Opinión

El pacto de hierro Otegi-Sánchez

Si Sánchez participa o no en la campaña electoral vasca es hoy un dilema para los socialistas. Después del desastre en Galicia y con el pánico que están exhibiendo ante

Si Sánchez participa o no en la campaña electoral vasca es hoy un dilema para los socialistas. Después del desastre en Galicia y con el pánico que están exhibiendo ante el asunto Koldo, la imagen fabricada de un líder con resistencia de acero adquiere perfiles cómicos. En la rueda de prensa de Rabat, posterior al besamanos del palacio real, el presidente del Gobierno parecía un boxeador grogui lanzando golpes al aire con la expresión absurda de quien, a punto de desplomarse, sonríe al público como si tuviera la situación controlada. En ese estado, no tendrá valor para intervenir en la campaña electoral del 21 de abril.

Como antes en Galicia y próximamente en las europeas de junio, la cita vasca será relevante para la continuidad o no de Sánchez en la Moncloa. Nada es hoy más trascendente para el interés nacional que poner fin a la inestabilidad permanente que provoca este Gobierno. Interesa, pues, hacer un seguimiento de la estrategia electoral del Partido Socialista vasco, que al modo sanchista practica una política entendida como el arte de mentir. El candidato Eneko Andueza, con poco tiempo al frente del partido, ha iniciado la precampaña con el manido “con Bildu, no, cómo se lo tengo que decir”. Para esconder el pacto Sánchez-Otegi hasta el 21 de abril, declara en El País que los socialistas serán “un dique contra Bildu”. Miente.

Repite la fórmula reproducida hasta la náusea por un partido subordinado a la causa plurinacional. Se dice una cosa en campaña para hacer lo contrario después. La practicó con devoción Salvador Illa en las elecciones autonómicas de Cataluña en 2021. El ministro de las “mascarillas fake” se comprometía entonces solemnemente a no pactar con los independentistas. “Es malo para Cataluña”, decía. Mentía. Desde entonces no ha hecho otra cosa que llegar a acuerdos con ellos en todas las instituciones catalanas. Ahora está negociando los presupuestos con el gobierno separatista, a la vez que el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, hace lo propio con ERC, tras llegar a la alcaldía gracias a los votos del PP.

En Cataluña y País Vasco, el objetivo de Sánchez es lograr gobiernos tripartitos con ERC y Bildu como fórmula para mantenerse en el poder. El resultado para el Psoe está siendo pérdida progresiva de poder territorial

El sanchismo practica la técnica de la “caza con reclamo” a la perfección. Engañan a los electores constitucionalistas pidiéndoles el voto para, a continuación, ponerlo a disposición del independentismo. Como ahora en el proceso electoral vasco, se pudo ver en Navarra. Antes de acordar hasta la entrega de la alcaldía de Pamplona, la socialista María Chivite declaraba con cara de cemento “no vamos a pactar con Bildu, es un compromiso personal”. El propio Otegi les suele poner en evidencia cuando le conviene, como al soltarles “¿dejamos de tomar a la gente por boba?, si llevamos cuatro años juntos”. En Cataluña y País Vasco, el objetivo de Sánchez es lograr gobiernos tripartitos con ERC y Bildu como fórmula para mantenerse en el poder. El resultado para el Psoe está siendo pérdida progresiva de poder territorial y mayor dependencia del independentismo. Para intentar evitarlo, mienten en campaña.

El Partido Socialista vasco y el candidato Andueza continúan la trayectoria de traición a la España constitucional de los últimos años. En 2016 se produjo un cambio radical nunca explicado. La entonces líder del Psoe vasco Idoia Mendía protagonizó una campaña de denuncia de la utilización del euskera como medio para discriminar a la mayoría de la población. Fue atacada con dureza desde PNV y Bildu. “El 70% de los vascos no pueden ser funcionarios”, decían entonces los socialistas con razón. Hace unos días, la misma dirigente, ahora vicelehendakari, ha acordado con los independentistas que 140.000 trabajadores -funcionarios y otros empleados- estén obligados a utilizar el euskera como “lengua de trabajo”. Sí, ¡traición socialista!

El PP, que en 2020 logró seis diputados, debería aspirar a un sorpasso al Psoe y a duplicar su representación actual. Habrá que ver la respuesta de los electores constitucionalistas a los pactos Psoe-Bildu

La subordinación del Psoe a los fines del secesionismo en el País Vasco sitúa al PP como único defensor de la España constitucional. Es dramático, pero resulta obvio. Inevitablemente habrá un gobierno independentista tras las elecciones, pero corresponde a Núñez Feijóo abrir en esa comunidad autónoma un proyecto de referencia para la mayoría que rechaza el separatismo. Que quienes abanderan la restauración de la constitucionalidad ganen representación en las elecciones del 21A es el desafío para la alternativa al sanchismo. El PP, que en 2020 logró seis diputados, debería aspirar a un sorpasso al Psoe y a duplicar su representación actual. Habrá que ver la respuesta de los electores constitucionalistas a los pactos Psoe-Bildu.

Está en juego si Sánchez aguanta en el poder tres meses o tres años, como pretende. En el País Vasco la artimaña que se va a utilizar es bien conocida allí donde los enemigos declarados de la España constitucional gobiernan. Pretenden lograr que los votantes constitucionalistas mayoritarios acepten como inevitables los gobiernos independentistas. En ese objetivo, las trampas de los sanchistas como Andueza son de gran utilidad para los planes de los soberanismos, y desenmascararles a tiempo, vital para la democracia española.

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