Atrás quedan las interminables jornadas electorales que han envuelto en una hipnótica y espesa niebla a los ciudadanos, eso sí, nutrida con la correspondiente droga ideológica enfermiza para provocar que los españoles votáramos más con el corazón que con la cabeza.
Volviendo a la cruda realidad, los resultados electorales han dejado claro que el bipartidismo imperfecto está más vivo que nunca. Los partidos que vinieron a cambiar las cosas, hemos sufrido un serio varapalo, ninguno tendrá región o municipio importante que gobernar, salvo sorpresa, y ahora toca lidiar con los grandes desafíos futuros, que no son otros que el desafío soberanista y la recesión económica. En este segundo punto, es dónde el autor pretende centrar los hechos con el objetivo de que los actores que deben establecer los pactos poselectorales centren su objetividad, ya que, de lo contrario, las consecuencias para los ciudadanos serán muy graves, y no tendrán comparación con la crisis de 2007.
El Gobierno que arranque la XIII Legislatura tendrá un escenario mucho más complicado que el que tuvo Zapatero antes de la crisis. En aquel momento, había superávit presupuestario, la deuda pública real no superaba el 40% del PIB y el Fondo de Reserva de la Seguridad Social disponía de más de 50.000 millones de euros.
Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y Abascal se han pasado dos meses hablando de derechas y de izquierdas, pero no he escuchado a ninguno de ellos explicar cómo pretenden atravesar el tenebroso bosque de tinieblas que se nos viene encima. Quizás quieran hacerlo con una venda en los ojos. Por si acaso, vamos a quitársela.
En la España post-ZP había superávit, la deuda no superaba el 40% del PIB y el Fondo de Reserva de la Seguridad Social disponía de más de 50.000 millones de euros
Los datos de 2019 arrancan con una deuda pública que supera el 136% del PIB, hemos salido de la protección del déficit excesivo que maquilla nuestra deuda real, el déficit público hasta abril se dispara un 32% respecto a 2018 y el agujero de las pensiones se sigue agrandando mientras apenas quedan 5.000 millones en la hucha.
Los ingresos por cotizaciones sociales crecieron un 8% en el primer cuatrimestre, lo que ha supuesto ingresos de unos 40.000 millones de euros frente a los 46.000 millones de gastos de la Seguridad Social para “mantener el agujero” en unos 20.000 millones. A pesar del buen crecimiento, resulta insuficiente y la paga de verano lastrará este buen aparente comportamiento.
Sin embargo, este dato contrasta con la alarmante cifra de los ingresos tributarios, fruto de la desaceleración económica ya patente. En el primer cuatrimestre, los ingresos han caído un 0,7% respecto a 2018, lo que provocará un impacto muy negativo en el déficit y degenerará en un incremento de la emisión indiscriminada de deuda, cosa que ya ha iniciado Sánchez.
La perversa ministra Calviño, que es la única que parece conocer las cifras reales de nuestra economía y ninguno de sus rivales políticos está a su altura, ya ha comentado la posibilidad de subir otros impuestos si el déficit se dispara, cosa que ya ha ocurrido, y está pensando en el IVA.
Entretanto, el Banco de España, en su labor de coartada del Sistema, ahora nos avisa del peligro de la insostenibilidad de las pensiones. ¡A buenas horas! Por ello, propone recuperar el factor de sostenibilidad para empobrecer a los pensionistas, en lugar de instar a los políticos a acabar con el despilfarro público que no para de crecer de forma indiscriminada. Honestamente, hay pocos individuos que hayan causado tanto daño a los ciudadanos como los dirigentes del Banco de España en los últimos años, todos ellos, campeones en tirar a la basura los informes de sus subordinados alertando de lo peligros y derivando las culpas al éter.
En cualquier país de Europa se estaría creando un Gobierno sólido de centro-izquierda que afronte los restos económicos y combata el soberanismo
Las muestras evidentes de ahogamiento se reflejan en los datos de coyuntura económica española. El consumo de energía eléctrica lleva cayendo ocho meses seguidos. Lo mismo ocurre con los índices de confianza y producción industrial, las matriculaciones de automóviles y el índice de confianza del consumidor. Por último, las exportaciones, que tanto Rajoy como Sánchez nos vendieron como el gran motor de crecimiento de España, han tenido crecimiento 0% en el primer trimestre.
Todos estos indicadores nos señalan que en los próximos trimestres comenzará a resentirse la población activa, y con ello, también, los ingresos, tanto públicos como privados.
Entretanto, el Balance Financiero de las Administraciones Públicas se ha deteriorado considerablemente en la última década. Los sucesivos gobiernos, lejos de aprovechar el salvavidas que supone la barra libre del Banco Central Europeo (que está abocada a terminar con el mandato de Draghi) para establecer un dique sólido que permita afrontar las crisis venideras han cavado una sima que servirá para depositar a los cadáveres que perecerán en la nueva recesión, dejando a los que sobrevivan una losa de deuda para dos generaciones.
Es muy triste decir esto, pero España vale mucho menos de lo que debe. Los activos financieros netos de las Cuentas Financieras españolas se sitúan en -966.346 millones de euros, es decir, estamos quebrados y en manos de los acreedores, que principalmente son el BCE, los bancos e inversores extranjeros. Ellos serán los que dicten el futuro de los ciudadanos en el caso de que el país tenga que ser rescatado. Estamos a su merced.
Con este panorama tan complicado, al que hay que unir la inexistente estrategia a largo plazo de generación de un tejido productivo para generar bienes y servicios de alto valor añadido, se tendrá que enfrentar el nuevo Gobierno. Sin embargo, nuestros líderes políticos, lejos de pensar en el bien de los españoles creando un gobierno sólido de interés nacional para afrontar estos difíciles retos, parecen estar mirándose el ombligo, demostrando un desprecio absoluto entre ellos e invirtiendo el escaso tiempo que tenemos en estudiar como fagocitar al adversario.
En cualquier país de Europa, tras el resultado de las urnas se estaría creando un Gobierno sólido de centro-izquierda que afronte estos restos económicos, combata al soberanismo y aplique las reformas que todos los españoles piden a gritos, como el cambio de la ley electoral o la elección de los miembros del poder judicial. Sin embargo, esto no parece posible por el odio estúpido e incomprensible existente entre Sánchez y Rivera, que además contagian a la sociedad provocando crispación y desunión entre los ciudadanos. Ambos, se pasan el día en sus respectivos oráculos presumiendo de sus etéreas virtudes, mientras España, ya está en manos de los dioses.
PD: Hoy les dedico el tema “Can You Feel The Love Tonight” de Elton John https://youtu.be/KjgWWjkNbhU
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