Las imágenes, como el algodón, no engañan. Todos hemos visto a Sánchez danzar junto al señor mayor que preside los EEUU como si fuera uno de esos que te paran por la calle para una encuesta, pedirte la firma para no sé qué manifiesto en favor de la oruga canora – Pepín Tre dixit -, apelar a tu buena fe para apuntarte a Cuñados Sin Fronteras o chorradas similares. Ah, queridos hermanos, pero lo de Su Sanchidad no se recuerda en el mundo mundial. Ahí le tienen, ni corto ni perezoso, anunciando a bombo y platillo que iba, ¡por fin!, a reunirse con Biden para después asaltarlo en un pasillo aprovechando que el hombre está mayor y no corre mucho que digamos. Nadie logró tanto en tan poco tiempo.
La turra ha durado 30 segundos, el tiempo justo para que le impidieran a Sánchez entrar en el recinto. Ahora bien, qué treinta segundos. Porque un poco de Sánchez es una eternidad. Hay que reconocerle al muchacho, sin embargo, el esfuerzo hercúleo para sintetizar en ese brevísimo espacio de tiempo todo lo que le quería plantar. A saber: política en Hispanoamérica, cuestión migratoria, tratado bilateral, felicitaciones por la agenda progresista del yayete y no descarto que también la hermenéutica de lo concreto. Tremendo esfuerzo de síntesis, pardiez. Piensen ustedes que el gachupín que tenemos de presidente está acostumbrado a endiñarnos como poco dos horitas de discurso por televisión, total pa decir ná siquiera. Recuerdo esos Aló Presidente durante el confinamiento y me entra más jindama que al Platanito.
A Biden, lógicamente, el licenciado Sánchez le importa un huevo de avestruz. El abuelo ha seguido pim pam pim pam sin detenerse ni un segundo. El caso que le ha hecho es similar al índice de venta de abanicos en Siberia. Bueno, él se lo pierde, debe pensar Pedrete. Porque aquí, el que no se consuela es porque no quiere, demonios. Que ya sabemos que la política internacional del Gobierno no tiene ni medio pase, pero tanto desplante dice mucho y mal del gigante norteamericano. Nada, envidia que tienen de nuestro sol, de nuestra bendita tierra, de la singular belleza de nuestras mujeres y de lo bien que se come en España, porque hay que ver lo bien que se come, en especial el presidente, con sus jamoncitos pagados por todos, y los sindicalistas afectos a la cosa del crustáceo, también sufragados con nuestros óbolos. ¿Qué hay gente en las colas del hambre o escarbando en los contenedores? Eso es la extrema derecha.
Relación con Estados Unidos
Además, ¿qué importará que Biden le haga caso o no a Sánchez?¿Por qué tenemos que molestarnos en mantener una relación estrecha con la primera potencia de occidente? ¿Tan importantes son los lazos políticos, económicos o militares como para irle detrás en plan Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo? Yo digo que no y mil veces no. Donde esté una buena reunión con el Ortega de Nicaragua, con Maduro, con el charro calaveras del sombrerito que han elegido en Perú – hay que ver qué mala resaca tiene el Pisco – y ya no digo Cuba, que se quite el abuelo cebolleta.
Modestamente sugeriría a Iván Redondo que, aprovechando el centenario del gran Berlanga, proponga a su señorito que se disfrace de Don Luis, el viejo hidalgo que en la genial película Bienvenido Mr. Marshall se opone a recibir a los que tilda de indios con gran enfado. “¡Indios no son más que unos indios!”. Si Sánchez, en lugar de hacer de vendedor de enciclopedias o de acompañante de jubilado, hubiera vestido coraza y casco y le hubiese espetado a Biden lo de “¡Indios!”, mira, a lo mejor hasta me habría hecho gracia. No porque servidor sea de la opinión de que se puede pasar tranquilamente del país de las barras y las estrellas, sino porque sería gracioso que alguien, haciendo el indio, acusase a otro de lo mismo. Nota bene para tintinólogos: en “Objetivo: la luna” no vean como se pone el profesor Tornasol cuando el buenazo del capitán Haddock le dice que está haciendo el indio.
Treinta segundos, damas y caballeros, paseando a Biden. Si la próxima vez se lleva a Lilith de cheerleader, lo clavamos. Con suerte nos invaden los USA, estado asociado como Puerto Rico y a vivir. Peores cosas se han visto.
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