El Poder tiende a controlar (ellos dicen regular) todos los espacios de la vida ciudadana. Lo hacen por nuestro bien. Por el futuro siempre amenazado, por los niños, porque debemos ser buenos, por la Naturaleza, por la Igualdad, por la Reconciliación (siempre hay alguien con quién reconciliarse), por la Armonía y la Paz Social. Guionistas no les faltan. Pero. Ya lo dijo el gran Wolfgang Sofsky: “Todo poder pretende ampliar su zona de dominio. Intenta adueñarse hasta del último nicho libre. Consigue solidez y fortaleza cuando seca las fuentes del sentimiento de oposición y los hombres se transforman en amables vecinos y súbditos dóciles”. Así nos quiere el sanchismo. Sus principales armas son el colectivismo, la sexualización general, la hiper regulación y el castigo mediante multas e impuestos.
Me ha hecho volver a Sofsky el nuevo plan del Gobierno para controlar y normar (con la excusa de proteger a la infancia y de paso usurpar el terreno correspondiente a los padres, en la educación de sus hijos) una de las actividades más liberadoras, apaciguadoras y placenteras, practicada por los seres humanos: la masturbación. El Gobierno quiere imponer una especie de Pajaporte que los adultos tendrían que obtener y presentar para poder viajar al País de la Masturbación (léase páginas pornográficas). Porque ¿a qué se visitan (lo digo por experiencia) páginas pornográficas si no es para masturbarse?
Al margen de su afán controlador y fisgón, se trata de una medida propia de un sistema totalitario: atenta directamente contra la libertad individual y la privacidad.
Vuelvo a Sofsky: “La defensa de lo privado, va mucho más allá de la protección de datos. Es tarea de toda la civilización. Las fronteras de lo privado deben ser aseguradas siempre de nuevo, una y otra vez. No es el Estado de derecho el que garantiza la libertad de cada individuo. El derecho a la privacidad, a la inviolabilidad de la esfera corporal y existencial de cada individuo es una simple idea si no se la ampara y protege mediante la resistencia de la gente. (…) La privacidad merecedora de ese nombre abarca la libertad frente a contactos y atosigamientos no deseados, frente a coacciones de la comunidad, la sociedad y el Estado”.
El territorio de lo privado se reduce en la medida en que el Estado lo regula y coloniza ¿qué es eso de masturbarse tanto, pornógrafos? Al fondo de toda aspiración totalitaria hay agazapado un puritano y un recaudador
Vivimos en una sociedad que es un campo minado para la libertad individual y la privacidad: regulaciones, disposiciones, normas, pensamiento grupal, mujerismo, adoctrinamiento mediático, cháchara de género, cámaras, multas e inúmeros impuestos (a menos dinero en manos del ciudadano, menos libertad personal); el territorio de lo privado se reduce en la medida en que el Estado lo regula y coloniza ¿qué es eso de masturbarse tanto, pornógrafos? Al fondo de toda aspiración totalitaria hay agazapado un puritano y un recaudador.
El dinero es Poder. Hay que ser idiota para creer que el desmedido afán recaudatorio del Estado, obedece a las necesidades del llamado Estado de Bienestar. Pamplinas. El Estado falla ominosamente, y no por falta de dinero, en el cumplimiento de sus obligaciones fundamentales, ofrecer Sanidad, Seguridad y Educación de calidad a los ciudadanos. ¿De qué sirve la sanidad gratuita si tienes que esperar meses, o años, para acceder a un especialista, mientras se dilapidan miles de millones en chorradas vergonzosas, chanchullos políticos, pagos a chantajistas tribales, corruptelas que ni siquiera se castigan (el caso de los ERES en Andalucía, los atracos de la familia Pujol) porque las protagonizan políticos, y ellos mismos se encargan de indultar a los ladrones, asegurándose así una Justicia a la carta pagada por todos los contribuyentes.
Enchufes, prebendas, corrupciones y despilfarros sin fin, todo a la sombra y con la aquiescencia del mayor chupóptero que hay en España: el propio Estado
Y todo esto, al tiempo que crece inexorable el número de chupópteros conectados a los cofres del tesoro de la nación. Enchufes, prebendas, corrupciones y despilfarros sin fin, todo a la sombra y con la aquiescencia del mayor chupóptero que hay en España: el propio Estado. España es un barco lastrado por una partitocracia (da igual quién esté en el Poder) cuyo fin y propósito mayor es mantenerse, crecer y alimentar una descomunal clase privilegiada, los políticos y aledaños, y una red clientelar y funcionarial de voto cautivo que les asegura la permanencia en el poder. Es decir, el acceso al cofre del tesoro de los contribuyentes. La política española carece de vector moral, es una máquina insaciable dedicada a controlar y esquilmar a los ciudadanos.
Chorradas identitarias
Un país que permita un inútil, grotesco Ministerio de Igualdad que gasta 500 millones en chorradas identitarias, en diseminar estupideces wokistas y en estigmatizar al hombre blanco; un país en el que políticos roban 679 millones de euros y el Gobierno no se preocupa por recuperar el dinero de los contribuyentes sino por indultar a los ladrones, al tiempo que sostiene que no hay dinero para los enfermos de ELA; un país donde las ciudades se llenan paulatinamente de gente que vive en la calle, no es un país donde impere el Estado de Bienestar, es un país fracasado en lo fundamental.
Y lo último que se le ocurre a esta pandilla de chupópteros es fiscalizarnos el pito, Pajaporte mediante. Cuando los ciudadanos de un país permiten que el Estado les fiscalice el uso del pito, es que esos ciudadanos ya no son ciudadanos sino borregos.
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