¿Se imaginan que Pedro Sánchez, nuestro humilde presidente, sea el primer ciudadano español en vacunarse? Ya imagino el set en algún hospital de referencia, con una buena convocatoria a medios y ofreciendo una imagen de seguridad apabullante. Con humildad, con esa humildad por la que no se caracteriza públicamente, porque ya saben aquello de que hay que serlo y parecerlo.
Aguardo la llegada de ese día que ya nos venden como si fuera a ser la solución a todos los males de la pandemia, cuando, evidentemente, no es así. El guion de quién se va a vacunar primero sólo lo sabe su equipo de comunicación, que ya está elaborando el plan mediático para dar el pistoletazo de salida a la operación en España. Parece que esto es lo único que está claro a pocos días de que entremos en las fiestas navideñas. Nos habían dicho hace una semana que podríamos viajar para encontrarnos con los nuestros. También anunciaron que podríamos reunirnos diez personas en las celebraciones. Ahora llega lo evidente, lo que advierten los expertos, es decir, que o frenamos los planes para acabar este pandémico 2020 o vamos a surfear una tercera ola de escándalo.
Europa no está bien, España tampoco y la carrera por vacunarse es frenética. En Reino Unido, primer país del mundo en iniciar la vacunación, la primera fue la tierna anciana Margarette, y me pregunto a quién elegirá el equipo de Presidencia de Moncloa para asumir ese papel. A juzgar por el enorme lío que tenemos con esto de las comunidades autónomas y lo de dejarlas a su suerte en plena pandemia –a día de hoy no sabemos de un plan de vacunación nacional- podemos tener a 17 primeros ciudadanos que se vacunan al mismo tiempo que el presidente.
Nuevamente, veremos una absoluta desunión y una falta de coordinación para hacer frente a un tremendo problema de salud pública, pero evidentemente todos van a buscar su protagonismo en esta carrera. No debería haber muchas incógnitas sobre cómo se va a proceder a la vacuna, quién lo va a hacer –por mucho que la competencia en Sanidad esté transferida a cada comunidad- y dónde y en qué circunstancias. El ciudadano Pedro debería estar más centrado en el plan de vacunación que en el plan de comunicación del inexistente plan.
Responsabilidad personal
Todos necesitamos buenas noticias, celebrar de forma razonable las fiestas y que nos vayan bien las cosas. Eso es evidente, pero no nos pueden vender –como ya están haciendo- que la vacuna va a ser la gran solución, porque no es así. Igual que lo de que las cosas vayan bien es sólo nuestra responsabilidad, como cada día escuchamos. Tras estos nueve meses de drama continuo, creo que conviene atender a los expertos. Hay declaraciones que, automáticamente, te hacen poner con los pies en el suelo: “La vacuna no cura”. No, no cura. Por ahora no tenemos fármacos para curar la enfermedad, nos dice la investigadora del CSIC, Margarita del Val, y por ello no conviene confiar nuestra suerte a un proceso de vacunación en el que se está trabajando contra reloj y del que casi nada sabemos porque estamos centrados obsesivamente en ver cómo celebramos esta Navidad.
Papel mojado
El éxito de la ciencia y la investigación en todo este asunto es palmario y notorio. Supone una luz en el túnel, por supuesto, pero antes de poder ver los buenos resultados de la vacuna vamos a tener que seguir siendo muy prudentes. Quizás la mejor celebración para todos sea tener una sanidad reforzada que pueda atender a los covid, a los no covid y que se puedan seguir salvando vidas. Aquello de no dejar a nadie atrás de Pedro Sánchez, desgraciadamente, queda ya muy lejos. Una frase memorable convertida ya en papel mojado. La evidencia es que no hemos sabido unir los esfuerzos necesarios para salir juntos de esta pesadilla. Esfuerzos políticos, porque los sociales, los de la gente, los de la solidaridad de muchos, son evidentes, rotundos, aplastantes. Cuídense, con mascarilla siempre.
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