Opinión

Sánchez, una serie de catastróficas desdichas

Nunca había sido peor el papel exterior de España, convertida ahora, por obra y gracia de Sánchez, en un actor tan irrelevante como poco fiable

No me cabe la menor duda de que este periodo iniciado en 2018 será visto por los historiadores como una calamidad sin fin. Se inició con una moción de censura apoyada en una frase de un juez progre, que luego el Tribunal Supremo obligó a retirar por falsa.

Los nacionalistas vieron en Sánchez a un personaje manejable por su descarada ambición. Sabían desde el principio los nacionalistas vascos y catalanes que el nuevo presidente cedería lo que hiciera falta para continuar en el poder. Así vimos por primera vez una moción exitosa; eso sí, contra un bolso de mujer.

A partir de entonces todo ha ido de mal en peor. Comenzó con una mentira, la convocatoria inmediata de elecciones, y continuó con otra, que nunca pactaría con Podemos, golpistas y filoetarras. Y ahí está Sánchez, tan calentito en Moncloa cometiendo sin pestañear un disparate tras una negligencia, un atentado a la democracia después de una vejación a la imagen de España. Esta es la tipología básica del sanchismo. Ampliemos.

Nunca había sido peor el papel exterior de España, convertida ahora, por obra y gracia de Sánchez, en un actor tan irrelevante como poco fiable. Es el resultado de la política dubitativa con Ucrania, la carta clandestina cediendo el Sahara que nos enemistó con Argelia, tras insultar diplomáticamente a Marruecos acogiendo a un terrorista y sin visitar a su rey como es tradición.

No acaba ahí el papelón internacional. Sánchez tiene a su lado en el Consejo de Ministros a comunistas que son enemigos de la OTAN y amigos de dictaduras como las de Venezuela y Cuba. Es más; esos ministros promueven manifestaciones antiamericanas y antiatlantistas, y hacen declaraciones a favor de Putin. Porque en el fondo de sus almas a los comunistas de Podemos, ERC y Bildu les encantaría que la guerra la perdiera Ucrania para que fueran derrotados la OTAN, Estados Unidos y todo lo que tiene de democrática la Unión Europea.

¿Se puede pedir algo más? Sí. El socio parlamentario de Sánchez es el golpismo catalán del que cada día se descubre algo que lo vincula más con Putin y su intentona de 2017. Y si además no hay política de defensa, no se cumple con el gasto militar, y se destituye a la directora del CNI por cumplir con su obligación legal, cómo fiarse de la España sanchista. No extraña que Biden saliera corriendo por aquel pasillo para no hablar con el español.

Atrás quedan ministros deplorables, como Carmen Calvo y José Luis Ábalos, tan ineptos como deslenguados"

Otra de las calamidades que nuestro país va a arrastrar es que Sánchez ha convertido al nacionalismo catalán en el poder más influyente en España, y solo para destruir la convivencia y pisotear la legalidad. Sánchez ha asumido el lenguaje independentista y sus “mesas bilaterales”, al tiempo que considera negociable las exigencias del golpismo catalanista por la única razón de permanecer en la Moncloa. Su permisividad ha hecho que el Gobierno de Cataluña se considere impune, ya sea con los indultos o con la inacción para que se cumpla la sentencia del 25% de español.

Esta degradación de la democracia la ha completado con los falsos Estados de alarma, prolongados innecesariamente solo para gobernar por decreto, sin las consultas y el debate propio de sistemas parlamentarios. Ha pisoteado a las Cortes y por tanto a la representación nacional. Pero lo de Sánchez no es el respeto a las instituciones.

No solo ha colonizado la administración y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado destituyendo a quien no comulgaba o se negaba a cumplir una ilegalidad, sino que ha hundido la reputación de instituciones como la Fiscalía, que ya declaró que le pertenece, o el CIS, convertido en una caricatura absurda.

A esto ha sumado los insultos al Rey y a la monarquía desde que mandaron a Felipe VI a La Habana para presentar el gobierno de “coalición progresista” sin las preceptivas consultas regias. A partir de ahí Sánchez ha querido sustituir al Rey o esconderlo, como en la entrega de despachos en Barcelona que provocó una protesta de los jueces. En esto no hay solo una ambición de Sánchez de ser Emperador del Universo, sino un deseo de complacer a los golpistas, que no perdonan el discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017.

Lo peor, sin duda, por doloroso, fue la pasividad ante la pandemia de covid-19 para celebrar una manifestación feminista el 8-M de 2020, y luego la negligencia en la gestión, que es la característica de este Gobierno. Con más de 130.000 muertos no caben chistes ni medias tintas, a pesar de que el cursi Iván Redondo y todo su envanecido equipo intentaron ocultar las cifras, los ataúdes, los fallecidos y a sus familias. En su desvergüenza Sánchez eludió toda responsabilidad y la echó encima de las comunidades autónomas, todo para evitar asumir el desastre y no enfadar a los nacionalistas.

Atrás quedan ministros deplorables, como Carmen Calvo y José Luis Ábalos, tan ineptos como deslenguados, cuando no algo más por ciertas maletas de Delcy Rodríguez en un aeropuerto europeo vetado para ella. Aquí tenemos otro motivo para que Occidente vea a la España de Sánchez como una república bananera.

La economía tampoco es lo suyo. La inflación ha alcanzado un récord histórico, con un factor subyacente; es decir, excluyendo el coste de la energía y los alimentos, que sube al 4,9%. Claro, así aumenta el coste de todo y disminuye el consumo, lo que ha generado el cierre de 12.000 empresas en los últimos cuatro meses.

La verdad es que el repaso deprime. Lo siento. Y no cabe relato alguno 'chulísimo', aunque siempre habrá quien disfrute de lo votado"

Todos más pobres pero el Gobierno no quiere deflactar porque está recaudando como nunca, y lo necesita porque el sanchismo es gastar y subvencionar. No hay una mejora estructural de la economía, como quiere la Unión Europea, ni se ejecuta el dinero europeo al ritmo debido. La Intervención General del Estado, libre de sanchismo, ha declarado que el Gobierno solo ha desembolsado 682 millones de los 27.000 presupuestados. Un auténtico desastre y una burla, igual que dar 50 millones para el paro en Andalucía el día que se inicia la campaña electoral allí, cuando el PSOE y su sindicato robaron 800 millones de los ERE.

Sánchez no solo ha sido poco eficiente, salvo para posar e ir en el Falcon, cuyo gasto oculta, sino que nos ha traído una serie de catastróficas desdichas. Y no es porque sacara al dictador Franco del Valle de los Caídos, que no importaba a nadie ni un higo, sino porque es gafe. La pandemia, la Filomena, el volcán de La Palma -cuya población sigue esperando el dinero que Sánchez prometió-, la guerra, y ahora la viruela del mono, cuyo foco son las saunas gays, un sector que forma parte del negocio familiar.

La verdad es que el repaso deprime. Lo siento. Y no cabe relato alguno “chulísimo”, aunque siempre habrá quien disfrute de lo votado.

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