Opinión

Pedro Sánchez, el emperador desnudo se esconde tras el Rey

El emperador Sánchez está desnudo, y los silbidos y abucheos desde Sevilla a Murcia, pasando por Toledo y Madrid, no son más que la banda sonora del hundimiento que llevan meses avanzando las encuestas

El emperador Sánchez está desnudo y, cada vez que pisa la calle, se lo recuerdan. Este 12-O, el mismo al que acudía en 2017 cual Garzón descorbatado, se lo han vuelto a recordar con música de viento, silbidos, abucheos y gritos de “Dimisión” y “Fuera, fuera”. Son, según cierta prensa alérgica a estas demostraciones salvo cuando el increpado presidente lleva las siglas del PP, los ‘ultras’ que se apropian de la bandera y del desfile de la Fiesta Nacional. Pero los ‘ultras’ que silban a Sánchez son cada vez más y están por todos lados.

El emperador Sánchez es capaz de cualquier maniobra para evitar los abucheos. Incluso, de romper de manera inaceptable el protocolo y hacer esperar a los Reyes y no saludar a las autoridades para esconderse tras la figura de Felipe VI en un desesperado intento de apagar los silbidos y los gritos contra Su Sanchidad. Aunque el Rey tenga que esperarle y la presidenta de la Comunidad, el alcalde y el Jemad se quedaran sin el protocolario saludo del presidente del Gobierno.

El año pasado, Sánchez esperó a que el coche de los Reyes apareciera por la Castellana para llegar él. Sin embargo, en el minuto que transcurrió desde que fue anunciada su presencia por megafonía, el saludo a las autoridades –que este año se ha saltado- y los instantes que esperó de pie la llegada de Felipe VI, tuvo que soportar los abucheos y los silbidos. Sabía que este año se repetiría la escena y en un acto de soberbia, ha roto el protocolo, ha hecho esperar a Felipe VI más de un minuto y, cuando ha aparecido, se ha incorporado tras el monarca al tradicional saludo a los ministros y demás autoridades. Ni al llegar –no le daba tiempo- ni después ha saludado a las autoridades anfitrionas.

De poco le ha servido la maniobra. Los abucheos y la petición de dimisión se han multiplicado cada vez que la música militar daba una tregua. Sánchez, el emperador, el mismo que el primer año se colocó en palacio con su mujer junto a los Reyes para ser cumplimentados en el besamanos hasta que un funcionario de la Casa del Rey les pidió que se retiraran (el emperador esta desnudo pero el Rey sigue siendo otro), ha culpado luego al protocolo. Pero nadie le ha comprado la versión: su retraso era una maniobra calculada para evitar los abucheos aprovechando la presencia ya de los Reyes. Y si tenía que esperar Felipe VI, que espere.

Los abucheos y la petición de dimisión se han multiplicado cada vez que la música militar daba una tregua

La Casa del Rey no comenta el episodio. Como siempre: guarda silencio oficial ante todo lo que proceda o pueda suponer un desprecio o un choque con Moncloa. En realidad, guarda silencio ante casi todo. Y habrá que esperar a las filtraciones cortesanas habituales para saber cómo ha caído la impresentable rotura del protocolo de Su Sanchidad hacia el Rey.

El emperador Sánchez está desnudo

El emperador Sánchez está desnudo y no hay maniobra que le libre de que se lo digan a gritos en la calle. Hasta en la Corte de Moncloa ya saben que Su Sanchidad está en cueros y han tenido que decírselo. Aquella campaña que se vendió “para conectar” al presidente con el pueblo, el 'Gobierno de la gente', ha sido abortada. Se presentó en Moncloa y se supo que ‘el pueblo’ que acudió aquel día estaba en su mayoría formado por militantes socialistas y simpatizantes perfectamente escogidos.

Cuando de verdad llevaron al presidente a la calle, en Sevilla y en Murcia, sin casting previo, los abucheos se repitieron. La última vez, en un acto como presidente en Toledo. Moncloa ha tenido que rendirse a la evidencia y anunciar que los cincuenta actos en la calle se abortaban y serían sustituidos por encuentros con militantes con carné del PSOE.

Los abucheos y silbidos del 12-O en Madrid son ya una tradición que se multiplica por todos aquellos lugares que pisan Sánchez y muchos de sus ministros –Marlaska, por ejemplo, sufrió hace unos días el mismo recibimiento en un acto de la Guardia Civil y lo padeció en verano en un pueblo de Zamora asolado por los incendios-. Las terminales mediáticas del Gobierno insisten en culpar a “sectores ultras” que “no respetan al presidente del Ejecutivo de España y emborronan un acto como el desfile del 12-O”.

Pero lo cierto es que Sánchez, el emperador, está desnudo, y no hay Rey que le sirva de escudo ni aunque se salte el protocolo para no dar la cara. Los silbidos y abucheos, desde Sevilla a Murcia, pasando por Toledo y Madrid, no son más que la banda sonora del hundimiento que llevan meses avanzando las encuestas. Y que seguirán acompañando a Pedro, el emperador.

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