Opinión

De oligarquías, bancos centrales y bolsas

Japón es el caso de oligarquía pluripartidista parecida a la nuestra que mejor puede ejercer el papel de indicador de gestión útil para protegernos

A la pregunta de si los bancos centrales salvarán a las oligarquías políticas siempre habrá quien diga que no han hecho otra cosa desde el 2008, cuando empezaron al "inundar" los mercados con sus expansiones cuantitativas, algo que es parcialmente cierto, pues como demostramos en el artículo "Estabilidad financiera y macroeconomía de balances", inundación como tal no ha habido, al menos en los países que publican su balance macro, que no por casualidad son Reino Unido y Estados Unidos, ya que los Q.E. de ambos países estuvieron cerca del 2% del total de activos, cifra que para cualquiera que sepa un poco de contabilidad analítica sabe que no es gran cosa, y menos con las fuerzas deflacionarias que tiene el sistema. Como siempre, la realidad es más compleja que los eslóganes y conviene ir por partes. Hagámoslo.

De aprendices y oligarcas

Lo cierto es que terminados los Q.E. y con el sistema con liquidez suficiente, lo que ya es idiota es querer hacer un QT ("quantitative tightening", QE inverso o contracción monetaria), como pretende la FED, que casi produce un crack (cosa que advertimos); pero bueno, han puesto un aprendiz y que el señorito entienda el oficio tiene un coste, que no tendrá clases gratis, faltaría plus. Lo que sí es cierto es que al no haber tenido una depresión de caballo, esa con la que tantos fantasean, no se completó la reestructuración necesaria, tanto en el sector privado como en "lo público", estando hoy al mando, cual casta oligárquica, muchos de los "colocados" causantes de la crisis anterior y que andan de fiesta en Davos a costa del contribuyente y de los accionistas; estos últimos pagan doble.

Normalmente, cuando se utiliza el término oligarquía, la "derecha" se cabrea y te tacha de rojo, etc., cuando es una de las tres formas de gobierno (dictadura, oligarquía y democracia) ya conocidas desde los tiempos de Aristóteles. Luego la "izquierda" se emociona al oírla como si no fuera con ellos, cuando lo que proponen es una oligarquía tiránica de supremacismo ideológico y partido único; el caso más actual es la presente crisis venezolana, donde se desenmascaran muchas cosas, como "todo petróleo para el otro Imperio", o sus amigos españoles de casoplón y obras de "arte" (los "artistas" y la "cultura" merecerían otro aparte), lacayos de generales con hijos con Ferrari y de esbirros que dan palizas con bates a adolescentes de la oposición. ¿Y si los dolientes hacen justicia por su cuenta?

Otro caso relevante, que incluso se propone como alternativa válida, es el de Rusia y su pasada oligarquía roja, disfrazada de dictadura del proletariado, transmutada con Putin y encamada con la de Maduro, represora y dispuesta al genocidio en Venezuela cuando hay una solución pacífica a la mano, para seguir con la corrupción de quienes explotan un territorio y a sus habitantes. No es nuevo. Seguro que todos recuerdan la película "La caza del Octubre Rojo", basada en la novela homónima e inspirada parcialmente en el caso real del motín de la fragata soviética Storozhevoy, donde parte de su oficialidad, harta de la corrupción de la oligarquía comunista soviética - ya saben, oro, diamantes, Suiza, casoplones y obras de arte, etc. -, deciden darles un susto. Mala idea, porque la corrupción, sea de una oligarquía de "izquierdas" o de "derechas", socialdemócrata, etc. no se combate con sustos, sermones o raids de la función (que no poder) judicial, como en Italia y ahora en España, sino con Democracia.

Los anteriores son casos de oligarquías represoras pero, ¿hay alguno de oligarquía pluripartidista, socialdemócrata, más parecida a la nuestra, que pueda servirnos para prever lo que le viene a la bolsa y, en ese caso, algún indicador de gestión objetivo que nos pueda ser útil para protegernos? Sí, sin duda.

La oligarquía japonesa

Cuando hace ya casi treinta años me aburría de analizar su desmoronamiento económico, no terminaba de encontrarle sentido a aquella obsesión que tanto tiempo me quitaba; ahora pienso distinto, claro. Los datos de Japón son ya alarmantes, ya sea por el estancamiento secular de su PIB nominal, el bajo crecimiento real, la deflación secular, el nivel de deuda pública, el destrozo demográfico y, como detalle de última hora, su falsificación de estadísticas.

