El virus sigue campando a sus anchas, sin dejar rastro pero causando muertes, ingresos hospitalarios o en el mejor de los casos confinamientos en domicilio. La irresponsabilidad ya es cosa de todos, de unos más que de otros, no sólo de los ciudadanos que nos ponemos la mascarilla, mantenemos las distancias y se nos cae la piel de las manos de tanto lavarlas. Que la administración, sea la que sea, no nos atribuya la responsabilidad total porque no es ni sensato, ni justo, ni responsable. La irresponsabilidad está siendo cosa de todos, de los políticos de Ceuta y Melilla, Canarias o Madrid que no obligan al uso de mascarilla, del equipo de Fuenlabrada que aún a sabiendas que había casos en el equipo viaja y reparte el virus a diestro y siniestro, de los jóvenes que salen sin ningún tipo de control, de los empresarios que permiten macrofiestas sin protección. De Sánchez y de Torra.
Respetar la vida
Aquí la responsabilidad es de todos y la irresponsabilidad de una parte de los ciudadanos y de los políticos que no entienden de responsabilidad individual ya sea para ir a la compra, para gobernar un consistorio o una autonomía, porque, entre otras cosas, falla algo que es el pilar fundamental de cualquier sociedad: la educación. Esto no es de ahora, ya hace décadas que perdimos el tren en materia educativa en contenido y en valores. El hecho de respetar la vida del otro como tu propia vida, el tiempo del otro como si te afectara al tuyo, la salud del otro que contribuye al bienestar de la tuya. Por eso muchos, tras estos cuatro meses de restricción absoluta, se plantean abandonar las ciudades donde más se ha perdido el respeto para volver a conectar con lo importante, como la naturaleza, la vida, el bienestar individual, para contribuir al bienestar común.
Ya sabemos que en España son más importantes los bares que las escuelas, los pipican que los parques infantiles. Ni hablar de conciliación familiar y teletrabajo, en eso esperemos que la ministra Yolanda Díaz se esfuerce a fondo y tenga el apoyo político y económico necesario para mejorar la vida laboral en este país.
Los independentistas han criticado a diestro y siniestro el estado de alarma y mientras lo hacían se olvidaban de lo importante, de lo urgente, de lo necesario: adoptar medidas para proteger a la población
Aquí, en Cataluña, mi tierra, con soberbia se decía que si fuéramos independientes lo hubiésemos hecho mejor frente a la covid-19. Y ahora que podemos demostrarlo, desgraciadamente y muy a mi pesar, hay que reconocer que nos va de pena. Que nadie se frote las manos y que Moncloa no trate de mirar hacia otro lado por mucho que la responsabilidad sea ahora de cada comunidad. Sorprende que sea Canarias –la menos afectada por el coronavirus- la comunidad más preparada para rastrear y localizar al virus para evitar su propagación.
En Cataluña a juzgar por lo que tenemos, no nos hemos preparado en estos meses en los que el mando único era de Pedro Sánchez; los independentistas han criticado a diestro y siniestro el estado de alarma y mientras lo hacían se olvidaban de lo importante, de lo urgente, de lo necesario: adoptar medidas para proteger a la población. En Cataluña, según los expertos, necesitaríamos unos dos mil rastreadores de virus para controlar los contagios y la transmisión comunitaria, pero como somos unos cracks nos lo hacemos con entre 300 o 500.
Independencia y política
La irresponsabilidad política es un hecho basado en datos. Si bien es cierto que Torra admite críticas y reconoce errores, en este caso le ha faltado la humildad que cualquier mandatario necesita para poder enfrentarse a esta batalla. Cataluña no estaba preparada para contener la nueva ola de coronavirus y a los ciudadanos nos pilla un poco hartos de tener que quedarnos en casa cuando la administración ha hecho una dejación absoluta de parte de sus responsabilidades, bien sea porque piensa en la independencia, en las elecciones, en la libertad de los políticos presos, en lo mal que se entienden Junts per Catalunya y ERC, da igual. Nos faltan rastreadores, nos falta hacer más PCR, nos falta ser más humildes. Nos la estamos jugando otra vez y perdonen pero con la bandera no salvamos vidas, tampoco se cubre la corrupción de tiempos pasados y en manos de la Justicia. Pónganse a trabajar duro, más si cabe.
Los irresponsables no son solo nuestros jóvenes, también nuestros políticos que han puesto su ego por encima de su responsabilidad de prepararse y armarse frente a la covid-19. Cuídense, con mascarilla siempre.
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