Es el “Carpe diem” elevado a la categoría de filosofía existencial de la joven pareja que hoy ocupa la Moncloa por uno de esos golpes que Fortuna, diosa del azar, suele repartir entre los osados de este mundo, los que persiguen un sueño imposible, los que se niegan a morir, los capaces de resurgir cual ave fénix de entre las cenizas de su desparpajo. Cuatro meses y pico llevan Pedro Sánchez y Begoña Gómez viviendo en la residencia de los presidentes del Gobierno de España, cuatro meses de vértigo, ciento treinta y tantos días en que al levantarse y abrir las ventanas desde las que se oye abrumador el tráfico que sube por la A-6 camino del Arco de la Victoria (habrá que cambiar eso, Pedro, memoria histórica) Begoña se pellizca las mejillas, no me lo puede creer, amor, ¿es esto verdad? ¿Es cierto lo que estamos viviendo? Cuatro meses que han sido cualquier cosa menos un camino de rosas, semanas de infarto, una tras otra a cual peor, y nadie sabe qué nos deparará el destino, cuánto duraremos aquí apalancados, imposible descifrar cuándo llegará el final, trataré de estirarlo, me aferraré cual lapa, pero nuestra suerte no depende de nosotros, reconozcámoslo, no está en nuestra mano, así que, Begoña querida, hagamos realidad la máxima de Horacio, aprovechemos el día, disfrutemos del momento sin confiar en el mañana.
Hubo un momento, quince días atrás, quizás menos, en que Pedro estuvo a punto de tirar la toalla, decidido a convocar generales para el 16 de diciembre, convencido de que no iba a poder sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el 19 por culpa de la actitud obstruccionista del PP y su mayoría absoluta en el Senado, más el control con Ciudadanos de la Mesa del Congreso, y entonces inició una ronda rápida de consultas a su entorno más cercano, los tres círculos del Poder de Sánchez, los círculos de un destino que no controla y que trata de proteger amurallando el perímetro. El primero, el formado por grupos que le apoyan en la Cámara. Ni hablar de adelantar elecciones. A ninguno le interesa. No, desde luego, a nacionalistas catalanes y vascos. Tampoco a Podemos, por muchos y variados motivos. El señor marqués de Galapagar está encantado de haberse conocido como vicepresidente de facto y ministro de Economía y Hacienda del Gobierno Sánchez. Ni siquiera los canarios las quieren.
Vinieron después las consultas al segundo de los círculos, el formado por los barones socialistas, un terreno complejo donde Pedro se sabe caminante sobre las arenas movedizas de las fidelidades forzadas y las traiciones a plazo fijo, con división de opiniones, con recelos a flor de piel sobre los daños que el abrazo del oso independentista pueda provocar en futuras contiendas electorales en las distintas CC.AA. Clave del arco de ese círculo es Susana Díaz, la reina andaluza, la sultana vencida, recrecida y retranqueada en esa Andalucía que el PSOE lleva décadas gobernando cual barragana siempre bien dispuesta a lo que tenga a bien mandar la elite del puño y la rosa, y Susana no quiere bajo ningún concepto que Pedro haga coincidir generales y andaluzas, en el fondo no le da la gana medirse en las urnas con su más querido enemigo, no me puedes hacer eso, Pedro, de ninguna de las maneras.
Llega entonces la consulta al tercero de los círculos de Poder, el más cercano, el de los amigos, escasos, y asesores personales, su jefe de gabinete, el locuaz Iván Redondo, el hombre empeñado en fabricar una marca presidencial de la imagen impostada de un Sánchez a quien el poder acartona como, a otra escala, hacía con la momia de Rajoy, hacer de Sánchez un nuevo Kennedy, y tienes que repetir muchas veces que tú eres el presidente del Gobierno, que lo oiga la gente por televisión, que le entre al populacho en la mollera, y viajar mucho al extranjero, aunque sea sin motivo, medirte con tus pares, los grandes del mundo, y hacerte fotos, y lucir a Begoña, y hablar inglés, que se note que tenemos un presidente que habla inglés, no como la Estaca de Bares de Mariano. Y tras Redondo, y el navarro Santos Cerdán, miembro de la Ejecutiva, que tanto me ayudó en los duros tiempos de la diáspora, Y Paco Salazar, el brazo derecho de Toscano, otro hombre fundamental a la hora de franquear a Sánchez el paso de Despeñaperros que le abrió las puertas de una Andalucía controlada por Susana. Y todos le dicen lo que en el fondo Pedro quería, quiere oír: que hay que aguantar, que hay que consolidar marca, que la situación es tan volátil que nadie sabe a ciencia cierta si vamos a durar dos años o dos días. Hay que resistir, Pedro, porque quien resiste gana.
