Begoña se quedó sin cátedra. Sánchez sin presupuestos, aunque le queda el consuelo de la prórroga, como en los partidos malos con equipos chungos. Begoña, no. La Complutense ha 'chapado' (que diría Dieter) su garito y la ha arrojado extramuros del saber. Lo extraño es que estuviera dentro. Apenas bachiller, con dificultades de expresiónverbal y un currículum nada frondoso, su figura al frente de una cátedra no dejaba de resultar chocante. Cuatro años ha dirigido ese artefacto pomposamente titulado 'Cátedra de Transformación Social Competitiva' y alegremente sufragado por la Caixa y Reale seguros. Los patrocinadores han dicho basta, la Universidad ha hecho lo propio y recupera así un mínimo de su dignidad perdida. Goyache, un rector avezado en el mal, como el siervo ingrato de la parábola de Mateo.
"¿Pero cómo íbamos a despedirla si es la esposa del presidente?", declaró ante el juez, a finales de julio, Diego del Alcázar, marqués de la Romana, presidente del Instituto de Empresa, que la prohijó en primera instancia como impulsora de un sicalíptico Africa Center. Begoña goza de ese encanto personal que Camus definía como "una manera de oír que nos responden sí antes de haber planteado claramente ninguna pregunta". En su caso, el encanto radica en ser la 'señora de'. No hay más misterio.
Se ha quedado sin cátedra, víctima del fango. Quizás no sólo eso. El juez Juan Carlos Peinado, si le dejan, puede elevarla a la categoría de mártir de la ultraderecha lawfare. ¿Pero no iba a arreglar todo eso Sánchez con su ley anti-bulos? La anunció, imperativo y sulfúrico, el 17 de Julio en el Congreso, dos días antes de la comparecencia de su esposa en el juzgado de Plaza de Castilla. Un 'Plan de regeneración democrática' para 'dotar de mayor protección al ecosistema mediático', combatir la desinformación y las 'fake news' y ayudar al ciudadano a distinguir entre las noticias veraces y las que no.
El Hemiciclo es un quilombo
Era este el primer paso para acabar con los medios incómodos y silenciar a comunicadores molestos. Una operación paralela al hostigamiento de esos jueces indómitos que pretenden aplicar la ley. Pocas novedades se conocen de esa iniciativa, que iba a reeducar conciencias y enveredar voluntades. Estaba previsto que aterrizara en el Congreso a finales de mes. Todavía, ni rastro, aunque esta semana próxima habrá anuncios para despejar inquietudes. Bolaños y Urtasun son los encargados de negociarla. Hubo alguna reunión antes de la diáspora playera, breves contactos con los representantes periféricos de Frankenstein y no mucho más. La rentrée se ha topado con un Hemiciclo enrevesado y convulso en el que las agendas saltan por los aires, los proyectos se paralizan y las previsiones son un juego adivinatorio. No hay voto seguro ni enmienda indubitable. Hasta el PNV, cobardón, osó el miércoles despegarse por unos segundos del sayal del PSOE. Luego, jesuítico y farisaico como es la norma, se derritió ante Bolaños como una tortilla de La Penela, la fonda madrileña donde se celebró la ceremonia de contrición. Dos bofetones ha recibido ya el Ejecutivo nada más poner las posaderas en el Parlamento. La de Venezuela ha escocido. La bancada del progreso votando de nalgas a favor del espadón Maduro es una estampa merecedora de aquel saludo salivar con que un diputado de ERC saludó a Borrell cuando ministro.
El Parlamento se ha sublevado, la mayoría social de la que hablaba el gran líder se ha descuajaringado, la soledad del Ejecutivo es palmaria y la legislatura se antoja tan firme y sólida como unos pantis encharcados
Hay muchas urgencias en Moncloa. Y demasiados asuntos atascados en la Cámara que requieren hábil vaselina. La aprobación de los Presupuestos aparece en cabeza, sin enormes posibilidades de éxito. Prórroga tras prórroga, sin avizorar posibilidad de mayoría. Junts está en pie de guerra. Y hasta Ábalos se pone tonto con un voto pizzicato en forma de abstención para mostrar su enfado. Siguen a la espera leyes importantes como la Función Pública, Protección a la Infancia, Universalidad de la Sanidad, Paridad, Familia... Del ELA ni hablamos. El Parlamento se ha sublevado, la mayoría social de la que hablaba el gran líder se ha descuajaringado, la soledad del Ejecutivo es palmaria y la legislatura se antoja tan firme y sólida como unos pantis encharcados. Extramuros emergen nuevos incendios como el malestar de Bruselas al comprobar que Sánchez se ha convertido, súbitamente, en un vendedor de coches eléctricos chinos, o los aspavientos del criminal caraqueño, dolorido porque Margarita Robles le ha llamado dictador. Sobre los quebrantos económicos, como 'un cohete' averiado, basta repasar lo escrito aquí esta semana por Valladolid.
Sánchez ya avisa que seguirá adelante "con o sin el concurso de la poder legislativo". No hay autócrata al que no le estorbe el Parlamento. Es lo que Plutarco alababa de Filopemén: "mejor que mandar según las leyes, hay que saber mandar a las propias leyes". El gran narciso se empeña en recordar que le quedan tres años, como esos matadores que reniegan obsesivamente de su retirada.
La morralla de ERC
¿Y Begoña? ¿Qué pasa con la ley Begoña? Tantas prisas, tantas encendidas amenazas y ahí sigue, esperando el sueño de los Juntos (Junts). Viceuno Montero está encargada de apaciguar a Puigdemont. Con la amnistía no puede, que es cosa de Llarena. Será con los inmigrantes. Ni un maldito pienegro en tierra catalana, esa es la orden. Y con los dineros, con fondos de verdad, no con la 'morralla' que le han prometido a los bobales de ERC, según le espetó la fiera de Miriam Nogueras.
Aventuran que, una vez aprobada este martes en Consejo de Ministros, estará para noviembre, en coincidencia con el happening del congreso del PSOE. Otros hablan de febrero. Las buenas gentes del progreso se muestran impacientes. Andan sueltos todo tipo de opinadores y tertulianos que, lejos de morderse la lengua, se muestran cada día más beligerantes y dañinos. Toda su esperanza se concentra en la Audiencia de Madrid, que el día 30 decide si archiva o no la causa de la cónyuge imputada. Esa decisión señalará la fecha de caducidad del sanchismo.
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