El discurso de la OCDE de armonizar el marco impositivo de todos los países, de exigir el mismo tipo impositivo para el impuesto de sociedades o para el IRPF en todos los países es un discurso populista alejado de la complejidad de la realidad por dos motivos principales:
1- No puede haber armonización fiscal sin armonización monetaria
La política económica de un país se basa en dos grandes herramientas: la política monetaria y la política fiscal. A su vez, la política fiscal es la resultante de dos dimensiones: por un lado, el marco impositivo y, por otro lado, el modelo de gasto e inversión públicos.
La política fiscal permite contraer o expandir la actividad económica y el bienestar social de una nación mediante herramientas como el incremento o reducción de determinados gastos públicos, de inversiones o el aumento o reducción de determinados tributos.
Pero también es cierto que la política monetaria permite contraer o expandir la actividad económica y el bienestar social de una nación mediante herramientas como el incremento o reducción de los tipos de interés, del tipo de cambio de la divisa, de la liquidez disponible, del dinero en circulación al que pueden acceder los ciudadanos.
Es decir que, hay dos políticas: la fiscal y la monetaria, que permiten contraer o expandir la actividad económica y monitorizar el bienestar social.
La realidad es que los únicos que pueden hacer potentes políticas monetarias son los bancos centrales que controlan las grandes monedas
Pero resulta que sólo los grandes países de la OCDE, precisamente aquellos que impulsan el discurso de la armonización fiscal, son los únicos que disponen del acceso a potentes políticas monetarias por una simple razón: porqué sus políticas globalizadoras han dado un colosal músculo a sus monedas. La realidad es que los únicos que pueden hacer potentes políticas monetarias son los bancos centrales que controlan las grandes monedas.
Lo vemos con la enorme crisis derivada de la covid. Las medidas de reactivación económica y de ayuda directa a la ciudadanía en los principales países OCDE se están haciendo con medidas monetarias derivadas de brutales inyecciones de liquidez desde unos pocos bancos centrales. Y ello es paradigmático para el caso de Estados Unidos y la Unión Europea.
Inyectar liquidez
Y es precisamente Estados Unidos y la Unión Europea quienes, mientras tienen a sus bancos centrales creando dinero a un ritmo nunca visto para inyectar liquidez a su economía, orquestan una campaña de criminalización contra las naciones que -carentes de política monetaria- recurren a políticas fiscales expansivas para superar la brutal crisis a la que se enfrentan.
De hecho, la mayoría de países de la OCDE reducen los recursos de la sociedad productiva mediante una extractora política fiscal y cuando la sociedad productiva se ahoga, le insuflan liquidez mediante una política monetaria expansiva como sucede en estos momentos.
Las sociedades OCDE sometidas a extractivas políticas fiscales se ahogarían en estos momentos sin los colosales aportes de liquidez que permite la ilimitada política monetaria de las fuertes divisas OCDE. Es evidente que, si se aplica la misma política fiscal extractiva a países sin capacidad de política monetaria, pasan a ser inviables. Se diría que la OCDE se parece cada vez más a aquella María Antonieta en su torre de marfil que consideraba que dar croissants era la solución para una población que exigía pan, ahogada por los impuestos cortesanos.
2- La peligrosa confusión entre solvencia y liquidez
Las políticas monetarias y fiscales son en realidad meras herramientas de gestión situadas dentro de un marco económico superior: la solvencia económica, social e institucional de una nación. Es decir, el balance entre los activos y pasivos de una nación, tanto materiales como inmateriales.
La OCDE está curando su enfermedad de solvencia con parches de liquidez. Y quiere que todo el mundo siga su ritmo.
La política fiscal permite activar y contraer la economía y permite redistribuir la riqueza. Pero que nadie se equivoque: la creación de riqueza va de la mano de la solvencia. La riqueza se crea con solvencia material, con solvencia humana, con solvencia inmaterial. La riqueza se crea cuando se crean más activos con menos pasivos.
Cuando una nación pierde solvencia, puede tapar el agujero con inyecciones de liquidez, creando dinero. Crear dinero a través de deuda o de apuntes contables no es crear riqueza, es parchear el problema de la solvencia.
Compensar las políticas fiscales extractivas -reductoras de solvencia- con políticas monetarias expansivas generadoras de liquidez es peligroso… y adictivo entre la clase política OCDE.
La mayoría de países OCDE han caído en modelos que cada día son más insolventes, y se mantienen a flote con gestión de la liquidez. Creo que es muy peligroso cuando los grandes de la OCDE quieren imponer su marco tributario extractivo, reductor de solvencia, a países solventes que controlan el gasto publico. Creo que es temerario aplicar un modelo OCDE de fiscalidad extractiva a pequeños países con modelos fiscales que sólo extraen de la sociedad lo que se puede extraer dentro parámetros de solvencia. Y es letal aplicar modelos fiscales extractivos a países que no pueden acceder a ilimitadas inyecciones de liquidez por falta de capacidad monetaria
Y este es el debate que tenemos sobre la mesa. El de unos países OCDE con colosales políticas monetarias y crecientes problemas de solvencia que, por la fuerza del músculo y no por la fuerza de la razón, pretenden imponer su modelo fiscal a países sin acceso a política monetaria y que están obligados a gestionar con prudencia su solvencia, con políticas fiscales equilibradas.
Cuidado con confundir el pan de la solvencia con los croissants de la liquidez y del descontrol fiscal.
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