Los grandes líderes, como Zelenski, a veces son particulares peatones, ciudadanos que tienen un sentido de la responsabilidad y sobre todo, una mejor comprensión de la realidad. Nuestros políticos de la izquierda se han esmerado en hacer franquismo y antifranquismo después de Franco y hasta el mismo día de hoy para luego no apoyar a una democracia bombardeada en suelo europeo. Estos son los demócratas. También dicen que son pacifistas aunque solo critican el belicismo de una de las partes. Su elocuencia es su violencia y su amor a la Madre Rusia.
Los socialrealistas como Borrell, la new wave del socialismo, están desterrados de la política nacional. El socialismo que hoy gobierna se mimetiza con los camaradas del no a la guerra, estos partidos son el gobierno. Somos una democracia amuermada, y no vemos que lo que más añoran las dictaduras es la justificación de sus acciones, la juridicidad o legitimidad que les falta. Empeñan todos sus esfuerzos en fingirla y sustituirla por propaganda que luego compran nuestras izquierdas. De momento, la marisma de Podemos, Bildu, anticapis e IU se mueve bien en este ambiente. Sánchez ha logrado unir a toda la izquierda en una tropa de impresión, el encuentro del chico del póster del Che con el que atesora cacharros de la URSS y duerme con la foto de Putin debajo de la almohada.
La guerra con Ucrania nos ha sacado de dudas acerca de nuestra izquierda, porque estas almas cándidas que se preocupan tanto de la paz mundial solo acusan a Occidente de la crispación nuclear. Considero que la propaganda de las plataformas por la paz, apoyadas por muchas personas buenas e ingenuas, es extrañamente desequilibrada. Dicen que hay dudas sobre la eficacia del envío de armas de la OTAN, o la critican directamente, pero no dicen nada sobre el armamento ruso. Cuando el pacifismo no es neutral se convierte en cinismo.
Al final, parece que el presidente, que por encima de todo busca un poco de gloria profesional, ha optado por ganarse el amor de los socialrealistas
Estos cínicos son los antifranquistas, los que van de pacifistas y apoyan la revolución cubana, los anti OTAN… El error mayúsculo ha sido que el PSOE siga las directrices de sus camaradas cuando el tópico antimilitarista no es válido para los momentos que corren. Les tenía bien enfilados la ministra Belarra, parvenu política y bastarda de Iglesias, y los otros marchaban obedeciendo como soldaditos. En la política, como en las novelas, el hombre necesita que le quieran. Al final, parece que el presidente, que por encima de todo busca un poco de gloria profesional, ha optado por ganarse el amor de los socialrealistas. El amor y la gloria se han impuesto así a la superioridad moral y la ideología, a las pancartas anti OTAN y rollos afro y todo eso.
El peligro no es solo Putin sino los liderazgos que elegimos, porque llegan al cinismo, en nombre del pacifismo, por un proceso de estilización ideológica. La paz que piden por vía diplomática es tan irreal como la resistencia antifranquista o el mito de la revolución cubana. Los que vinieron a luchar contra el caudillo en pleno siglo XXI no van a salir nunca a defender las democracias que hoy necesitan nuestra ayuda, por eso hay mucho cinismo. Desde luego, había mejores figuras prodemócratas con Franco que sin él y también había pacifistas neutrales. Dicen que el cinismo profesional se combate con más cinismo, pero la ley, nuestras fuerzas armadas o la democracia no pueden caer en la trampa del cinismo.
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