Opinión

Olona, Iglesias y los huevos

Un debate serio no puede basarse en ese sube y baja, ni en la capacidad de síntesis de los participantes


Pues señor, como en la Espantosa hay menos ideas que en un debate del corazón, han decidido hacer remakes de aquellos programas que en su día funcionaron, sin tener presente si la audiencia ha cambiado -que ha cambiado-, si las fórmulas permanecen vigentes -no en todos los casos- o si las caras que han de presentar ese regreso al pasado tienen el mismo carisma, potencia y telegenia que sus predecesores -que no la tienen-.

En eso está lo de mirar a ver que hay en el congelador y traer de vuelta el programa de debate “59 segundos”, el tiempo que tiene el interviniente para decir lo que le parezca antes de que el micro desaparezca. Evidentemente, un debate serio no puede basarse en ese sube y baja, ni en la capacidad de síntesis de los participantes, ni tampoco sería buena cosa que se despacharan en tan escaso tiempo asuntos de suma complejidad, porque eso es falsear la discusión y las conclusiones que pueda extraer el espectador. Pero esta es la era del tuit, es decir, buscar el titular de impacto, escandaloso y, a poder ser, corto. Malos tiempos para la frase subordinada, el paréntesis, el punto y coma y el desarrollo de la tesis. Sujeto, verbo, predicado y no se hable más. Bien, pues con estos mimbres la moderadora Gemma Nierga, con su carita inocente y esa actitud de acabar de bajar del guindo, convocó a una serie de personalidades para discutir acerca de la crispación en la política.

Tema añejo, vive Dios, porque uno, que roza los sesenta y seis tacos, recuerda que en épocas de Felipe el asunto ya era motivo de discusión y apasionados razonamientos y diatribas. Incluso debates televisivos.

La novedad es el empleo liberal del diccionario y la libertad en el lenguaje. Demos las gracias, pues, a Doña Macarena Olona cuando le dijo a Pablo Iglesias: "A usted lo que le pasa es que le sobra lengua para criticar a un policía, pero le faltan huevos para ser como ellos". Y allí ardió Troya, concluyendo el tema con una petición por parte de Iglesias de que no se invitara más a la extrema derecha, que Gemma pidiese perdón y que aquello (Macarena) era basura política, a lo que esta le volvió a decir que al menos tuviese los huevos de mirarla a la cara mientras le llamaba basura. Iglesias estaba retorciéndose en su estalinista convicción de que a los fachas hay que llevarlos al gulag y dejarte de hostias; Macarena, sin perder jamás la sonrisa, continuó incólume, prístina, sin que ninguno de los escupitajos del podemita le salpicaran. Él, del que existen numerosas grabaciones en las RRSS en los que habla de tener huevos, de que el poder se conquista con huevos y varios casos más, se hace el ofendidito cuando una mujer le dice que no tiene. Huevos, se entiende.

Los que gustamos de debates razonables, con dureza argumental pero con educación, no emplearíamos eso de los huevos. O miren, sí, porque una cosa es sentarte en una mesa junto a personas con las que puedes discrepar, pero tienen cerebro, modales y lecturas, y otra muy distinta es hacerlo con un personal capaz de retorcer la verdad hasta extremos infinitos, alabar a Stalin, el Che, Mao, Castro o Maduro y, además, pretendiendo dar lecciones a quienes no comparten sus puntos de vista a base de dar gritos y no dejar hablar. En ese sentido, Olona, abogada del estado, defensora de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en particular y de los de todo el mundo civilizado en general, buena conocedora del pantano marxista en Sudamérica y fiel apoyo de quienes se oponen al mismo, puede decir lo que quiera. Hay licencias que uno solo tomarse con ciertas personas.

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