Me acerco a la situación política con algo de vergüenza y bastante estupor. La percha en la que me sujeto es la presentación hoy de un programa político por parte del PSOE que más parece un programa para las elecciones del 10 de noviembre que una propuesta para convencer a Pablo Iglesias, que como ya sabrán ha rechazado si no hay sitio para ellos en el Gobierno. Lo llaman Programa Común Progresista. Su propia enunciación recuerda aquella agónica llamada que Joaquín Almunia y el comunista Francisco Frutos hicieron en 2000 apelando a la "casa común" de la izquierda. Fueron juntos a las elecciones, y juntos al desastre en las elecciones de aquel 12 de marzo. Hay que tener mucha cara para presentar en público y llamar a ese papel Programa Común de la Izquierda sin haber hablado por teléfono con Pablo Iglesias. No se fían el uno del otro, luego cuesta creer que hoy o mañana vaya a ver algo “común” entre ambos. En común sólo hay recelos y dudas. Politicamente se detestan. Pablo cree que Pedro no es nadie. Pedro que Pablo no tiene donde caerse muerto en este momento.
Hoy el hartazgo es largo, y nos embarga cierta convicción de que dedicamos demasiado tiempo a gentes ordinarias a las que parece que poco les importa eso que llaman la sociedad civil, el interés general, los españoles, en fin.
Nadie sabe lo que va a pasar, esto es lo que me decía a finales de julio un dirigente socialista con mando territorial y que gusta de afirmar que tiene más influencia que poder. Nadie sabe lo que va a pasar, me volvía a decir hace unas horas.
-¿Estamos igual que hace un mes?
-Estamos.
-Estamos así porque se ha perdido el mes de julio.
-Se ha perdido.
-¿Y qué es lo que conviene al PSOE y a Pedro Sánchez?
-Lo que no convenga a Pablo Iglesias.
Si este fuera el estado de ánimo del PSOE hoy martes, tengan por seguro de que vamos a unas nuevas elecciones. Es probable que el resultado sea el mismo, que los bloques de derecha e izquierda queden igual, un Frente Popular del Siglo XXI y una nueva CEDA, que a eso suena lo de España SUMA (España suma, pero la corrupción resta, dice Rivera)
Como tantos españoles, soy de los que creen que mejor es ir a votar de nuevo antes que un mal Gobierno, que sería el que se vislumbró en julio y el que nuevamente reclama Pablo Iglesias
Parece que todo lo hubiéramos visto, y que aun conociendo los resultados sigamos jugando alegremente con las cosas que no tienen remedio. “De todas la historias de la Historia/ sin duda la más triste es la de España,/ porque termina mal”. No se trata de ir de cenizo por la vida con unos versos escritos por Jaime Gil de Biedma hace más de medio siglo, pero no me resisto a traerlos aquí cuando veo que estamos como estamos.
Como tantos españoles, soy de los que creen que mejor es ir a votar de nuevo antes que un mal gobierno, que sería el que se vislumbró en julio y el que nuevamente reclama Pablo Iglesias, y al que el PSOE vuelve a repetirle que el gobierno de coalición no es una opción. ¡Qué parte del no no entiendes Pablo!
Pero las reclamaciones al maestro armero, que decíamos los que hemos hecho la mili cuando se presentaba una situación con improbable arreglo. Los socialistas quieren elecciones porque saben que Podemos no les va regalar nada. No están en juego los votos del partido morado, cada vez más menguante y superado, está en juego la propia supervivencia de Pablo Iglesias. Y morirá matando. Por eso no hay que descartar que al final, en los minutos de descuento que en el fútbol llaman “de la basura”, Iglesias se descuelgue con un apoyo a la investidura, y sólo con eso. Te hago presidente, pero paso a la oposición, y ya veremos cómo te voy cobrando las facturas. Y vamos a ver Pedro Sánchez como eres capaz de gobernar. Si el PP no va a colaborar, si Ciudadanos no te va a pasar una y los de Unidas Podemos encuentran su espacio en la oposición, ¿cómo se gobierna este país?
Iglesias tiene la llave. Es posible que en este momento tenga más poder del que imagina. Si es capaz de evitar las elecciones que confirmarían su descenso y deterioro en el liderazgo del partido morado; si es capaz de que las bases olviden que su opinión importan poco -apostaron por un gobierno de coalición y no por otra cosa-, si es capaz de explicar que hay mucho poder apoyando la investidura pero fiscalizando cualquier movimiento del Gobierno sanchista, Iglesias podrá sosegarse. Si hay elecciones la incertidumbre alrededor de Podemos y de la propia figura de Pablo Iglesias está servida.
A fuerza de repetirme vuelvo a recordar lo obvio: que la suma de los votos del PSOE y Ciudadanos podrán dar a España la estabilidad que no vamos a tener y que tendrá graves consecuencias políticas, territoriales, económicas y sociales. Que sí, que vale, que Rivera dijo lo que está haciendo: nada con Sánchez; que sí, que eso es un valor, el de la coherencia política, hacer lo que se dice. Un valor que importa poco cuando el deterioro de tu país puedes detenerlo y está en tu mano. Como está en la mano de Pedro Sánchez llamar a Rivera y ponerle encima de la mesa un programa al que no pueda negarse, tal y como hace hoy con Iglesias. No lo hace porque no quiere. Quiere elecciones, justo lo que no desea Iglesias. Y se quiere así mismo, como aquella canción de Sabina: Yo, mi, me, y en último lugar contigo. Donde se dice contigo, pongan ustedes España. Y aquí paz y después… ¡Ay después¡
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