Opinión

Pedro, esto te costará muy caro

El sátrapa creyó tener un pueblo adocenado, inerte, sin músculo democrático. No será porque no lo haya intentado empleando

El sátrapa creyó tener un pueblo adocenado, inerte, sin músculo democrático. No será porque no lo haya intentado empleando los recursos más goebbelianos en materia de propaganda, mintiendo sin límite, echándole jeta a la vida y dándose la mano con todo aquel que quisiera servirle con el único fin al que ha consagrado su existencia: ser presiente del gobierno cuanto más tiempo, mejor. He de confesar que yo he sido muy pesimista respecto a la reacción de la gente y así lo he dejado escrito en estos billetes. De ahí que mi sorpresa haya sido descomunal. Cuando he visto las imágenes de la gente que, harta del sanchismo, de tanto desgobierno, de tanta inutilidad, de tanta perseverancia en el mal, de tanta ruina moral, social y económica, ha salido a la calle a protestar he sentido, por una parte, vergüenza por la escasa confianza que tenía en mis compatriotas; y por otra, una sincera alegría, un enorme orgullo.

Pedro, a pesar de que individuos como Lobato finjan introducir la papeleta en una urna que no tiene ranura, a pesar de que nos digas que tu partido te apoya, que la amnistía a los delincuentes de Bruselas es por el bien de España, a pesar del cementerio de verdades que tienes a tus espaldas, esto te costará muy caro. Porque el españolito de a pie está hasta los mismísimos y ha decidido, en función de su leal saber y entender, salir a las calles a decir que ya está bien, que no tenéis vergüenza y que vuestro tiempo empieza a ser de descuento.

Porque el españolito de a pie está hasta los mismísimos y ha decidido, en función de su leal saber y entender, salir a las calles a decir que ya está bien

Perdiste de manera estruendosa municipales y autonómicas y perdiste también las generales, aunque tu falta de escrúpulos te pueda permitir seguir gobernando aupado, no a lomos de gigantes, como escribió Víctor Hugo, sino en las jorobas de los Quasimodo de la política. Este fin de semana hemos visto a miles de ciudadanos que no llegan a final de mes, que han visto tragados por tu despilfarro sectario sus impuestos, que se hacen cruces de la permisividad con según qué delincuencia mientras se persigue con saña a autónomos, pequeños y medianos empresarios y, en fin, a todo el que demuestra que se puede hacer dinero trabajando y no con el subsidio.

Es la España real, la que ni conoces ni te interesa conocer porque a la que lo intentas te silban y dicen de todo menos guapo. Esa España poco acostumbrada a manifestarse porque tiene que ganarse el pan y no puede perder horas en enarbolar banderitas de colorines ni firmar manifiestos redactados para y por estómagos agradecidos. Es la España que importa, la que no podéis destruir porque es pura verdad, y eso es lo que os jode a tus socios y a ti. Esa España en la que vale lo mismo un joven universitario que planta cara al separatismo en su facultad que el director de un medio que no se plega a repetir tus consignas o una ex ministra que se pone al lado de sus compatriotas para protestar delante de Ferraz.

Esa España en la que vale lo mismo un joven universitario que planta cara al separatismo en su facultad que el director de un medio que no se plega a repetir tus consignas

Es España, son los españoles que están llenando plazas y calles diciendo no a la amnistía, que es lo mismo que negarte a ti, Pedro. Es la España que ni es de derechas ni es de izquierdas, ni de arriba ni de abajo, ni vieja ni joven, ni masculina o femenina, ni de esta región o de aquella, porque al fin y a la postre todos acabamos sufriendo las consecuencias de tus actos. Compartíamos, Pedro, y yo sin saberlo, la idea de que los españoles no iban a moverse del sofá. Ambos nos equivocamos. La consecuencia es muy simple: a mí me encontrarás también en esa enorme, inacabable calle llena de vida, de razones, de justa reivindicación y de ganas de cambio; a ti, todo esto te pillará en el búnker monclovita, esperando una salvación que no va a llegar y sabiendo que, más pronto o más tarde, deberás pagar el precio del mal que has hecho. Y será caro, muy caro, no te quepa la menor duda.

Porque la nación ha despertado y eso no tiene vuelta atrás.

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