De las obsesiones surgieron obras geniales, pero también enormes catástrofes. Cuesta imaginar a Pablo Iglesias componiendo una sinfonía sublime o redactando un tratado consistente sobre política, por lo que no es difícil adivinar cuál sería el resultado que generaría la aplicación de sus ideas. El vicepresidente trata desde hace un tiempo de avivar el debate sobre el mejor modelo de Jefatura de Estado para España y en un monólogo que ha publicado en sus redes sociales asegura que en las cenas de Nochebuena será un tema fundamental, pues los ciudadanos querrán disertar acerca de la conveniencia de ser monárquico o republicano.
Suele ocurrirle a quienes habitan mundos distantes de la realidad que identifican sus más febriles pensamientos con lo que pasa a pie de calle. Y es curioso que alguien que forma parte de la primera línea del Ejecutivo y ha asistido al cataclismo social y económico que ha generado la covid considere que “muchas familias” abordarán este tema con interés prioritario.
Sospecho que, esta Nochebuena, muchos compatriotas que estarán siguiendo el discurso del Jefe del Estado se van a preguntar si son monárquicos o republicanos. Ese debate se va a dar este año en muchas casas de nuestro país ? pic.twitter.com/evcNalDx0T
— Pablo Iglesias ?{R} (@PabloIglesias) December 19, 2020
Porque son miles de empresas y puestos de trabajo los que se han destruido en los últimos meses; y otros tantos españoles los que esperan, en la cola del SEPE, a cobrar lo que el Estado les adeuda por un Expediente de Regulación Temporal del Empleo (ERTE). Otros aguardan a que prospere su solicitud de Ingreso Mínimo Vital porque no tienen dónde caerse muertos, mientras los más desesperados esperan en las colas del hambre.
Decía el otro día el Padre Ángel que personas con traje y corbata que hace un tiempo acudían a su asociación para colaborar, ahora lo hacían para obtener alimentos, lo que constituye un buen ejemplo del drama social de nuestros tiempos.
Reuniones aplazadas
Habrá quien estos días vuelva a ver a sus familiares tras varios meses sin contacto, en lo que quizá haya sido el período de desarraigo más largo de su vida. En el caso del articulista, regresará a su ciudad y a su barrio, donde hace tres semanas se colgó el dueño de un negocio por pura desesperación, pues ni siquiera le dejaron arruinarse con su local abierto, ante el cierre del comercio.
Son muchas familias las que se sentarán el jueves sobre la mesa y hablarán por primera vez, cara a cara, de los dramas que han vivido durante el peor año que se recuerda. Y, claro, celebrar la Navidad no es una obligación, pero no poder hacerlo en condiciones tiene cierto grado de patetismo. No sólo por el nivel de las viandas, sino por las sillas que han quedado libres por las muertes inesperadas de la covid.
Está claro que Podemos se ha aferrado al republicanismo para tratar de frenar su imparable decadencia, que se ha observado en los últimos procesos electorales y que se debe a la falta de credibilidad que su discurso genera entre quienes un día apoyaron al partido y lo dejaron de hacer. Pero plantear el debate sobre el modelo de Jefatura de Estado en este momento no creo que le genere grandes réditos al partido, pues los españoles están a otra cosa, también muy importante, que es la de tratar de sobrevivir ante la tormenta perfecta que afecta al mundo.
Pero, como decía, es lo que tienen las obsesiones: que suelen aislar completamente de la realidad a sus pacientes. Hubo un día en que Pablo Iglesias pensó en que el discurso victimista sobre las cloacas del Estado le iba a beneficiar y ocurrió todo lo contrario, pues se pegó un buen costalazo en las elecciones. Lo mismo ocurre con sus ataques a la monarquía, pues su campaña contra la Casa Real ha llegado en un momento en el que los ciudadanos se encuentran en demasiados apuros como para pensar en política.
Debería tener claro el líder comunista que para hacer la revolución se requiere cierto bienestar, pues hace falta cierto vigor para 'tomar las armas'. Entre el paro, la enfermedad y la oscuridad que se extiende en el horizonte como consecuencia del 'virus chino', no sobran muchas fuerzas como para disertar sobre la monarquía y la república antes de la misa del gallo. Son todo fantasías y estrategias del presidente que hace tiempo perdió el oremus.
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