Cuatro años atrás, en el despacho de Albert Rivera en el Parlament de Catalunya, había un objetivo claro, y allí se empezó a gestar el camino para conseguirlo. La Moncloa quedaba muy lejos aún, pero se vislumbraban los jardines. Y en ello está Rivera, que quienes le hemos conocido -es un decir- sabemos que no le gusta perder ni al parchís. Catalunya le curtió mucho, demasiado en algunos momentos, y no sólo por los ataques de los independentistas; le enseñó a crear partido, a estar muerto con sólo tres años de vida tras su desnudo y a volver a nacer. Sólo él conoce su lucha personal, lo que ha dejado por el camino, los que ya no le acompañan, los decepcionados, los que siguen creyendo en su proyecto naranja que más que naranja ahora parece teñido de azul.
El objetivo Rivera sigue siendo claro. Que Nart y Roldán abandonen el barco, como en su día lo hizo Carolina Punset, es pecata minuta para Albert. Pese a que algunos se empeñen en hablar de crisis interna o en querer que haya crisis. Cs ya vivió su crisis y la superó. Ahora está en la gestión del crecimiento, el éxito y el poder, aunque a muchos no les guste y hablen de que no han cumplido las expectativas. Esa gestión va a ser clave para llegar a cumplir su objetivo en los próximos años.
Cs debe explicar por qué izan la bandera azul, convirtiéndose en una extensión del PP y girando hacia la rancia derechona cuando perseguían vientos de cambio
El camino en política no es fácil y de eso precisamente saben todos los que ahora protagonizan las portadas de los diarios. Díganselo a Abascal conviviendo con el horror de ETA, o al ahora presidente Sánchez, que dejaba su acta de diputado con un partido que le dio la espalda y que él ha conseguido llevarlo de nuevo a la Moncloa. El PSOE tiene mucho que agradecerle. Estos hombres están curtidos y, francamente, lo de ahora para ellos, que han picado mucha piedra, es un camino de rosas.
Sólo teniendo el rumbo claro se puede llegar a puerto, sin importar los temporales ni los compañeros de viaje que decidan abandonar la tripulación. Hay que saber llevar el timón y no siempre los vientos son favorables. El liderazgo nadie lo cuestiona, sin duda todo proyecto, objetivo o sueño, debe tener su líder, y en el caso de los naranjas está claro. Sólo deben vender muy bien por qué izan la bandera azul convirtiéndose en una extensión del PP, con un giro radical a la rancia derechona cuando perseguían vientos de cambio, hablando de regeneración democrática y demonizando sin cesar a los que han llamado hasta el hartazgo bandos de rojos y azules. España, según las últimas elecciones, es roja. El objetivo Rivera continúa viento en popa a toda vela pese a que la guerra, por ahora, siga siendo entre rojos y azules.
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