Nunca hay que fiarse de la gente que se aburre en los trabajos. Quien se siente inútil o poco importante dentro de una organización a veces siente celos, se entrega a sus neuras y crea trampantojos. Reflexionar en exceso sobre la posición que uno ocupa en este mundo, en una empresa o en un hogar suele provocar el siempre peligroso 'pensamiento circular'. Cuando eso ocurre, es normal caer en el delirio. Dijo Pablo Casado hace una semana: "Castilla y León es la cuna de la hispanidad, mal que le pese al de México, mal que le pese a Zapatero y a sus negocios con Maduro, mal que le pese a los podemitas que están con dictadores bananeros que asesinan, que torturan y que violan. Aquí está la cuna de la Hispanidad, sin complejos, sin leyendas negras, sin pedir perdón, con orgullo de ser españoles".
Es bastante recomendable que quien sube a un estrado para pronunciar un discurso tenga ciertas nociones sobre lo que piensa y siente su audiencia. Convendría situarse en la Castilla de 2022, castigada por la pandemia y por estar en la zona de sombra de la España actual, lo que provoca ciertos fenómenos angustiantes. Por ejemplo, el desfile de maletas rodantes de los domingos por la tarde, rumbo a Madrid. Llegó el AVE a varias de sus provincias y no dejó nada. Al revés, se llevó el talento que no encontró la oportunidad de florecer en esa tierra. ¿De veras quieren esos ciudadanos escuchar historias sobre Maduro?
Todo es un enorme dislate en el Partido Popular de Pablo Casado, empezando por su discurso. En Génova no son conscientes del peso que tiene el miedo en los ciudadanos contemporáneos. En concreto, el temor a los efectos de la crisis económica (casi) endémica, la globalización o la digitalización en sus vidas. Lo que hace inútiles sus trabajos, empequeñece sus sueldos e hipoteca su futuro.
Una prueba del despiste que afecta a la centro-derecha -entre las muchas que hay- es su empecinamiento con la necesidad de aprobar una 'ley de pandemias'. Mientras los españoles quieren mirar hacia adelante y olvidar lo que ha ocurrido en los últimos dos años, Casado mantiene sus referencias a este proyecto de su formación política. Y mientras la gente de a pie paga cada vez más por llenar el depósito de gasolina o por calentar su hogar en invierno, el líder de los populares expresa su compromiso con la sostenibilidad. Y con la Agenda 2030.
Cuesta escribir las verdades del barquero, pues puede parecer tópico o vulgar. Pero es que ese partido no tiene rumbo, está demasiado desencaminado. ¿Sostenibilidad? ¿Hispanidad? ¿Ley de pandemias? ¿Pero qué importa eso ahora?
Pablo Casado ha sido un mal líder
Pero no hay autocrítica en la fortaleza de Casado, Teodoro y Cuca. Todo lo contrario. Dijo Pablo Casado en su discurso ante la Ejecutiva del partido del pasado lunes que el PP ha sido víctima de una “lluvia ácida de fake news subastadas al mejor postor”. El problema es que el propio Casado se ha convertido en una fake news. Porque un líder que no lidera no puede ser llamado de tal forma. Es algo etéreo, amortizado y prescindible. Un periódico de ayer. Como cantaba Héctor Lavoe: "A mediodía, noticia confirmada; y por la tarde, materia olvidada".
Un político que es incapaz de contener las hostilidades que se han desatado en su partido y sus propios celos de Isabel Díaz Ayuso -el principal activo para los electores- miente cuando se erige como el representante del gran partido reformista de España. Esto no es regenerador. Esto es lo de siempre: batallas internas, filtraciones, disparos en los callejones y féretros de dos tipos: los de los Tattaglia y los de la familia Corleone.
Es víctima de sus inseguridades. De quien tiene complejo de inferioridad y llega al final del día desfondado, pues siente que para alcanzar la misma posición que el resto tiene que correr el doble. Y esos celos y esa endeblez los suelen potenciar los rasputines de la política y la empresa. Los confesores interesados. Los que tienen a su lado. Su consejero delegado, como le vendió a su llegada a Madrid. Esa gente es común en las organizaciones. Sin malmeter no se sienten útiles porque, en realidad, no valen para otra cosa. O matan o mueren. Por eso abusan de los líderes que no están seguros de sí mismos. Es curioso porque algo similar le ocurre a Díaz Ayuso en su feudo. Aznar se dio cuenta a tiempo. Si ella no lo hace… todo terminará tarde o temprano en desastre para ella.
Con la victoria de Madrid y el golpe de moral que otorgó la subida en las encuestas, Casado podría haber rehecho su estrategia y reconstruido un partido que le dejaron desmontado. También debió acercarse a los españoles para conocer sus problemas. Pero entre coger lápiz y papel para redactar un discurso reformista y coherente y dejarse llevar por las dudas que le transmitieron sobre quienes amenazaban su liderato, se centró lo segundo. En la batalla intestina. En lo menos importante. En lo que sólo preocupa en las filas populares. Patético.
Por eso, convocó elecciones en Castilla y León cuando no hacía falta. Porque alguien le metió en la cabeza que había que contrarrestar el efecto de la victoria de Díaz Ayuso en Madrid. El resultado no ha sido bueno. Ha sido un fracaso. El insulso Fernández Mañueco pasará de despachar con el incómodo Igea a tratar de 'arreglarse' con los incómodos de Vox. De un partido muerto a uno que amenaza la hegemonía de la derecha.
Lejos de irse, o de cambiar de equipo, el lunes proclamó su victoria y después ha sido incapaz de contener la rebelión interna. Puede que todavía no se haya dado cuenta, pero ha perdido la batalla. Pero no la del partido (que está por ver), sino la que ha librado contra sí mismo. Porque no ha estado a la altura de lo que este momento histórico requería. Ha sido pequeño. Un hombre menudo. En vez de un comandante, un miliciano que ha actuado con impericia.
Los españoles están angustiados por las crisis y la demolición del Estado y de su instituciones… y la cúpula del PP se ha dedicado a librar guerras civiles. Ya quebró este país por batallar por territorios que a nadie le importaban y debió aprenderse la lección. Por eso, los populares también son responsables del sanchismo. Con sus errores lo ha reforzado. Que a nadie le quepa duda
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