Opinión

Las normas del banquete de las hienas

Es algo injusto, incluso descabellado, denominar experimento a ese nuevo partido político que gasta el nombre de “España Vaciada” y que tendrá su estreno en estos anticipados comicios de Castilla

Es algo injusto, incluso descabellado, denominar experimento a ese nuevo partido político que gasta el nombre de “España Vaciada” y que tendrá su estreno en estos anticipados comicios de Castilla y León. Sólo porque sus integrantes sean arribistas descabezados de otros partidos que consideran que su coach mesiánico, su Steve Jobs político, su modelo e inspiración vital es Tomás Guitarte --el valenciano que obtuvo escaño en el Congreso con Teruel Existe y que nadie volvió a saber de su paradero-- no es motivo para tratarles de cara duras que quieren vivir del presupuesto público a costa de que desaparezca lo común oficializando un Reino de taifas. O república ya que están. Como si esa situación no fuese preexistente a ellos.

No entiendo tampoco el desdén de superioridad con el que tratan desde la prensa generalista, los grandes partidos o sus encuestadores oficiales, a quien se presenta, muy a su pesar, a unos comicios autonómicos en su mera condición de ser un partido local, pues su sentido existencialista es convertirse en un partido decisivo a nivel general con circunscripción en Soria. La convocatoria anticipada de elecciones por Mañueco les ha debido de sorprender, probablemente incluso les ha molestado y han tenido que precipitar candidaturas y alterar su estrategia para las elecciones generales.

La España Vaciada se constituye como partido político con la única finalidad de crear una sobrerrepresentación regional para determinar el Gobierno nacional, del PSOE a ser posible, y a través de pactos secretos disponer del presupuesto común y decidir sobre lo que han de pagar los demás para que ellos, desde su coto privado de poder en su autonomía, apoyen a Sánchez.

Esto es lo que lleva haciendo el nacionalismo vasco y catalán a través del PNV, CiU, ERC y ahora Bildu. ¿Por qué sólo ese desprecio y burla a la España vaciada? Parece algo más que el típico tic del cateto de ciudad: creerse mejor que alguien que vive en un pueblo mientras ve a Aitor Esteban como hombre de Estado.

Como si todos los españoles, tras cuarenta años de reglas de juego asimétricas que provocan profundas desigualdades, se hubiesen creído que eran reglas justificadas, o peor aún, justas

Lo devastador es comprobar que el motivo real por el que nadie se burla o siente contrariedad por el mismo proyecto, ya consolidado en Cataluña y País Vasco, sea la asunción como ciertos de los motivos de su existencia regional para así determinar lo nacional. Como si todos los españoles, tras cuarenta años de reglas de juego asimétricas que provocan profundas desigualdades, se hubiesen creído que eran reglas justificadas, o peor aún, justas. Como si el imaginario colectivo nacionalista hubiese impregnado a todos creyendo parte de sus mentiras victimistas colonialistas de supremacismo.

Porque esta es la clave de todo. Los de la España Vaciada no son aprendices del PNV, como dicen con desprecio de paleto neourbanita, son una consecuencia de los incentivos del sistema y de las propias reglas electorales y constitucionales que tenemos desde hace 40 años, que someten el todo compartido a una minoría que desprecia lo común, que es España. El PNV o CiU en su momento no vulneraron las reglas, sino que las aprovecharon tras chantajear la buena voluntad del legislador en un momento delicado para que consagrase esas grietas del sistema que llevan a su implosión.

El sistema electoral incentiva crear partidos regionales que obtengan representación en el Congreso (en teoría para eso está el Senado) y chantajeen al Gobierno sin escrúpulos de turno

Existe un cinismo insoportable ante este problema por quien prefiere mirar a otro lado y regocijarse en la crítica estéril a cuantos utilizan los incentivos del sistema hasta retorcerlos, esperando que dejen de hacerlo sin establecer ninguna medida que los elimine o establezca alternativa.

El sistema electoral incentiva crear partidos regionales que obtengan representación en el Congreso (en teoría para eso está el Senado) y chantajeen al Gobierno sin escrúpulos de turno. Así dejan de atenderse necesidades en educación, infraestructuras o sanidad en muchos territorios y cuestiones que son estratégicamente nacionales, para contentar las exigencias de quien sólo tiene incentivos por su interés personal, ni siquiera territorial.

Es un proyecto impulsado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para proseguir y avanzar en su proyecto de división estatal y nacional

La España Vaciada es el último invitado a este banquete de las hienas en el que se ha convertido el Congreso y las leyes de Presupuestos, pues destrozan impune y aleatoriamente los recursos al no destinarlos a los fines para los que fueron recaudados, mientras dejan famélico a quien ha puesto la mesa. El problema es que la barbarie de destrozar lo común parece ser otra de las normas de la casa.

La única diferencia con los partidos nacionalistas periféricos es que la España Vaciada es un proyecto impulsado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para proseguir y avanzar en su proyecto de división estatal y nacional dejando una estructura tan frágil que su escuálido poder derivado de las urnas sea suficiente para hacerse con un control total y absoluto , sin que haya otra estructura fuerte que lo fiscalice o pueda ser su alternativa.

Es difícil cambiar la Constitución, pero no la Ley electoral exigiendo un mínimo de entrada, subiéndolo de un 3% a un 5%. Un partido que pretenda tener un proyecto nacional de alternativa al socialismo desmembrado ha de incluir indefectiblemente dicha reforma en su programa y ha de ser prioridad para cualquier posible pacto de Gobierno. Sin una reforma electoral no es posible ni creíble ningún proyecto nacional.

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