1984 de Orwell es junto al Ulysses de Joyce y Under Volcano, de Malcom Lowry, uno de esos libros que todo el mundo cita pero que pocos han llegado a leer. Afortunadamente para sus almas inmortales en el caso del de Lowry, por cierto.
Yo, que era un adolescente de esos a los que los catalanes llaman 'lletraferits', consumidor compulsivo de los libros que tenía a bien recomendarme mi profe de Literatura del instituto de Bermeo, creo que me leí 1984 a los trece años y sin entender un pomo, claro.
Solo quedó en mi cabeza de adolescente aspirante a erudito de pueblo pequeño una sensación de opresión, un maremagnum ideológico de cuyo hilo sigo tirando sin éxito y una frase, la que encabeza esta columna.
En aquel momento poco sabía de Molotov, Ribbentrop y su pacto contra natura, de los regímenes autoritarios o de las democracias liberales, pero esa frase…. Ay esa frase.
Estado totalitario
Orwell, en su libro, describe con pasión cercana a la de un entomólogo las tripas de un Estado totalitario y la misma esencia de la enfermedad del totalitarismo como anulación del individuo, de la libertad y sobre todo de la verdad.
Oceanía, históricamente en guerra con Eurasia en la novela, decide hacer la paz con su histórico enemigo, lo cual debería ser un problema dada la ingente propaganda gubernamental expandida durante años contra esta potencia, pero nada más lejos de la realidad, el Estado decide que nunca ha estado en guerra con Eurasia y asunto concluido.
Nunca han estado en guerra, nunca, por lo que hay que reescribir toda la Historia, eliminar documentos, cambiar registros… nada que no esté al alcance de una clase funcionarial eficiente y motivada.
Asunto arreglado.
Orwell, con su mentalidad británica, pensaba que lo de reconstruir la Historia y borrar las pruebas era fundamental para la credibilidad del Estado totalitario. ¡Que maravillosa ingenuidad!.
Borrar vídeos
Si, ingenuidad. Miren. Ayer el presidente del Gobierno dijo textualmente en una entrevista en prime time en una de sus televisiones de cabecera:
-“En muchas ocasiones, cuando hablamos del estado de alarma, lo identificamos con el confinamiento. Pero no es cierto”
-“El confinamiento fue parte del estado de alarma en sus primeros estadios, en el mes de marzo y en el mes de abril. Pero, finalmente, el confinamiento no existió”.
El confinamiento no existió
No existió
Y no hace falta que nadie borre videos, cambie declaraciones, falsee la hemeroteca, elimine a opositores incómodos de las fotografías…. ya nada de eso es necesario, a partir de ayer, el confinamiento no existió.
Estrategias segmentadas
La velocidad de las redes, la liquidez de la agenda mediática, la hegemonía de pago en las parrillas televisivas, la primacía del relato….todo eso junto y revuelto han conseguido que el Gobierno no pierda un solo minuto en buscar argumentos para desmentirse a sí mismo, basta con realizar afirmaciones suficientemente rotundas para que el pasado desaparezca y se genere automáticamente una nueva realidad.
1984 ha quedado definitivamente superada por la realidad, y los ejércitos de funcionarios destinados a establecer la paz, la verdad y la justicia ya ni siquiera son necesarios, han sido sustituidos por estrategias de comunicación segmentada que explotan nuestros sesgos cognitivos.
Ya saben, ni Oceanía ha estado nunca en guerra con Eurasia, ni el confinamiento ha existido nunca.
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