Opinión

Sánchez se equivoca de "camiseta" en Cataluña

"Nadie compra la camiseta del árbitro" era la frase favorita de Susana Díaz hace cuatro años, en plena ebullición el conflicto PSOE-PSC por el derecho a decidir de los catalanes; ya saben, aquel

"Nadie compra la camiseta del árbitro" era la frase favorita de Susana Díaz hace cuatro años, en plena ebullición el conflicto PSOE-PSC por el derecho a decidir de los catalanes; ya saben, aquel que desembocó en la famosa "Declaración de Granada" (2013) con la cual los socialistas volvían a prácticar su deporte favorito: patada hacia adelante al balón para no tener que hacer frente al problema de fondo. En este caso, el siempre peligroso para la izquierda debate sobre territorialidad... y desigualdad, que a muchos socialistas como Díaz les produce verdadera urticaria.

La envenenada frase -no vayan a pensar- no se la dirigía la andaluza a quien a la postre acabó siendo su rival en las primarias, Pedro Sánchez, por aquel entonces un desconocido diputado meritorio más, sino a un Alfredo Pérez Rubalcaba empeñado a toda costa en evitar el cisma hacia el cual se encaminaban PSOE y el PSC por el rumbo de colisión en el que Pere Navarro estaba embarcando al socialismo catalán frente al del resto de España.

Rubalcaba, igual de españolista o más que los quejosos Díaz, Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara o Emiliano García-Page, era el secretario general y tragó carros y carretas, Nunca compró la "camiseta del árbitro" que pretende ser el PSC; la considera tan "muerta" como aquella intentó en los inicios del conflicto su amigo democristiano Josep Antoni Duran i Lleida, para desgracia de una Unió hoy desaparecida, pero en el fondo se creyó obligado a hacer lo posible en Granada para evitar la ruptura en el socialismo patrio.

Por eso, hoy, superado aquel trance y con un socialismo catalán hoy en los huesos, muy necesitado de la marca PSOE para sobrevivir, sorprende ver cómo Pedro Sánchez se aproxima al desafío del uno de octubre... Porque hace falta una buena dosis de temeridad para ir a Barcelona el mismo día en el que Carles Puigdemont purga a tres consellers que se negaban a firmar cualquier ilegalidad relativa al referéndum, y ofrecer allí nada menos que una reforma del artículo 2 de la Constitución para encajar "las aspiraciones nacionales" de Cataluña.

Parlamentariamente, puro humo, un brindis al sol, porque, mientras el PP y Ciudadanos digan "no", resulta imposible cualquier reforma de la Carta Magna. Por ese flanco, no hay peligro... Pero hay que reconocer que sí debilita al Gobierno de España a dos meses de la consulta. Y, lo argumente como lo argumente, es desalentador ver a un jugador clave del equipo España enfundándose la "camiseta del árbitro" un minuto antes de empezar el partido.

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