A estas intempestivas horas a la que me pongo a escribir la columna, la tendencia que se apunta en las primarias en las primarias del PSOE de Andalucía parece ya irrefrenable: el candidato de Pedro Sánchez, Juan Espadas, se perfila como claro ganador sobre la otrora todopoderosa Susana Díaz y será candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía al obtener más del 50% de los votos escrutados de la militancia socialista andaluza.
De esta forma, Pedro Sánchez se toma venganza (y además por una persona interpuesta) de la única líder autonómica que se ha atrevido a echarle un pulso y refuerza su control orgánico sobre el PSOE, enviando además un claro mensaje a los barones y alcaldes críticos con su gestión: en este PSOE, enfrentarse a Sánchez significa la muerte política. No hay piedad para los díscolos.
Se equivocaría gravemente Espadas si pensase que estas primarias las ha ganado él, los votos de su inapelable victoria electoral entre los militantes del PSOE andaluz se los ha puesto Sánchez desde Madrid y no tengo duda alguna de que llegado el caso será el propio Sánchez quien se lo recuerde puntualmente si el hispalense tiene algún arranque de independencia electoral u orgánica.
En el PSOE manda Sánchez, en todo el PSOE. Punto
En el PSOE manda Sánchez, en todo el PSOE. Punto. Y solo a él le serán achacables los resultados de las próximas elecciones andaluzas, en las que se enfrentarán el actual presidente andaluz Juanma Moreno y Juan Espadas, un estupendo alcalde de Sevilla que a partir de este momento, si quiere tener alguna posibilidad de éxito, tiene que luchar por no ser percibido por la ciudadanía andaluza como el candidato designado digitalmente por Pedro Sánchez desde Madrid.
Una región la andaluza históricamente considerada como el granero de voto de la izquierda española, sobre la que al igual que en el sur de Italia está operando un cambio sociológico de gran envergadura que ha llevado en el país alpino a que el el antaño hegemónico Partido Comunista sea superado en la Italia meridional por opciones primero populistas y después conservadoras, y que hace que en Andalucía, las últimas encuestas digan con claridad que el Partido Popular se ha convertido en la opción política favorita al sur de Despeñaperros.
Sánchez podría haber permitido que Susana Díaz se estrelle ella sola contra Juanma Moreno y acometer tras ello una renovación ordenada de la federación andaluza del PSOE
Es por eso que sorprende que Sánchez haya decidido quemar sus naves imponiendo un candidato que va a tener una campaña complicada y cuyo fracaso se le achacará a él en exclusiva en lugar de permitir que Susana Díaz se estrelle ella sola contra Juanma Moreno y acometer tras ello una renovación ordenada de la federación andaluza del PSOE.
Una campaña a la que los socialistas andaluces van a llegar divididos y con heridas recientes supurando en sus cuerpos frente a un Moreno al que el maillot amarillo de la Presidencia de la Junta y la práctica desaparición de Cs le han inyectado ingentes cantidades de esteroides de las tres cualidades que los romanos pedían a sus gobernantes: la potestas, la auctoritas y la gravitas.
Pero todo eso será después de verano, de momento el resultado de la noche nos deja a Sánchez como nuevo sultán de Al-Ándalus y al PSOE, ya con todas las fichas, atado a su destino sin un solo contrapeso orgánico a su poder, un hecho sin precedentes que hará que cuando pierda las próximas elecciones, ya no habrá un solo líder socialista sin mochila capaz de salvarse de la quema.
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