Opinión

Pedro, Pere y Carles

Tengo un amigo que defiende que Cataluña es un culebrón y tiene toda la razón. De hecho, no sería descartable que el guion lo escribiesen algunos juntaletras de TV3. Fíjense lo sucedido con la
visita de Pedro, apuesto galán

  • Pedro Sánchez y Peré Aragonés -

Tengo un amigo que defiende que Cataluña es un culebrón y tiene toda la razón. De hecho, no sería descartable que el guion lo escribiesen algunos juntaletras de TV3. Fíjense lo sucedido con la
visita de Pedro, apuesto galán, a Pere Aragonés, bien, Pere, perita, Pere, Pere de mi corazón, que me corres por las venas con la fuerza de un ciclón. Sánchez desea obtener los favores de éste y le promete el oro y el moro. Bueno, el moro no, porque el reparto de menas no gusta a los de la extrema derecha, y me refiero a Junts. Imaginamos la reunión entre Pedro y Pere, preferentemente en un sofá Tu y Yo y decirle al de la gen “Serás más que reina” y a Pere, ay Pere, perita, Pere, responder lastimeramente “Mardito parné, que por tu culpita dejé yo al Junqueras que fue mi querer”. Y Pedro insistiendo: que si te doy la gestión del Ingreso Mínimo Vital, que si querías un tren eléctrico de pequeñín y no te lo trajeron los Reyes aquí te doy Rodalíes, y te condono la deuda con el FLA que me da lo mismo que sean cincuenta, sesenta o setenta millones de lereles, moreno salado, y te regalo la ley de amnistía y hasta te garantizo una financiación singular. Es evidente la persuasión tremebunda de Sánchez, más hete aquí que en casa de Pere, perita, Pere ven con los ojos atravesados – literalmente – tanto mimo y agasajo, el patriarca Junqueras no está de acuerdo y pregunta quién colgó un muñeco con su cara de un puente de la autopista y resulta que fueron algunos de Esquerra, y Ernest Maragall pregunta lo mismo por los infames carteles que usaban el Alzheimer que sufre su hermano Pascual, y le dicen que también fueron algunos descerebrados de Esquerra, y Ernest coge y rompe el carné, y el drama está servido en los patios de la hacienda de Maciá.
El culebrón no acaba ahí porque Carles, otro al que Sánchez le ronea – este hombre juega al billar a diversas bandas, aunque su banda sea solo una – lo deja plantado, sin presupuestos y en el lodo. Y Urtasun, que vendría a ser uno de los mozos de cuadra de Sánchez, dice que menuda hostia para el gobierno, que nadie sabía que iba a pasar, que les habían dicho que todo estaba atado, que a Marijesú, personaje secundario perfectamente prescindible, le ha dado un parraque y que todo es insostenible, inclasificable y biodegradable.

Imaginamos la reunión entre Pedro y Pere, preferentemente en un sofá Tu y Yo y decirle al de la gen “Serás más que reina” y a Pere, ay Pere, perita, Pere, responder lastimeramente “Mardito parné, que por tu culpita dejé yo al Junqueras que fue mi querer”

Mientras pasa esto porque Sánchez quiere que su capataz, Illa, lleve el cortijo catalán, se encuentra con que tiene que ir a declarar ante el juez porque su esposa Doña María Begoña Gómez de la Pampa no se sabe qué hizo con unos cursos de Master en guacamoles; Sánchez se enfada y escribe una carta – otra más, al final te sale un libro, macho – espetándole al magistrado que nanay que se ha muerto pichi, que le responderá por escrito, pero el juez, muy cuco, lo había citado como esposo y no como presidente así que la declaración ha de ser personalmente en persona personal. Y fórmase una algarabía y un relajo que ni en Sálvame, llamándose de todo unos a otros y aferrándose al cargo porque trabajar es pesadísimo, y llámase al orden pero el orden ha salido a hacer unos mandados, y de tanto agitar el argumento nadie nota que está parado hace tiempo y que no se mueve. Lo suyo en un serial que se precie, que parezca que suceden muchas cosas para estirar el chiclé el máximo sin llegar a conclusión ninguna. El truco es que haya una segunda temporada, una tercera y cuantas más, mejor. Ah, y esperen, porque todavía falta que Carles, el despechao, decida si viene, si no, si se queda, si vuelve o se va. De momento, por coquetear con Esquerra se ha cargado los presupuestos, lo que equivale a decir la legislatura. Aunque a Sánchez, que no aprueba una ley ni a tiros, le da igual. Con tal que el culebrón siga, parafraseando al poeta Patxi López, ¿a ti qué más te da?

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