Opinión

No se podía saber

Tanto en los mercados como en los gobiernos la mayoría sigue esperando que la cosa mejore, lo cual está muy bien pero su responsabilidad es estar preparados para lo peor

La paradoja de una posible crisis en la Eurozona por el alza de la prima de riesgo es que, diez años después, Mario Draghi va a vivir, como primer ministro italiano, las consecuencias de lo que decidió cuando estaba en BCE: financiar gratis a los países, sin exigir ajustes ni reformas, comprando su deuda hasta hacerlos dependientes. ¿No se podía saber que iba a ocurrir algo así? ¿de verdad se esperaba que emitir sin freno nunca iba a tener consecuencias? Al final mucho de lo que acontece sabíamos que iba a acabar pasando y sabemos que pasará, lo que ocurre es que aún desconocemos cuándo. Recuerdo cuando todos estábamos seguros de que, de forma sutil o brusca, acabaría estallando la burbuja inmobiliaria de comienzos de este siglo. Como tal cosa no ocurrió en 2003, ni en 2004, ni en 2005… pues al final lo asumíamos e incluso alguno se cansó de esperar y se acabó comprando la vivienda en lo más caro. Que iba a pasar estaba claro.

Llaman mucho la atención los desplomes en la cotización de muchos valores pero recordemos los excesos que se han visto, mucho más sorprendentes

Pasa lo mismo con la tormenta de este año en los mercados. Tras ese 1.200% que se ha revalorizado el Nasdaq, por poner el índice bursátil más especulativo, desde los mínimos de 2009 en paralelo a una política cada vez más agresiva de la Reserva Federal, acelerada en 2020 por la pandemia, ¿de verdad no se podía saber que el fin de esa misma política ultra expansiva, la subida de los tipos de interés y el anuncio de la retirada de la liquidez del sistema, no tendrían consecuencias? Claro, pero años y años acostumbrados a que, tras cada corrección, se volvían a ver máximos (el famoso buy the dip), al final ha acabado sorprendiendo. Para determinar que un activo está burbujeado no basta con ver un precio mucho más alto de lo que la lógica determina que debe estar, también debe estallar y valorarse con perspectiva temporal. Vamos, que sólo podemos estar seguros “a toro pasado”. En cualquier caso, tras tan estratosférica subida, que las correcciones sean notables tampoco debería ser una sorpresa. Llaman mucho la atención los desplomes en la cotización de muchos valores pero recordemos los excesos que se han visto, mucho más sorprendentes.

Que las bolsas estadounidenses bajen debe ser considerado normal; que aún coticen por encima de los niveles prepandemia (no así las europeas), cuando la economía era más fuerte, había menos problemas geopolíticos, y no tenían a la Fed retirando liquidez y encareciendo la que hay, demuestra que la corrección no es tan abrupta como puede parecer. Lo mismo podemos decir de la renta fija, tras ver durante años cómo se convertía en normal algo tan raro como que se paguen intereses por adquirir las deudas de otros, ¿qué menos que la actual subida de rentabilidades? Y por muy fuerte que nos parezca, sigue siendo un robo para el ahorrador porque están muy por debajo de los niveles de inflación. Quizás por eso sigue habiendo flujos de dinero que van hacia la renta variable. Y qué decir de las criptomonedas. Las miles que hay. Recuerdo este https://www.vozpopuli.com/opinion/dogecoin-burbuja-nueva-terra.html artículo de hace más de un año a propósito de Dogecoin a la que llamé “la nueva Terra”, una cripto que se ha demostrado inservible, ha arruinado a muchos y tocó el cielo por culpa de Musk, el “calientavalores” https://www.vozpopuli.com/opinion/elon-musk-calientavalores.html que está siendo víctima de sus propias estrategias pero que, al contrario de sus confiadas víctimas, no me da ninguna pena. Tampoco me la da Bukele, el presidente de El Salvador del que también hablamos hace seis meses https://www.vozpopuli.com/opinion/cuento-lechera-chivo-y-bitcoin.html por su empeño en comprar un activo especulativo con dinero del país y que ya acumula una pérdida millonaria por comportarse -hace unos días volvió a comprar más bitcoins- como un jugador en lugar de como un gestor. Pero sí siento empatía por los contribuyentes salvadoreños.

El Gobierno pacta con Bildu una subida del ¡15%! para las pensiones no contributivas a la par que nos exprimen fiscalmente, y con pérdida constante de poder adquisitivo, a los que sí contribuimos

Y es que todos nos equivocamos, y es responsabilidad nuestra porque nadie nos obliga a invertir en nada, sea una criptomoneda, una acción o un fondo de renta fija. Pero los profesionales y, sobre todo, los gestores políticos ya no tienen excusa. Ya no vale decir que la inflación es transitoria o que no saben que con menos liquidez en el sistema, los precios de la mayoría de activos -por pura lógica al haber menos dinero- caerían, o que desconocen que con los tipos de interés más altos el coste de endeudarse será mayor. Hay algunos buenos profesionales que se han adelantado a los movimientos de los últimos meses, por ejemplo, en España, el Tesoro -dirigido por Carlos Cuerpo- ha alargado la vida media de la cartera de deuda, que actualmente se sitúa por encima de los 8 años, por lo que sólo el 15% de la cartera de deuda debe refinanciarse en 2022. Porque sí se podía saber que, con el fin de las compras de BCE, las subastas serían más caras. Por desgracia son los menos. Tanto en los mercados como en los gobiernos la mayoría sigue esperando que la cosa mejore, lo cual está muy bien pero su responsabilidad es estar preparados para lo peor porque gestionan un dinero que no es suyo, y por tanto deben ser extremadamente prudentes.

Hace unos días la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) reprochó al Gobierno la "absoluta falta de información" sobre cómo se ejecuta el Plan de Recuperación que es, junto a la previsible gran temporada turística (que no depende del Gobierno), los principales elementos que están impulsando el crecimiento en España este año. Pero prácticamente todo lo demás que está ocurriendo resta. Y no es por ser pesimista. Nadie conoce el futuro pero si la guerra sigue en otoño, no hay ninguna razón para ser optimista para el invierno. Y lo responsable es estar preparados para lo peor. Por desgracia nuestro Gobierno piensa más en las próximas elecciones, auténtica guía de su política económica, y en un contexto como el actual por ejemplo pacta con Bildu una subida del ¡15%! para las pensiones no contributivas a la par que nos exprimen fiscalmente, y con pérdida constante de poder adquisitivo, a los que sí contribuimos. Que luego no digan que no se podía saber que eso afectará a nuestro consumo y, por tanto, al crecimiento económico y a la futura tasa de desempleo.

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