Opinión

Sus padrinos políticos en el banquillo, pero Susana no sabe nada

En términos políticos, Díaz es la heredera de lo bueno y de lo malo que su partido, el PSOE, ha hecho durante casi cuatro décadas en Andalucía

Fue un caluroso sábado del mes de julio del año 2008, día 19 en el calendario. Los socialistas sevillanos celebraban su XI congreso provincial en el hotel Barceló Renacimiento con una sola candidatura, la oficialista, liderada por José Antonio Viera Chacón. La non nata lista crítica estuvo encabezada por un joven Demetrio Pérez, avalado por agrupaciones próximas a Alfredo Sánchez Monteseirín y que, al no reunir los avales suficientes, pidió a sus partidarios el voto para Viera.

Ganó del tirón el congreso la candidatura vierista con el mayor respaldo de la historia del socialismo sevillano, con un 88,6% de los votos, por encima de los obtenidos por sus predecesores Pepe Caballos o el ugetista Manuel Fernández. El partido siempre unido como una piña. En su intervención como ganador del congreso Viera mandó un gran mensaje a los más jóvenes: «No penséis en escalar un puesto social o económico porque aquí no venimos a enriquecernos sino a servir». Y los allí reunidos aplaudieron todos a rabiar.

Aquel congreso de los socialistas sevillanos, la histórica agrupación de Felipe y Alfonso, no fue uno más, sino más bien fue un acto político cuyas consecuencias a medio y largo plazo cambiarían el devenir político del socialismo en Sevilla, Andalucía y, por extensión, en las instituciones por ellos controladas.

Como mano derecha de Viera, el exentrenador de fútbol y líder socialista sevillano, seguía una mujer joven, con carácter y muy ambiciosa llamada Susana Díaz. Pese a su juventud, con años de experiencia en las JJSSA desde 1997, ese era su primer gran cargo orgánico, el que le serviría como escalera en su ascenso al Olimpo del socialismo español. Seguía una vez más como número dos de la ejecutiva del partido en Sevilla y bajo su férreo control el aparato del PSOE como secretaria de Organización. Como presidente de aquella ejecutiva el titular hoy de Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, discreto y sinuoso personaje, clave en todas las maniobras que finalmente condujeron a Susana a hacerse con el partido en Sevilla por 133 votos de diferencia frente al alcalareño Antonio Gutiérrez Limones; fue su verdadero trampolín para conquistar Andalucía.

La conquista clave de la Agrupación de Sevilla

La Secretaría de Organización es el órgano más poderoso en el seno de las agrupaciones del PSOE. Por ese despacho pasan todas, absolutamente todas las decisiones de importancia que afecten al gobierno de los ciudadanos y donde el partido tenga intereses del tipo que sea. Es, por tanto, un ejercicio de desmemoria el esfuerzo que hace la presidenta Díaz para poner tiempo de por medio en los casos de corrupción que le afectan, tal y como hace para defenderse del espectáculo que está suponiendo su particular cruzada para erradicar la prostitución, mientras protege a los suyos implicados en juergas de puticlubs de media Andalucía y pagadas con tarjetas de dinero público de la FAFFE. O tolera que el alcalde susanista de Puente Genil mantenga en su puesto como jefe de la Policía Local, a un usuario de prostitución y en este caso con una menor por lo que fue procesado y posteriormente absuelto porque dijo que creyó que la niña tenía más de 17 años.

Se comprenden los esfuerzos de Díaz por intentar difuminar los sucesos del inmediato pasado que la presidenta ha vivido en primera fila

Diez años después de aquel XI Congreso el escenario resultante que se proyecta hoy no podía ser imaginado por casi ninguno de sus protagonistas. El vencedor de la tarde con su última vuelta al ruedo, José Antonio Viera, es hoy uno de los exaltos cargos que se sientan en el banquillo de los Eres. Y es quizá el procesado de nivel al que más fango rodea, al que se sitúa como el impulsor y ejecutor político administrativo del modelo de financiación que se juzga. A Viera, además, se le coloca en el epicentro del escándalo de los Eres, especialmente por los millones adjudicados a sus amigos del partido en la Sierra Norte y empresas concretas del área metropolitana de Sevilla.

Se comprenden los esfuerzos de Susana Díaz por intentar difuminar los sucesos y protagonistas del inmediato pasado que la presidenta ha vivido en primera fila, máxime cuando después de aquel sábado de gloria siguieron mil batallas y traiciones, entre otras la de su gran padrino José Antonio Viera; algo nada novedoso, una muesca más en el revólver de la política trianera. Ayudada por Villalobos desde Diputación, se activó la caída de Viera porque perdía elecciones, asumiendo Susana el control total del partido en Sevilla.

