Opinión

Casado se la juega: una campaña mariana

Cuando menos se la esperaba, reaparece Ana Pastor. Y tras ella, la sombra de Rajoy. Casado recompone sus listas rumbo a la moderación

No es lo que parece. En contra de lo que cabe imaginar, el PP no se encuentra en avanzado estado de 'marianización'. Catapultar a Ana Pastor al número dos de la lista por Madrid no es un reconocimiento al anterior presidente, ahora registrador en activo, ni una victoria de Rajoy 'en diferido'. Es un antídoto contra  los cantos de las meigas que llegan desde Santiago

Saltan las alarmas entre los casadistas al conocer los nombres que se van incorporando a las candidaturas. Algunos se estremecen con resignación. La expresidenta del Congreso ha sido y sigue siendo su más fiel colaboradora. Su esposo, José Benito Suárez, es el infatigable compañero de Rajoy en las caminatas gallegas. "No son tan amigos, pero a Rajoy le gusta porque no habla, no abre la boca cuando caminan", comenta alguien que los conoce bien.

No será una 'campaña mariana', insisten desde Génova, ahora más relajados a tenor de las encuestas y de los problemas de Rivera. Pablo Casado recuerda con insistencia que Pastor fue ministra de Sanidad con Aznar y de Fomento con Rajoy. Un pie en cada lado, una vela a cada diablo. La duda es si es casadista. ¿A quién le importa?, dicen en Génova. Remará a favor porque más le vale.

La guerra va por otro lado. Pastor no tiene enemigos y es una de las políticas más populares de su tropa.  Mantiene una relación privilegiada con los medios. Siempre ha sido su propia jefa de prensa y su más eficaz directora de comunicación. Le ha ido muy bien. No produce rechazo, el partido la valora y hasta la estima. Y en especial, y he aquí la otra parte de la jugada, es enemiga frontal de Núñez Feijóo. Como Mariano, pero lo disimula menos.

Este fichaje de Casado es una operación blindaje frente a Feijóo y sus conjuros celtas. Ana Pastor, pese a zamorana, representa a una cierta sensibilidad de los populares gallegos. Un detalle no menor que Casado ha tenido en cuenta a la hora de izarla en el vértice de su lista. Venía de candidata por Pontevedra y ahora, en plena veteranía, se ha convertido en la rutilante novedad de los peones electorales de Pablo. Ha dejado a María Ramallo, amiga estrecha de Pastor y fiel rajoyista, al frente de esa demarcación. En el PP gallego pasarán cosas.

Las opciones de Feijóo

El presidente de la Xunta está nervioso, ergo es peligroso. Sabido es que Casado no es su político favorito. La prensa regional de la muñeira, tan complaciente, viene cargada de embestidas en esa dirección. Prepara Feijóo la reelección, sería su cuarta mayoría, en línea de Juan Vicente Herrera, quien fuera 'supercacique' de Castilla y León y gran amigo del gallego. Dios los cría y Casado los junta. 

Si no le va bien en 2020, Feijóo tendrá que quedarse en la oposición o irse a casa. Si le va bien, seguirá enredando desde Galicia, pero Casado ya tendrá a su vera a ese escudo galaico que es Pastor. Y, por ende, al propio Rajoy, que aún pinta en el partido más de lo que parece. No para de moverse desde las zonas en sombra. Hay sectores del PP que abominan del marianismo, que apostaron por Casado porque deseaban otra cosa, otro partido, sin las lacras del reciente pasado, en especial la corrupción y la desidia frente al golpismo en Cataluña. Anhelaban el PPP, el Partido Popular de Casado. Por eso le votaron en las primarias.

Se desesperan ahora al contemplar estos cambios, con Pastor de mascarón de proa y algunas ministras del pretérito imperfecto. Cierto que también se recuperan ilustres aznaristas, como Elvira Rodríguez, Gabriel Elorriaga, Pilar Marcos. Y que ya se hizo lo propio con Cayetana Álvarez de Toledo, José Luis Almeida e Isabel Díaz Ayuso, el casadismo más leal y combativo. E incluso un hijo de Calvo Sotelo, que siempre anda por ahí. Oro gallego más en danza.

Rajoy, como un Cid impertérrito, triunfaba este fin de semana en el Foro Atlántico que organizó su fiel colaboradora Carmen Martínez Castro. El 'mano a mano' con Felipe González ya ha pasado a las antologías de lo más visto en las redes. "Churchill aconsejaba una dieta a los políticos: que se coman sus propias palabras". Es lo que recomienda también Rajoy y así lo hizo. Se embauló sus anuncios de rebaja de impuestos ante la magnitud de la crisis y la inminencia del rescate. Tal y como lo narraba ante su auditorio de la Toja, sonaba a burla feroz más que a jugada inevitable.

Esta displicencia, esta abulia, ese tancredismo tan de la casa, es lo que inquieta e irrita a ese PP. Le costó tres millones de votos, más otros tres en la deuda que le dejó a Casado. Pero el actual presidente, joven y paciente, ahora más moderado que antaño colérico, no se siente aún en condiciones de matar a sus padres (políticos). Algo que más pronto que tarde tendrá que hacer. El valor del militar no consiste siempre en vencer, sino en avanzar en orden, recordaba Jenofonte. En ello está Casado. Los vientos, ahora, le son favorables.

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