A propósito de los regímenes de historicidad, mediante los que se establecen las relaciones de la historia con el tiempo, el profesor Jorge Lozano invoca Las confesiones de San Agustín para distinguir entre el presente del pasado (memoria), el presente del presente (atención) y el presente del futuro (espera), subraya que presente es el tiempo de la lengua que permite definir “yo” como la persona que dice “yo, aquí y ahora”. Califica el presente como el tiempo de la moda, desde el cual siempre se considera el pasado, horrible. En cuanto a la ignorancia que tenemos del futuro, la semiótica enseña que es precisamente esa cualidad la que permite atribuir todos los significados. De ahí que la casualidad pueda ser vista como causalidad, de manera que cuanto acontece de modo fortuito sea sustituido en la conciencia del observador como si se tratara del único efecto posible resultante de una causa predeterminada. De donde derivaría que lo no sucedido deviniera, entonces, en imposible.
Situémonos ahora en el 'presentismo', es decir, bajo la hegemonía del presente, para atender a descodificar las actitudes de Pedro Sánchez desde que pernocta en Moncloa. Identifiquemos, por ejemplo, a quienes posan junto al Papa Francisco en la fotografía tomada en la biblioteca de los aposentos pontificios, una vez concluida la audiencia concedida por Su Santidad al presidente del Gobierno el pasado sábado. La búsqueda para averiguar sus nombres y posiciones en el organigrama fueron en vano al no figurar en ninguno de los pies de las fotos publicadas. Desconcertaba, además, que esa incógnita hubiera sido incapaz de suscitar la más elemental curiosidad periodística, que parecía estar concentrada de modo exclusivo en el flequillo del nuevo peinado de Begoña, la esposa del presidente.
Sin embargo, cuando fue consultado, Miguel Ángel Oliver, secretario de Estado de Comunicación, sin hacer misterio ni acogerse a restricción mental alguna, indicó la composición del séquito que acompañaba al presidente. Supimos así que se trataba de Carmen Pérez Pérez, directora general del Departamento de Información Internacional; Jorge Mijangos Blanco, director general del Departamento de Protocolo; Carmen de la Peña, embajadora ante la Santa Sede; Aurora Mejía Errasquin, directora del Departamento de Unión Europea del Gabinete de presidencia: y Carmen Aguirre García, jefa de la secretaría del Presidente. Calibrados esos datos así como las ausencias de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que maneja las relaciones con la Conferencia Episcopal; del director general de relaciones con las confesiones religiosas y, sobre todo, por la otra parte, la aún más notoria del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, cabe hacerse una idea mejor aproximada del alcance o de la insignificancia política de la que se quería dotar o excluir al encuentro.
Discurso de Pablo Casado en la moción de censura
En cuanto al magnetismo, fue traído a colación de modo insospechado por Pablo Casado, líder del Partido Popular, en su réplica a Santiago Abascal en el Pleno del Congreso la mañana del jueves 22 de octubre. “Sánchez y usted”, dijo Casado, “son el imán y el metal, no sólo se atraen y se complementan, sino que expulsan todo lo que se resista a entrar en la política perversa de su campo magnético”. Llegados aquí, como indican los profesores Antonio Hernando y Juan M. Rojo en su libro Física de los materiales magnéticos, se impone reconocer que desafío primario del magnetismo de materiales es predecir para cada sustancia cuál es la imanación que adquirirá, es decir cuál es su susceptibilidad magnética, es decir su respuesta en función del campo magnético aplicado y de la temperatura. Sin olvidar que fue madame Curie quien en su tesis doctoral imaginó que la temperatura podría influir en la susceptibilidad magnética.
Influencia de la temperatura (dialéctica) que puede advertirse por cualquier observador que atienda un Pleno del Congreso de los Diputados. Pero la afirmación de Casado de que Sánchez y Abascal “son como el imán y el metal” es demasiado grosera porque considera la imanación de los metales por igual cuando sabemos la diferencia entre los paramagnéticos, como son los ferruginosos, el níquel y el cobalto y los diamagnéticos. Cuestión distinta es que consideren que los cálculos “exactos” a partir de primeros principios podrían a lo sumo “reproducir” aspectos de la Naturaleza pero que difícilmente ayudarían alguna vez a comprenderla. Por eso, coinciden con Fermi en que la Física es el arte de bien “aproximar” y que ese es el método para abordar y “entender” el comportamiento de la materia.
¿Tiene algún futuro ese arte de bien “aproximar” entre nuestros diputados? Si leyeran a Giles Lipovetsky y su ensayo sobre la sociedad de la seducción tal vez entendieran con Racine que “la regla principal es gustar y emocionar: todas las demás solo están hechas para alcanzar esta primera” y por ahí mejorarían su conexión con los electores. Veremos.
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