No son creíbles, por tanto, los malabarismos de Díaz para convencernos de que su cuentakilómetros de conocimiento y responsabilidades políticas de la corrupción sistémica se puso a cero hace solo cinco años, exactamente los que lleva de presidenta de la Junta.  Ni siquiera incluye el periodo previo de un año como Consejera de Presidencia e Igualdad nombrada por Pepe Griñán. Su mensaje electoral está claro: todo lo sucedido antes de 2013 no va conmigo, que respondan sus responsables que para eso están ante la Justicia. “Mi gobierno no tiene ni una sola mancha”, ha presumido.

Los 13 cargos de Díaz

Susana no resulta creíble porque no es posible imaginar que una mujer con su capacidad de control y liderazgo, que ha llegado a presidenta de la Junta, no se hubiese enterado nunca de nada de lo que se cocía ante sus propias narices entre el partido y el Gobierno de la Junta, máxime cuando fondos y prebendas siempre acababan en bolsas clientelares del o próximas a su partido. Los múltiples cargos que ha ostentado Susana Díaz gracias al PSOE confirman que la Sra. Díaz no es de las que se chupe el dedo ni parece que haya padecido ninguna discapacidad visual o auditiva.

La biografía de destinos políticos es extensa, desde que con 23 años accede a la Secretaría de Organización de Juventudes Socialistas de Andalucía (1997-2004). Concejala del Ayuntamiento de Sevilla (1999-2004). Teniente de Alcalde de Recursos Humanos de Sevilla (2003-2004). Diputada por Sevilla en el Congreso de los Diputados (2004-2008). Secretaria de Organización del PSOE de Sevilla (2004-2010). Diputada por Sevilla en el Parlamento de Andalucía (Desde 2008). Secretaria de Organización del PSOE-A (2010-2012). Senadora designada por el Parlamento de Andalucía (2011-2012). Consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía (2012-2013). Secretaria general del PSOE de Sevilla (2012-2013). Presidenta de la Junta de Andalucía (Desde 2013). Secretaria general del PSOE-A (Desde 2013). Presidenta del Consejo de Política Federal del PSOE (Desde 2014). Candidata a la Secretaría General del PSOE (2017). Y, ahora, nuevamente candidata a la reelección para presidenta de la Junta el próximo 2D.

Lo que ahora interpreta la presidenta andaluza es un ejercicio de desmemoria que intenta poner tiempo de por medio en los casos de corrupción

Susana Díaz, por tanto, no puede de un plumazo y con media docena de canutazos a los medios borrar catorce años de protagonismo político en la primera línea de mando del PSOE-A. En términos políticos ­–otra cosa son los aspectos jurídicos o penales, que no es el caso– Díaz es la heredera de lo bueno y de lo malo que su partido, el PSOE, ha hecho durante casi cuatro décadas en Andalucía y como máxima dirigente del partido debe asumirlo con todas sus consecuencias. Echarle la culpa de los errores políticos cometidos en el pasado a sus “mayores”, los mismos que están desde hace meses sentados en el banquillo de la Audiencia Provincial, es algo así como una tomadura de pelo a los que tienen memoria y conocen el percal.

Ese premeditado distanciamiento de Susana Díaz de quienes fueron sus padrinos o mentores a lo largo de su fulgurante carrera política –Viera, Monteseirín, Griñán, Chaves–  también resulta increíble porque sus efectos están siendo demoledores en la sensibilidad de una parte de la militancia al comprobar que ese marcar fronteras con el tiempo político, se ha trasladado también al ámbito personal. Son muchos los altos cargos socialistas procesados que se sienten abandonados a su buena o mala suerte por el partido al que tanto sirvieron. Ahora están callados porque las defensas así lo aconsejan, aunque alguno explote de vez en cuando como un ex alto cargo, investigado en los Eres, que escribía hace unos días en su muro privado de Facebook: “Vamos, la cosa no puede estar más clara, una papela y un sobre, si pone Psoe y Susana Díaz, es un fraude. Votad lo que queráis izquierda, derecha o centro, pero no a la señorita del Don Ángelo. Cualquier cosa antes que esa vierista, y no es una cantante de ópera”.

La referencia a Viera en este caso tiene enjundia, pero ese será otro capítulo. 

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