Opinión

No todo va mal: ¿por qué la exportación funciona?

España vende al exterior más por precio que por calidad e innovación, por lo que nuestro principal, próximo y asumible desafío será añadir creciente valor

Hace unos domingos, el periódico de referencia del progresismo patrio publicó un editorial en el que sostenía literalmente la existencia de “un crecimiento notable del PIB en torno al 4% (solo un punto menos que en 2021), algo inigualado desde la Gran Recesión de 2008, y que organismos y expertos pronostican que va a continuar este año. El empleo marca récords históricos, con más de 20 millones de afiliados en la Seguridad Social y, al fin, menos de tres millones de parados”. Se le olvidó señalar que el actual Gobierno ha consolidado hasta ahora un decrecimiento acumulado del PIB per cápita del 4% y una divergencia con la UE del 5,33%; los peores datos de la historia de España, solo superados por Zapatero. En cuanto al récord histórico de empleo, resulta que nos sitúa con más del doble del desempleo de la UE y a la cabeza del mundo civilizado. Es decir que no es cierto, con datos en la mano, que sea “la economía… el principal activo del Gobierno” según el editorial.

Frente a dicha fantasía política, que los datos desmienten por completo, existen sin embargo otras realidades muy positivas y verdaderas -que el editorial no menciona- en la economía española. Es el caso de la exportación y en consecuencia el saldo por cuenta corriente de nuestra balanza de pagos, que expresa muy bien nuestro nivel de competitividad y resulta crucial para nuestra financiación exterior. Como veremos a continuación, ello está resultando posible porque -afortunadamente- el gobierno apenas puede intervenir -empeorando- la competitividad exterior de nuestra economía.

En una economía abierta y globalizada, como la que venimos disfrutando hace décadas -incluso con sus altibajos–, la competitividad se mide claramente mediante dos parámetros complementarios: el peso de las exportaciones en la formación del PIB y la cuota de participación en el mercado mundial.

La evolución de España en los últimos años está siendo muy positiva. En comparación con los grandes países europeos, nuestro país viene superando desde finales del pasado siglo a Italia, Francia y Reino Unido en % de exportaciones sobre PIB. Desde 2012 disfrutamos -algo históricamente inédito- de un saldo positivo en nuestra balanza de pagos. Y en el periodo 1985-2016, España mejoró su cuota en el mercado mundial de bienes un 50%, mientras que Alemania, EEUU, Italia, Francia, Reino Unido y Japón perdían -por dicho orden- entre el 10 y el 50%.

Se debe reseñar la muy competitiva, ambiciosa y brillante industria española de componentes automovilísticos, que de la nada se ha convertido en una experiencia absolutamente ejemplar

Veamos el porqué de este considerable y casi desconocido éxito, analizando los sectores más significativos que lo sostienen.

El sector automovilístico: España se ha convertido tras la imbatible Alemania, y a distancia creciente de los demás países europeos en la segunda plataforma automovilística industrial de Europa. Dos factores explican esta formidable experiencia de éxito. Felizmente libres -condición impuesta por cualquier inversor industrial extranjero con visión de muy largo plazo- de convenios colectivos sectoriales, nuestras fábricas de automóviles gracias a una muy perspicaz e inteligente alianza del management local y la representación sindical de los trabajadores de cada empresa se dieron cuenta muy pronto que su mejor futuro consistía en competir y mejorar a las otras fábricas europeas -¡no asiáticas!- su oferta de fabricación de los nuevos modelos. Así fueron ganando cuotas de mercado a los mediocres managements y anacrónicos sindicatos de la profunda Europa. Con convenios laborales sectoriales, habría sido absolutamente inviable. Como magnífico colofón de este proceso, se debe reseñar la muy competitiva, ambiciosa y brillante industria española de componentes automovilísticos, que de la nada se ha convertido en una experiencia absolutamente ejemplar. No solo ha coadyuvado al éxito de la industria automovilística nacional, sino que son líderes en exportación por encima de aquella y con gran presencia comercial e industrial internacional.

El sector agroalimentario: secunda al automovilístico en exportaciones, pero lidera ampliamente el superávit comercial, que se sitúa por encima del sector turístico y supera con mucho el déficit comercial agregado de todos los sectores. Llama la atención al respecto, que hace poco más de una década - en 2007- el superávit apenas superaba los 137 millones de euros, para alcanzar en 2021 los 18.000 millones.

El insensato e irresponsable ministro de Consumo ha tratado de menoscabar nuestras exportaciones de carne, aunque con efectos felizmente limitados, de momento

Cabe subrayar los cinco primeros renglones de nuestras exportaciones agroalimentarias: la carne, las frutas y verduras (incluyendo los cítricos), el aceite de oliva, el vino y los pescados (frescos y congelados). El insensato e irresponsable ministro de Consumo ha tratado de menoscabar nuestras exportaciones de carne, aunque con efectos felizmente limitados, de momento. Además el Gobierno, ya ha sustraído de los Fondos Next Generation el apoyo al esfuerzo que este sector estaba dispuesto a hacer para ganar eficiencia en su futuro.

El extraordinario éxito exterior del sector agroalimentario arroja luces y sombras, pero todo indica que las primeras pueden y deben superar con creces las segundas. España vende al exterior más por precio que por calidad e innovación, por lo que nuestro principal, próximo y asumible desafío será añadir creciente valor -diseño, innovación, estrategias comerciales, diversificación de mercados- a nuestro actual quehacer.

Debe resaltarse que la gran competitividad exterior de la agricultura especializada española intensiva en empleo -cítricos, frutas y verduras- contrasta con la escasa o nula de la extensiva, generosamente subvencionada por la UE. La política económica, al servicio de intereses creados, premia la ineficiencia en vez de fomentar la competitividad de la economía.

En 2021, el superávit por cuenta corriente de nuestra balanza de pagos fue de 17,1 millardos de euros, con una aportación del sector turístico de 19,9

El sector turístico: Es de importancia estratégica para el presente y futuro económico de España. Menospreciado por la política y la sociedad tiene un valor económico y una capacidad de generar empleo a largo plazo mayor que cualquier otro sector económico, desde el petróleo a las nuevas tecnologías. A diferencia de estos sectores, cuya vigencia relativa tenderá a decaer para ser sustituidos por otros, el turismo seguirá expandiéndose lo que no hará sino beneficiar a nuestro país.

Su positiva contribución a nuestra balanza de pagos, es de una importancia estratégica sin igual, y aún más en el notable e insólito -en términos históricos- ciclo de superávit exterior que venimos disfrutando desde 2012. En 2021, el superávit por cuenta corriente de nuestra balanza de pagos fue de 17,1 millardos de euros, con una aportación del sector turístico de 19,9.

El éxito de nuestras exportaciones está siendo posible a pesar del Gobierno, que apenas se interesa por ellas y solo para perjudicarlas

Siendo España el primer país del mundo por turismo vacacional, el segundo más visitado y que más ingresos percibe, además de disponer de más plazas hoteleras vacacionales que cualquier otro, con la excepción de EEUU, nuestras perspectivas no pueden ser más halagüeñas; en particular si somos capaces de desarrollar ofertas que integren el ocio y la salud, sobre todo para turistas de edad avanzada, ofreciendo servicios sofisticados de muy alto valor añadido.

El éxito de nuestras exportaciones está siendo posible a pesar del Gobierno, que apenas se interesa por ellas y solo para perjudicarlas; amén de estar libres de los grilletes anticompetitivos que imponen los convenios laborales sectoriales.

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