Opinión

Sánchez se viste de enfermera

El apoyo de EH Bildu al PSOE tiene algo de beso en Times Square, algo que parece amor. La pregunta es quién es el marinero y quién la enfermera 

La foto de esta semana queda borrosa. Acaso porque no hay un protagonista absoluto que presida la estampa, sino una pelea a codazos para salir el más guapo en la portada del día siguiente. Vale todo en el intento: desde Ada Colau travestida en El Rubius hasta Pablo Casado dando punteos a una guitarra. Así son las campañas electorales: previsibles, hiperbólicas, monosaturadas y atorreznadas.

A pesar de la gresca por robarse el show, una pareja se lleva la palma esta semana: Otegi y Sánchez posando no ya a lo Mendía ante los fogones aquellos del Diario Vasco, sino en modo Eisenstaedt -¿se acuerda lector?- aquel fotógrafo que capturó el beso con lengua que un apuesto marinero dio a una enfermera en Times Square. La pregunta es: ¿En el apoyo de EH Bildu al partido de gobierno, quién es el marinero y quién la enfermera?

Que Pedro Sánchez quiere ir vestido de guapo a todas partes no quiere decir que le dé resultado siempre, porque los hay más listos y más rápidos. Otegi, que por pistolero sabe moverse, le ha ganado la partida ante los focos. Ni la buena planta, ni la cresta a lo Antoñete o su oratoria de certamen de belleza convierten a Pedro Sánchez en el marinero que besa, porque en esta foto triunfalista, tiene más de mujer besada que de viril grumete.

Otegi le ha metido a Sánchez la lengua hasta la garganta, y éste ha aprobado sus seis decretos, que serán legales, porque -de poder- puede. La pregunta es si debe

Otegi tiene cogido por la cintura a Sánchez. De hecho, le mete la lengua hasta la garganta y, de paso, avisa a quienes no lo tengan claro que independentistas y nacionalistas serán decisivos no sólo para que Sánchez llegue a Moncloa, sino para que permanezca en ella. Marinero y enfermera, a lo posguerra, aunque ya se sabe que, como en aquella estampa, Otegi se dará un buen día la vuelta y si te he visto ni me acuerdo.  

De la Diputación a la deposición hay mucho más que una rima. Habrá aprobado Sánchez sus seis decretos, será legal, porque -de poder- puede. La pregunta es si debe. Si se hunde o no a lo Titanic es lo de menos. A Sánchez no le importa vestirse de enfermera si con eso consigue continuar en el poder. El Falcon bien vale una misa y a él, todo sea dicho, no hay quien le gane aplicando, al pie de la letra, el manual de resistencia.

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