Opinión

Disentir no trae cuenta

Concluido el debate de investidura a mediodía de la segunda jornada el jueves 16 de noviembre, llegaba la hora de la verdad, se inició la votación bajo la tercera de l

Concluido el debate de investidura a mediodía de la segunda jornada el jueves 16 de noviembre, llegaba la hora de la verdad, se inició la votación bajo la tercera de las modalidades que recoge el artículo 82 del Reglamento, la definida como pública por llamamiento, que se produce coram populo, a la vista del público, en contraste con la votación secreta que ofrece garantía plena de salvar la identidad de los diputados votantes, los cuales, protegidos quienes en esa penumbra quedan liberados de cualquier presión y en condiciones de pronunciarse sin atender más principios que los dictados por su propia conciencia. Así, de incógnito, con el anonimato garantizado ganan fuerza los envalentonamientos y pueden cundir las ganas de alinearse con el disentimiento.

Recordemos que mostrarse tibio en la adhesión es un primer paso que lleva enseguida a negar el debido calor en el elogio al jefe Pedro Sánchez; y que por ahí solo hay un paso para avanzar de modo resuelto hasta la línea defendida por aquellos que consideran que "toda crítica es excesiva; todo elogio, insuficiente" (Véase viñeta de El Roto publicada en diario El País de fecha 3 de julio de 2019). Ya se decía cuando entonces que "disidencia es sinónimo de decadencia" y ahora, Óscar Puente, en el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo el 26 de septiembre, y Patxi López en su intervención del martes 26 de septiembre dieron pruebas valiosas de hasta dónde puede azuzarse a los propios y fomentar sus más bajos instintos para enrabietarlos contra los adversarios sin dejar rastro de pasadas concordias e inoculando dosis de cainismo fraternal capaces de llevarnos al enfrentamiento civil.

Deben aprender a desoír las incitaciones del Gobierno de socialistas y 'yoyolandistas' acompañado de indepes vascos y catalanes, que pretenden radicalizarles, hacerles perder su identidad"

Quienes pretendan ganar en las calles lo que las urnas les arrebataron es tarea harto difícil, habida cuenta de la fatiga de los materiales y de los propios protestatarios, susceptibles de sucumbir a unos ataques de pragmatismo que les pueden llevar a la consideración de que disentir no trae cuenta, que hay fondos europeos pendientes de adjudicarse, a los que aún podrían aspirar, que, como dicen los farmacéuticos, no hay venenos sino dosis desmedidas que incluso tratándose de sustancias inocuas pueden acabar haciendo letal la ingestión de sustancias inocuas. Quienes al final tienen asignado el papel de oposición en el Congreso de los Diputados han de tener en cuenta que en el Senado gozan de mayoría absoluta, que gobiernan todas las comunidades autónomas salvo tres y que tienen alcaldes a espuertas. También deben aprender a desoír las incitaciones del Gobierno de socialistas y yoyolandistas acompañado de indepes vascos y catalanes, que pretenden radicalizarles, hacerles perder su identidad y embadurnarles de Vox para hacer más fácil su invalidación.

Frente a las torpezas de la concentración en la Puerta del Sol el domingo 12 a las doce que situó a los periodistas que fueron a cubrirla cegándoles la visión directa del escenario, que articuló una banda sonora sin enganche alguno con los concentrados, que puso en la fila cero a referentes del PP cuyas trayectorias son refractarias para los votantes fuera del perímetro del núcleo sectario, el modelo fue la concentración del sábado 18 en Cibeles, con nube de banderas europeas, banda sonora plural y pegadiza, intervenciones breves, imágenes de la Cataluña que ardía en octubre de 1917 y una clara opción de que ni la razón puede prosperar sin esperanza, ni la esperanza expresarse sin razón. Continuará.

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