Pedro consulta naturalmente con sus más íntimos colaboradores, la pareja convertida en guardia de corps, la singular Adriana Lastra, la fiel hasta la muerte Lastra, la mujer sin atributos, la pobre Lastra, lo que tú digas, Pedro, y obviamente con Ábalos, el Pepiño Blanco de este Gobierno, el hombre con mayor influencia en las decisiones del presidente, dicen que es ministro de Fomento aunque por Fomento no le ven el pelo, el ministerio más importante en cualquier Estado moderno paralizado porque su titular, que poco o nada sabe de la cosa, está a otras cosas, está a llevar el timón de una nave sometida a todas las tormentas, y Ábalos es partidario de adelantar, porque el PP está hecho unos zorros con el cambio de liderazgo y se trata de cogerlos en paños menores, porque tal vez no haya más remedio que volver a echar mano del 155 en Cataluña, pero en serio, de una vez por todas, y porque ir a generales con el brazo en cabestrillo del 155 y tal vez con la sentencia de los ERES de Andalucía recién salida del horno no sería la mejor idea. Y Luis Planas, ese misterio que ocupa Agricultura con acceso directo a Sánchez, también mete baza para apuntar un nuevo “pero”, la situación de la Economía, aún estamos en fase expansiva, Pedro, pero no la vayamos a joder, esto está perdiendo fuelle y no vaya a ser que dentro de unos meses el deterioro entre en el debate político, cosa que ahora mismo no sucede.
Tezanos inclinó la balanza
Y en el cruce de caminos del debate de los círculos se cuela José Félix Tezanos, el capo barbado del CIS, el maestro zen de los milagros demoscópicos, el genio de la lámpara que ha disparado las expectativas electorales de Sánchez más allá de donde Sánchez jamás soñó, Tezanos y sus cocinas electorales que, con tablas y ratios y porcentajes, irrumpe en el despacho del presidente y le explica durante media mañana que mucho ojo, que las elecciones las carga el diablo, que si convocas para el 16 de diciembre como me dices podríamos encontrarnos con un Parlamento tan dividido o más que el actual, un Congreso ingobernable, donde en cualquier caso podría resultarte mucho más difícil volver a ser elegido presidente a través del obligado proceso de investidura, mucho más arduo todo que en la gloriosa jornada de la moción de censura, 30 de mayo, tocata y fuga del cobarde Rajoy, porque el cartero nunca llama dos veces y no es fácil, querido Pedro, que te vuelva a tocar el gordo de Navidad dos veces seguidas.
Y entonces Pedro llama a Sevilla de vuelta, ya lo tengo claro, Susana, he descubierto que los PGE para el 19 no son tan importantes y que, leñe, si el PP se empeña se puede seguir adelante, disfrutando del paisaje, prorrogando los de Rajoy, de modo que no voy a disolver las Cortes en ningún caso, puedes convocar andaluzas cuando te plazca, y gracias Pedro, no sabes cómo te lo agradezco, me quitas un peso de encima, de donde se infiere que Pedro ha decidido resistir, que no hay mejor consejero que el instinto, aferrarse al cargo y durar, convencido de que la vida es un pañuelo lleno de mocos en el que puedes encontrar la fecha de tú muerte o la señal de tu mayor victoria, y él sabe que tiene dos talones de Aquiles que muy en particular le preocupan, dos enemigos de su estabilidad, dos asuntos que podrían hacerle saltar por los aires: el prófugo de Waterloo, por un lado, el loco de la colina de Waterloo (aunque la quiebra del bloque separatista abre al líder socialista una puerta de inusitadas expectativas de la mano de ERC, el grupo que le mantiene puntualmente informado del putiferio catalán), y ese tándem que forman el ex juez Garzón, querido Emilio, y su íntima la Delgado, el dúo enamorado surgido de las cloacas policiales, el dúo dinamita, el dúo dispuesto a sacar de la cárcel a un pájaro con pasta bastante, cinturón de explosivos adosado al refajo de una ministra que podría hacer explotar su carga en pleno consejo de ministros.
De modo que Pedro no disolverá, hay que seguir alimentando las bocas que hemos colocado, tantas prebendas, tanta empresa pública, a media Ejecutiva hemos colocado, a ver quién le dice ahora a Juanma Serrano y sus 200.000 papeles año que se vaya a casa y deje el chollo, así que Pedro esperará a la primavera para tomar una decisión, para dilucidar si va en mayo, como siempre se dijo, o alarga el dulce suplicio del Poder hasta el otoño del 19, porque de las municipales y autonómicas, con los dineros de Fomento y sus adjudicaciones, podrían salir muchos Ayuntamientos y alguna CCAA tomados por la coalición PSOE-Podemos, presentarnos en las generales más fuertes, durar, resistir, soportar los golpes y devolverlos, y, sobre todo, disfrutar, ya se lo he dicho a Begoña, “hay que disfrutar el momento”, vivir como príncipes, saludar como reyes, y ella está muy de acuerdo, nadie sabe lo que nos deparará el futuro, pero qué álbum de fotos para la posteridad, Begoña, qué maravilloso el mundo visto desde arriba, qué posados en la Casa Blanca con Donald y Melania, y ese vestido tuyo de Jesús del Pozo que tanto encandiló a tantos, y esas visitas a París, esos encuentros con Emmanuel y Brigitte, qué poca cosa Brigitte, ese codearnos con May y con Merkel, Piñera esta misma semana, qué grandes momentos en nuestra vida, ese padre tuyo que nunca creyó en mí, disfrutémoslo ahora que podemos, Carpe diem, y que le vayan dando por donde amargan los pepinos al futuro y, si me apuras, también a España, a las pensiones, al déficit, al Senado y a todo lo demás. ¡Begoña: Que nos quiten lo bailao…!
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