Lunes 14 de febrero. Nueve de la mañana. Taza de café en mano empiezo a sopesar pros y contras del resultado electoral en Castilla y León. Y solo encuentro contras, porque hasta los ganadores (de verdad) la noche anterior, Vox y España Vaciada, se odian tanto que boicotearían cualquier proyecto en común con el presunto vencedor, Alfonso Fernández Mañueco. Nada bueno puede salir del fiasco estratégico al que nos ha abocado el PP con este inopinado adelanto electoral, por más que insista contumaz en el error su secretario general, Teodoro García Egea.
Ha supuesto un desastre para todos, Teo, reconocedlo: primero para ese Mañueco que, o gobierna la Junta de la mano Vox o repite elecciones -susto o muerte-; también para el siguiente en ese diabólico calendario que diseñásteis, Juan Manuel Moreno Bonilla, quien ha pasado en horas 24 de coquetear con un adelanto a primavera en Andalucía a comunicaros, como el ladrón de bancos del chiste huyendo “entra tú, que a mí me da la risa”… A octubre que se lleva las urnas y cruzando los dedos, ojo, para que Mañueco no se le eche encima con una forzada por Vox repetición electoral en Castilla y León.
Y, por supuesto, desastre mayúsculo para el segundo gran perdedor en diferido -la primera fue Yolanda Díaz- que es el jefe de Teo en el PP, Pablo Casado, a quien este domingo debió quedar diáfano el futuro: o pacta con su próximo vicepresidente Santiago Abascal o nunca sacará a Pedro Sánchez La Moncloa. Ni Mañueco era Ayuso bis ni hay cambio de ciclo político todavía. No con estos mimbres. Desengañaros.
Claro, que en este goyesco Duelo a garrotazos conviene no ocultar lo que supone para España que el socialismo otrora hegemónico en todos los territorios no sea hoy siquiera la sombra de lo que fue y tenga que sacrificar a su candidato, Luis Tudanca, para que el inquilino de La Moncloa siga ganando a Casado cuando sea a base de ceder espacio electoral a agravios territoriales varios. Esa fuga de voto socialista a España Vaciada la reconocía hasta la vicesecretaria general, Adriana Lastra, en la misma noche electoral.
En este goyesco Duelo a garrotazos conviene no ocultar lo que supone para España que el PSOE sea hoy una sombra de lo que fue y tenga que sacrificar a Tudanca para que Sánchez gane a Casado a base de ceder espacio a agravios territoriales varios.
Aunque Sánchez no tenga un Vox que le ladre a su izquierda porque Podemos ni es la sombra de lo que fue, su partido lleva tres años centrifugando votos y escaños hacia todos los socios que le mantienen en la Presidencia del Gobierno: PNV y hasta Bildu en el País Vasco, donde hoy el PSE es tercero; BNG en Galicia, por delante del PSdeG, y Más País en Madrid, por delante del PSM -en ambos territorios el socialismo es hoy tercero-. Y, desde el pasado domingo, Soria ya¡, Por Ávila o los leonesistas de UPL, entre otras siglas que este 13F han usado Castilla y León a modo de laboratorio para unas generales y que tienen en Teruel Existe su faro y guía... Sí, un desastre que al federalismo cuqui de chequera para que ERC y los agraviados se sientan cómodos vaya a salir tan caro a España, en general, y a su sistema político en particular.
Estamos ante la cuarta derrota autonómica del socialismo a manos de localismo -todo lo dulce que se quiera, pero derrota-, desde aquella fatídica obsesión de Sánchez el 28 de abril de 2019 con repetir elecciones y despreciar la mayoría absoluta de 180 diputados que sumaba con aquel exbecario de La Caixa, de la política y del bufete Martínez Echevarría Albert Rivera; se las prometió muy felices entonces el presidente pero seis meses después descubrió que había perdido 700.000 votos y tres diputados en esa ansiada repetición medida al milímetro… a tan solo dos semanas de haber sacado en helicóptero la momia de Franco del Valle de los Caídos.
Igea, como el padre de Hamlet
Ahí empezó también el desastre de Ciudadanos, que el domingo firmó su enésimo acta de defunción pese al voluntarismo del superviviente Francisco Igea que a partir de ahora, desde su escaño en las Cortes de Castilla y León va a tener oportunidad de aparecérsele a su íntimo enemigo, Mañueco, como el espectro del padre de Hamlet a Hamlet tras su asesinato.
He dejado para el final, capítulo aparte, a Unidas Podemos porque no es fácil, siendo segunda fuerza en el Gobierno de coalición de izquierdas y con una vicepresidencia y cuatro ministerios, sacar un raquítico diputado, Pablo Fernández, en medio de la espantada de su jefe de filas, Yolanda Díaz. Diecisiete horas, diecisiete, que se dice pronto, tardó la presunta candidata de lo que quede de Podemos a la Presidencia del Gobierno en reaccionar al batacazo, y lo hizo mediante un tuit contra Vox… no vaya a ser que los periodistas le hagamos preguntas incómodas:
Tras este análisis de urgencia, hice lo que hago habitualmente en estos casos, llamar a dos o tres personas de distintos partidos, a las cuales aprecio por sus análisis, para que respondieran al típico: “¿Cómo lo ves?”. Todos, a su manera, me aportaron ideas pero hubo uno que en su día mandó mucho en el PSOE, que me hizo pensar sobre la deriva en que se halla inmerso su partido.
“No podemos no mirar a la realidad y convertir el debate en un asunto de mera estrategia electoral porque llegará el día en que deberemos preguntarnos qué parte de responsabilidad tiene la izquierda en el auge de la extrema derecha”
El interpelado en cuestión empezó enviándome -“primero lee esto”- una entrevista al historiador Juan Pablo Fusi que los diarios de Vocento publicaban este fin de semana con el siguiente titular: “La pérdida del sentido de nación de la izquierda es una de las causas del auge de la extrema derecha”. No tiene desperdicio. Al cabo de un rato, proseguí mi diálogo con este importante ex dirigente socialista, cuyos comentarios transcribiré a continuación “por su importancia”, como solemos decir los periodistas cuando creemos que un dato, una conversación o un testimonio tienen entidad en sí mismos:
- “Debemos empezar a hacer reflexiones”
- “Porque lo cierto es que Mañueco pudo equivocarse al adelantar las elecciones, pero lo que es real es el tropel de gente que ha votado a Vox, y que el PP ha ganado siete escaños y el PSOE ha perdido”
- “No podemos no mirar a la realidad y convertir el debate en un asunto de mera estrategia electoral porque llegará el día en que deberemos preguntarnos qué parte de responsabilidad tiene la izquierda en el auge de la extrema derecha”
Justo en ese momento, quien esto escribe apostilla: “Totalmente de acuerdo”. Y aquel exdirigente del PSOE que un día fue, remata:
- “Por eso es tan importante lo que dice Fusi… España fue nuestra ambición y ahora parece ser la destrucción de lo que se construyó por consenso”
Amén.
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