Ante esa triste realidad siempre aparece un listillo, siervo voluntario (o no) del sistema oligárquico, que salta con un "sí, pero les queda mucho, en tecnología, marcas, etc.", en lo que yo llamo pensamiento chavista, ya saben: "Venezuela tiene mucho petróleo, hierro, aluminio, etc.", como si no lo supiéramos; ¿y España que no tiene nada de eso? Por supuesto que también hay temas culturales o ventajas geográficas y niveles de gestión muy distintos, que no es lo mismo la oligarquía chavista-madurista que la soviética, pero el desastre demográfico es siempre terrible y, lógicamente, se da de distinta forma en Japón, España o Italia.

La oligarquía japonesa actual viene, como la de casi toda Europa continental, de su sistema electoral proporcional de listas de partido que produce una alianza entre los políticos, los burócratas, que incluye la banca central, y los directivos de grandes empresas; es la llamada socialdemocracia que, ensimismada en su modelo ruinoso disfrazado de corporativismo redistributivo, termina causando enormes daños a la demografía y a los activos de la población. Los datos de población los conocemos, más o menos, los de Japón son peores que los nuestros (de momento) y, como indicador de empobrecimiento patrimonial, podemos utilizar el valor real (descontando inflación) del índice de la bolsa japonesa, que incluye 225 empresas de todo tipo (inmobiliarias, bancos, industrias, etc.) y que tienen un patrimonio destruido que les hubiera venido muy bien a muchos para sobrellevar mejor la vejez.

Democracia y bolsa

Al comparar el valor real del Nikkei 225 con el del S&P500 salen unas diferencias de tal calibre que hemos tenido que poner al índice japonés en el eje vertical izquierdo y al estadounidense en el derecho. El resultado es que, en treinta años, el Nikkei 225 ha perdido el 50% de su valor real mientras el S&P500 ha multiplicado su valor real casi por cuatro, y eso que Japón estuvo aprovechando la expansión china (a costa de EE.UU.), su banco central ha estado comprando el índice y de que no se puede hablar propiamente de una burbuja en Estado Unidos; terminada la excepcionalidad China-USA, no se extrañen que vuelva a la capitulación, en esa zona cerca del 30% del valor real de 1990, y todo dicho, como siempre, con la debida reserva legal.

Nikkei 225 vs. S&P500 in Real Terms. 1990 = 100

En esto de salvar el patrimonio de las oligarquías socialdemócratas, y temas sectoriales aparte, uno no puede dejar de pensar, por ejemplo, en el caso de Prisa y su debacle bursátil. Sus ideólogos, grandes promotores del pensamiento socialdemócrata dominante, sufran para calificar a EE.UU. como Democracia, a pesar de que sí tiene representatividad del elector y división estricta (y en origen) de poderes, amén de su estructura federal y fuerte descentralización del poder - cosa que hace que la FED se una animal muy distinto del BCE o el BoJ -, por ello se ve normal que, en nuestra degeneración secular socialdemócrata, la marquesa de Galapagar, con su supremacismo ideológico de casoplón, diga ufanamente con el engreimiento propio de quien ya se cree clase dirigente, que la "democracia" avanza cuando su modelo de oligarquía extiende sus redes clientelares a costa del contribuyente neto.

Por supuesto que, aunque es muy útil para salvar el patrimonio, en la vida hay cosas más importantes que la bolsa (la usamos como un indicador más), como el bienestar general y una demografía sana, tener empresas competitivas que den oportunidades de trabajo de forma abundante y a largo plazo, un sistema financiero sano y funcional, que intermedie bien el ahorro y la inversión (vuelve a aparecer la bolsa) y un largo etcétera, pero para eso nuestra forma de gobierno (la forma de Estado es indiferente) no sirve, ni para los grandes ni para los pequeños patrimonios.

De modo que, con este antecedente japonés, creo que ya sí podremos entrar, ahora que Europa empieza a dar síntomas de pre-recesión, en cómo podrían quedar las bolsas de nuestro continente cuando el BCE nos haga un japonés, pero eso será en otra ocasión.

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