Opinión

Page, al acecho

Quien tenga la fortuna de visitar Toledo y dejarse caer por la Plaza del Conde es muy probable que vea, si levanta la vista hacia los ventanales del Palacio de Fuensalida, sede de la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha,

  • El candidato del PSOE a la Presidencia de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page -

Quien tenga la fortuna de visitar Toledo y dejarse caer por la Plaza del Conde es muy probable que vea, si levanta la vista hacia los ventanales del Palacio de Fuensalida, sede de la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha, la silueta de Emiliano García-Page afilando su espada toledana hecha para ocasión especial. El manchego aguarda pacientemente, o no tanto, la caída en desgracia de Sánchez para darle la estocada final, tras la decisión inapelable de las urnas en las próximas generales.

Page le tiene ganas al secretario general y no desperdicia ocasión para airear su falta de sintonía. Tras las recientes elecciones autonómicas, el presidente castellanomanchego, que ha podido resistir la embestida popular a diferencia de otros barones socialistas, manifestó abiertamente que no había sido felicitado por el presidente del gobierno y sí lo había hecho Feijóo.

Sánchez pretende movilizar a los suyos contra la derecha antes de verse cuestionado entre sus filas, porque los derrotados en las urnas se hacen preguntas

Con el anuncio de convocatoria de elecciones generales, no ha habido tiempo para digerir los resultados de las municipales y autonómicas. Sánchez pretende movilizar a los suyos contra la derecha antes de verse cuestionado entre sus filas, porque los derrotados en las urnas se hacen preguntas que van más allá de su gestión territorial. Es el órdago final de un presidente en las últimas, porque son muchos los agravios que ha soportado el pueblo español.

La campaña se perfila a cara de perro contra la supuesta amenaza de la extrema derecha, porque para Sánchez, sus aliados y sus propagandistas, toda la oposición es extrema derecha. Pero este cuento ya lo conocemos, es un mensaje gastado. En Madrid no funcionó. La arremetida de la izquierda contra Ayuso fue brutal, hasta el punto de ver en el Congreso a una ministra del gobierno, Ione Belarra, con una camiseta en la que aparecía el rostro del hermano de la presidenta de la Comunidad madrileña y una frase que cuestionaba su conducta durante la pandemia. Este caso ya pasó el filtro de la justicia, pero la izquierda apela a todo cuando falta proyecto y sobra malicia. No hemos visto en sede parlamentaria camisetas con las caras de los condenados en firme por el saqueo de los ERE, ni camisetas con las caras de los exetarras de las listas de Bildu.

Ahora con las generales, también en España hay ganas de dar un puntapié electoral, esta vez en el trasero de quien corresponde, el máximo responsable de la función

No obstante, los electores no compran toda la mercancía trucada que se les ofrece. El resultado fue una mayoría absoluta para Ayuso y la reducción a la insignificancia de Podemos. Ganas de ganar, Isabel de Madrid se enfrentó a la artillería inmisericorde del Gobierno central, pues en esta comunidad todos querían sacar tajada, y ha ganado la partida. Ahora con las generales, también en España hay ganas de dar un puntapié electoral, esta vez en el trasero de quien corresponde, el máximo responsable de la función.

El voto es de naturaleza multifactorial, de esto saben los sociólogos. La economía tiene mucho peso, indudablemente, pero también los valores y las emociones. Sánchez ha erosionado gravemente el Estado de derecho con sus concesiones a separatistas rebeldes catalanes y exterroristas vascos, con su asalto al poder judicial y con las leyes del gobierno de coalición beneficiosas para violadores y okupas.

La retirada de Ciudadanos favorece al centroderecha, Vox se consolida, parece que donde ha tocado poder no es el coco, Podemos es un púgil noqueado, Yolanda conduce un Panda con el motor gripado y Sánchez levanta las mismas pasiones que un coyote en una madriguera.

Tras el previsible resultado electoral de julio, García-Page se postulará como el refundador del socialismo de Estado. Quizás otros pretendan disputarle ese honor

Los que han perdido poder territorial, porque les ha aplastado la alargada sombra del presidente, van a estar muy poco motivados para arrimar el hombro en la campaña de las generales. Muchos desearán, abiertamente o en secreto, que el causante de su desgracia (o al menos la rémora para el triunfo) corra la misma suerte.

Cuando la izquierda agite la bandera contra la extrema derecha y, al mismo tiempo, favorezca los gobiernos municipales con mayoría abertzale de Bildu, todo resultará grotesco, y entre los electores cundirá la idea de que es una emergencia nacional acabar con el sanchismo.

Tras el previsible resultado electoral de julio, García-Page se postulará como el refundador del socialismo de Estado. Quizás otros pretendan disputarle ese honor, y muchos más aguarden este momento para salir del armario y declararse antisanchistas convencidos, con objeto de hacerse un hueco en las primeras filas del futuro Psoe. A moro muerto, gran lanzada.

Todo apunta a un cambio de ciclo. Si la calle lo cree, acabará sucediendo.

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