De entre el centenar de personas que trabajan con el gurú Iván Redondo en el gabinete de la Presidencia del Gobierno, hay un grupito que en secreto le llama 'Iván Hitchcock'. El motivo de semejante sobrenombre tiene que ver con su gran afición al mundo del cine, en especial a las series, pero también porque suele utilizar técnicas típicas del afamado director británico.
Y es que Redondo, en su día a día, usa dos recursos narrativos muy empleados por Alfred Hitchcock. En primer lugar, el 'macguffin', que es una especie de señuelo inventado para distraer la atención del espectador y que carece de importancia en el conjunto de la trama. Es un truco que permite desviar las miradas y que, en vez de fijarnos en la luna, nos concentremos absurdamente en el dedo que apunta hacia ella.
Desde que Pedro Sánchez se instaló en La Moncloa, hemos asistido a innumerables 'macguffins'. De hecho, cada vez que se abre una gran crisis en el Ejecutivo, Redondo saca del cajón algo chispeante con lo que tener entretenido al personal y que se olvide de lo realmente importante. La típica cortina de humo, vamos.
El segundo recurso de Hitchcock que es también muy utilizado por el gurú de Sánchez, y que está íntimamente ligado al primero, son los sorprendentes giros de guión que dejan boquiabiertos a los espectadores. Así, al igual que en 'Psicosis' o en 'Rebeca', Redondo maneja los hilos de La Moncloa de tal forma que, si la cosa se pone fea, siempre es posible dar un giro de 180 grados sin inmutarse. Algo de eso fue lo que pasó tras las últimas elecciones generales, cuando Sánchez y Pablo Iglesias se fundieron en un abrazo después de que el primero se pasase toda la campaña diciendo que ese pacto era imposible.
Giro al centro
Precisamente estos días medio Madrid especula con la posibilidad de que Sánchez comience un giro hacia la moderación, tras haber conseguido aprobar por fin sus primeros Presupuestos gracias a los apoyos que, cual Celestina, se ha encargado de ir recolectando Iglesias. De hecho, en el Ibex-35 se escrutan con interés todos los movimientos de Sánchez en espera de una señal que permita confirmar ese cambio. Lo mismo ocurre en Bruselas, donde la Comisión Europea está alarmada por los últimos movimientos del Ejecutivo (reforma judicial, comisión de la verdad...). Y no digamos en Ciudadanos, donde Inés Arrimadas necesita como agua de mayo que el presidente se eche en sus brazos para demostrar al electorado la utilidad de su partido.
Con los Presupuestos aprobados y el estado de alarma vigente hasta el 9 de mayo, es difícil pensar que el Gobierno vaya a moderarse, por mucho que lo aconseje Redondo
Como contó hace unos días en 'Vozpópuli' el periodista Luca Costantini, Redondo, que quiere ganar las próximas elecciones, porque para eso le pagan, ya le ha dicho a Sánchez que ha llegado la hora de hacer un giro de guión al estilo Hitchcock. De momento, al parecer, no hay acuerdo con el jefe, si bien esta semana ya le hemos visto defender con algo más de ardor la monarquía y los ministros del PSOE se están empezando a poner estrictos con los caprichos de Podemos: ley antidesahucios y nueva subida del salario mínimo.
De haber giro al centro, debería producirse en las próximas semanas, pues en teoría hay elecciones autonómicas en Cataluña el 14 de febrero y allí los socialistas necesitan ir con una línea algo más moderada si quieren movilizar a su electorado del cinturón rojo de Barcelona.
Semanas decisivas
De Sánchez-Redondo podemos esperar cualquier cosa, por lo que no conviene descartar un nuevo giro de guión que deje en la estacada a Podemos y a los independentistas sin sus indultos. Sin embargo, resulta un tanto arriesgado que el PSOE vaya a prescindir de su socio de gobierno en plena crisis económica, con el peligro que supondría para el futuro un Iglesias llevando la pancarta en las calles y capitalizando el descontento social. Aunque, viendo el currículo del líder de Podemos, y con tal de mantenerse en la poltrona, tampoco es descabellado pensar que acabe tragando con un giro socialdemócrata de Sánchez.
Sea como fuere, las próximas semanas van a ser decisivas para saber qué futuro le aguarda a España. Si el presidente da señales claras de moderación, habrá demostrado una vez más ser el más listo de la clase y habrá conseguido de nuevo engañar a todo el mundo. Si, por el contrario, el Gobierno persevera en su deriva autoritaria, perdona a los presos del 'procés' y monta un tripartito con los independentistas tras el 14-F, quedará confirmado que su pacto con el diablo va en serio.
Teniendo en cuenta que el estado de alarma está vigente hasta el 9 de mayo, es difícil pensar que el Gobierno evitará la tentación de seguir haciendo lo que le dé la gana aprovechando que el Congreso de los Diputados le ha dado carta blanca para ello. Y encima con unos flamantes Presupuestos bajo el brazo que le aseguran cuerda para tres años más. Veremos.
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