Recordarán ustedes a esta familia separatista de la que les he hablado en alguna ocasión. Con un buen patrimonio aquí, allá y acullá, estos últimos años han celebrado las Pascuas con una felicidad notable. Todos formaban parte del proceso separatista y, matices al margen, cuando alzaban las copas para brindar no existía ninguna diferencia al entonar el viejo lema separatista Maleïm, Maleïm, la memoria d’en Felip Quint. Ah, pero este año la señora Ballabriga está preocupadísima y no por el menú. Lo peliagudo es sentar la mesa. Me explico, no es que la mesa requiera silla, aunque en esta Cataluña indultada, amnistiada y relatorizada todo el mundo exija su silla. Sentar la mesa significa la colocación de comensales, dónde y junto a quien los pones. Y ahí empieza el lío.
El padre, seguidor de Puigdemont, no traga a su yerno que es de Esquerra por considerarlo un arribista sin escrúpulos, un mal patriota y, esto debe ser lo que más le molesta, por apellidarse Fernández
El padre, seguidor de Puigdemont, no traga a su yerno que es de Esquerra por considerarlo un arribista sin escrúpulos, un mal patriota y, esto debe ser lo que más le molesta, por apellidarse Fernández. Y como sea que la niña está preñada ahí tendrán ustedes otro Fernández en Cataluña, como si no hubiese bastantes Fernández, que ya estoy hasta els collons de tanto Fernández, va gruñendo por la casa. De nada sirve que le hayan nombrado padrino y le dejen elegir el nombre: Joffre, Oriol, Biel, Romeu o Gifré. Nada. El pater familia se mesa los cabellos gritando como Pujol cuando ve a uno de la UDEF “¡Pero cómo coño va a llamarse Gifré Fernández!”
El yerno tasca el freno porque sabe que la herencia de su señora será más que abundante y como Dios no le ha llamado por la vía del trabajo – tiene un cargo importantísimo en la generalidad, director general de sexuación avícola o algo así – calla, pero considera que su suegro es un fósil, una reliquia de los tiempos pujolistas y un facha en materia social. Porque el yerno, para más INRI, se cree de izquierdas dado que en sus años mozos pasó por Iniciativa per Catalunya, los comunistas, luego por PSC, después una asociación de esas de si somos o no somos acabando en ERC, básicamente porque los otros no le daban un carguito.
El hijo, la otra hija, y una sobrina que tienen en casa después de que la expulsaran de tres residencias estudiantiles por organizar orgías sin invitar a los directores, son más o menos de las CUP, es decir, mucho porro, mucho chupar de la teta familiar o administrativa, no pegar sello y mucho hacerse los terribles y decir que ya verán esos españoles cuando llegue el día. Pero, siendo tan vagos, será difícil que si tal cosa sucediera los pillase despiertos y con ganas de salir ni que sea a buscar el pan.
Pero, siendo tan vagos, será difícil que si tal cosa sucediera los pillase despiertos y con ganas de salir ni que sea a buscar el pan
Lo peor es el tío Santiago, al que no pueden dejar de invitar aunque es de VOX y más español que el tararí del cornetín de órdenes de la Legión. Si le invitan es porque nunca se sabe y siempre viene bien tener a un familiar que te avale. Los Ballabriga lo saben desde que el primero que hizo fortuna con la trata de esclavos se procuró el beneplácito del virrey. Han sido partidarios siempre de todo aquel que mandase. Con Godoy, eran de Godoy. Con Fernando VII, lo mismo. Luego fueron isabelinos, carlistas, liberales, serranistas, alfonsinos, primo riveristas, incluso se hicieron de Cambó para en la república ser de Maciá, luego de Falange, más tarde de la UCD, luego de Convergencia y ahora separatistas en todos sus grados y calidades.
Se comprende que con esa trayectoria no sepan a qué carta quedarse y les resulte dificilísimo colocar a los comensales, intentando evitar duelos y quebrantos. La solución la ha dado Rosiña, cocinera oriunda de Vilagarcía de Arousa: “Señora, ¿por qué no nombra a un relator?” Y ahí tienen a Santos Cerdán invitado en la mesa de esta ejemplar familia catalana. ¡Qué cosas se ven, Don Nuño, que cosas se ven, Don Pero!
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