha de saber leer lo que pasó en Madrid, y que no es otra cosa que si Ayuso casi consigue la mayoría absoluta ella solita no fue por ser una chica calladita, obediente y modosa. Se pasó por la Puerta de Alcalá lo políticamente correcto porque un político ha de estar al lado de lo correcto socialmente. Y se mezcló con la gente, la escuchó, la apoyó, les habló en román paladino que, como dijo el clásico, es el que suele el pueblo hablar con su vecino. Al votante popular le gusta saber qué está comprando, si un partido con gente como Ayuso y Almeida o una formación que, de tan seria y tan responsable que es, acaba formando parte del decorado del social comunismo.
A Vox no es que no se le pase ni una, es que está condenado de entrada por el mero hecho de existir y eso me parece una barbaridad democrática descomunal
Entiendo que los estrategas de salón tengan miedo a que Abascal, que habla clarito, clarito, pueda quitarles votos, pero eso es una estupidez como una catedral. Porque, mientras las encuestas no digan lo contrario, ambas formaciones se complementan, interaccionan entre ellas y tienen el mismo objetivo, sanear España, devolverla al orden constitucional, mantener la igualdad entre todos los ciudadanos vivamos donde vivamos, en fin, lo serio. Que luego uno pueda mantener una postura u otra ante el aborto, la familia, el matrimonio entre personas del mismo género u otros temas de vida privada no debería ser obstáculo para que apoyasen el derecho de Vox a manifestarse. Y no debería serlo porque en Ceuta es la primera formación en número de votos, porque lo que Abascal defiende son las fronteras seguras y la inmigración reglada. ¿O es que en el PP están por otra cosa? Además, es del género lírico enemistarte con quien vas a tener que entenderte quieras o no y, más grave todavía, con quien ya estás gobernando, verbigracia, en Andalucía.
A Vox no es que no se le pase ni una, es que está condenado de entrada por el mero hecho de existir y eso me parece una barbaridad democrática descomunal. Convivimos con Bildu etarras, con separatas, con comunistas que estarían encantados de cortarle la cabeza al rey – ellos mismos lo dicen en sus tuits -, con esposas de presidente que se saltan escalafones académicos, maletas de Delcy, aviones fantasma y ahora resultará que el problema y el pirómano es Vox. Harían bien los populares en tirar de hemeroteca y ver lo que ha supuesto para ellos en Cataluña el Pacto del Tinell en el que socialistas, comunistas y separatistas – siempre los mismos – decidieron crear “un cordón sanitario” frente al PP. Lo mismo que ahora hacen con Vox, pero nadie espera otra cosa de semejantes sectarios. Lo que sería una pésima noticia para todos es que el PP se apuntase, siquiera por bienquedismo, a esa moda. Santiago tiene todo el derecho del mundo a hacer un mitin en Ceuta, como en cualquier otro lugar de España. Los que no tienen derecho son los provocadores, los de la piedra y el palo, los golpistas, los vitoreadores de asesinos.
Cuidado. Las libertades que hoy recortan a tu vecino mañana te las pueden recortar a ti. De momento, tendremos indulto para quienes delinquieron y juran que lo volverán a hacer, pero lo grave es que Abascal vaya a Ceuta a dar apoyo a los habitantes de esa ciudad. Así están las cosas.