No comprendo cómo hay gente que se extrañe, indigne o pasme porque Gracita Bolaños se gaste cuarenta mil lereles en contratar una empresa para que maquille a su jefe y al resto del gobierno. ¡Camaradas, la revolución será maquillada o no será!, parafraseando al clásico. Es de cajón, a ver quien compra esa filfa woke/separatista/comunista/¿qué me pasa doctor? si no está bien maquillada. Que somos tontos pero no hasta el extremo de aceptar que nos gobiernen los monstruos que produce el sueño de la razón. Ahora, si van bien peinaditos, maquillados como puertas, vestidos con ropas de postín y aprenden a poner carica de bonico, es otra cosa. Como mi Mariyoli, que le han hecho fotos en bikini en la playa la mar de natural, ella; ora me siento, ora consulto el móvil, ora leo, ora me meto en el agua pero que no se me moje el pelo, como una ciudadana más que plancha o le hacen la pedicura como ya dejó constancia en su día.
¿Y qué me dicen de Pedro? Pues que el zagal se pone una gorra de varear olivas y ahí va por el mundo, simpático y cariñoso con la gente, porque hay que ver lo majo que es. Aunque quizá se podrían poner fielatos de dudas respecto al asunto de chapa y pintura con Oscar Puente. Ahí debo romper una lanza en favor de la empresa porque hay cosas que ni en Lourdes. Y me pongo yo el primero. Créame, ministro, los intelectuales como usted y yo debemos conformarnos con nuestro saber y prescindir de bellezas externas y oropeles estéticos. (Busque oropel en el diccionario de la RAE, que hí se lo explicarán muy bien).
El precio es baratísimo porque Sánchez se maquilla más que Sara Montiel. Les hago una breve lista: con Puigdemont ha de maquillarse de pro Junts, valedor de su regreso a España y partidario de una confederación; con Esquerra debe hacerlo de partidario del Tripartito catalán, de Junqueras y de adversario de Puigdemont. ¿Con los del PNV? De Sabino Arana. ¿Con los Bildu etarras? Ahí no hace falta maquillaje, un pasamontañas sirve. ¿Con Marruecos? Ese es barato, barato: con pasarse una barra de Kamfort por la cara basta y sobra. Como hay mucha cara, igual con una sola no alcanza y han de comprarse dos. Pues se hace y punto.
Con Puigdemont ha de maquillarse de pro Junts, valedor de su regreso a España y partidario de una confederación; con Esquerra debe hacerlo de partidario del Tripartito catalán, de Junqueras y de adversario de Puigdemont. ¿Con los del PNV? De Sabino Arana
¿Qué se reúne con los empresarios? Maquillaje sobrio, con ojeras tipo Dama de las Camelias para que vean que sufre por la economía. ¿Y si es con los sindigambas? Pañuelo de colorines, bota de vino, no depilarse la unión entre ceja y ceja en una semana y decir mucho “¡Pero coño, me cagon la leche!” con el tono que empleaba Imanol Arias cuando hacía de Alcántara en “Cuéntame”. Otrosí, pensemos en el ahorro que supone no tener que maquillarse ante ministros y asesores, que forman legión. Ahí no hace falta afeite alguno porque todos saben a lo que van y sobran las caretas. Luego están las fiestas de guardar, como cuando se tiene que ver con el Rey. Ahí Pedro le da mucho a la brocha: duda sobre qué tipo de base de maquillaje ha de usar, el iluminador, si usar la sombra de ojos Dior o la de Chanel, ponerse un buen rimmel y un colorete que no sea excesivo, ah, y, lo más importante, el eterno dilema entre emplear una barra de labios rouge de Yves Saint-Laurent o una de Estee Lauder. Todo eso cuesta dinero, claro, pero no pretenderán ustedes que nuestro presidente vaya hecho un piernas por ahí.
Por eso se prodiga poco en el Congreso, porque ya se lo dice a la oposición: no me mires, no me mires, no me no me no me mires, no me mires, no me mires, déjalo ya, que no me he puesto el maquilla-je-je y mi aspecto externo es demasiado vulgar para que te pueda gustar. La cosa es no mirarlo nunca, digo yo. Y así te evitas líos como pactar el Defensor del Pueblo o el CGPJ.
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