Opinión

El paraguas de hierro

“Es la mayor oportunidad para España, desde la entrada de España en la Unión Europea. Y de eso hace 37 años… (inflexión de la voz y pausa para la repetición

“Es la mayor oportunidad para España, desde la entrada de España en la Unión Europea. Y de eso hace 37 años… (inflexión de la voz y pausa para la repetición de la cifra) 37 años. Por tanto, ocasiones como esta se presentan un par de veces en el siglo, como mucho, y esta oportunidad España no la va a dejar pasar.” El tono del presidente del Gobierno traslada al aire de la sala un aroma de solemnidad impostada que adorna con sintagmas incomprensibles. Se hizo un especialista durante el confinamiento de los cien días. Además, todo un prodigio: ¿cómo ha sido capaz de saber que en un siglo se presentan solo dos oportunidades? Queda por conocer cuándo se nos aparecerá la siguiente en el actual XXI. Le faltó añadir que con él empieza todo y que gracias a la generosidad de Su Persona hay reparto de 70.000 millones, en tres años, para modernizar la economía. Huele a otro Plan E, el de Zapatero, para ponerle de nuevo puertas al campo, como en la crisis de 2008 que hasta 2017 no dio por terminada la Comisión Europea. Le llaman Reconstrucción con mayúscula para no asustar con la palabra rescate cuya mala fama lleva por el camino de la amargura a quien la emplea. Cuando lleguen los euros se verá que nada es gratis. Ni siquiera aquella parte del fondo europeo que no se tiene que devolver.

¿En que lugar queda la hazaña de haber conseguido el ingreso en la Comunidad Europea diez años después del final de la dictadura o la participación de España en la puesta en marcha del euro en 1998?

En la Unión Europea tienen tomada la matrícula a un país que se hace trampas al solitario con la deuda pública y compone una la lista del paro disimulada por los ERTE. En Bruselas quieren hechos en el BOE, no cantos épicos fabricados por el druida al frente del batallón de asesores. ¿El dinero que va a llegar a España es la mayor oportunidad en 37 años? ¿En qué lugar queda la hazaña de haber conseguido el ingreso en la Comunidad Europea diez años después del final de la dictadura o la participación de España en la puesta en marcha del euro en 1998? Gracias a esas dos oportunidades bien aprovechadas, España sobrevive, aunque sin resolver a fondo sus problemas estructurales, los que impiden la modernización definitiva de una economía que no mira al espejo más que para ver lo añicos de sus desperfectos.

Sánchez habla para el resto de España sin medir el daño que, por ejemplo, le ha hecho esta semana a su candidato Gabilondo al desbaratar su propuesta de congelación de impuestos durante los próximos dos años

España mantiene la respiración asistida gracias al euro. Como suele explicar, desde la crisis de 2008, el profesor de Economía del IESE, Javier Díaz-Giménez, “un paraguas de hierro”. Bajo su protección, España emite deuda pública que luego acaba almacenada en las bodegas del propio Banco Central Europeo, a buen recaudo de los malvados mercados y acreedores financieros. El presidente Sánchez ya ha dado las primeras señales de que el asunto se va a poner serio y después feo. Si tiene que subir los impuestos será por culpa de Bruselas y si se penaliza la jubilación anticipada o se bajan las pensiones futuras, también. La salida de Iglesias del Gobierno necesitaba solo de un pretexto antes del comienzo de una etapa de negociación y presión por parte de los socios europeos, los que nos van a dar el dinero que Sánchez ya ha anunciado varias veces que va a repartir. No ha hecho más que empezar. La legislación laboral se hará de acuerdo con la Unión Europea al igual que los cambios en el sistema de pensiones o también la mejora del mercado interior lleno de barreras autonómicas que parcelan el país en 17 y por lo tanto le debilitan en su potencial de crecimiento.

Incómodo con el presente

Sánchez ya se ha saltado las elecciones en Madrid. Habla para el resto de España sin medir el daño que por ejemplo le ha hecho esta semana a su candidato Gabilondo al desbaratar su propuesta de congelación de impuestos para Madrid durante los próximos dos años. El presidente se siente incómodo con el presente desde el primer día de esta pandemia. Se deshizo del mando en cuanto pudo y ahora reaparece para jugar un papel que él cree trascendental para la historia de España. Mientras la canciller Merkel recupera competencias, Sánchez se refugia bajo el paraguas de hierro. Alemania y los socios del euro lo mantendrán desplegado hasta el día que empiezan a hacer preguntas a Su Persona sobre qué va a hacer cuando escampe.

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