Opinión

El pensamiento inercial

En 1978 la tarea formidable fue la transformación de España en una democracia. En esta hora decisiva, nuestra misión es preservarla de la aniquilación

No hay nada que contribuya más al enquistamiento y al agravamiento de los problemas que intentar resolverlos aplicando el pensamiento inercial. Esta forma de analizar los fenómenos, sean éstos políticos, económicos, sociales, laborales, militares o físicos, consiste en sentar ciertas hipótesis que supuestamente los explican, y seguir adheridos a las mismas por mucho que la observación, la experimentación y la evidencia empírica derivada demuestren reiteradamente que conducen a resultados falsos o contraproducentes.

La creencia durante la Edad Media, y hasta bien entrada la Edad Moderna, de que aplicar aceite hirviendo a las heridas contribuía a su cicatrización, o que muchas enfermedades debían tratarse mediante sangrías para equilibrar los humores, envió a la tumba a un número ingente de heridos de guerra por septicemia, y a multitud de buenas gentes aquejadas de una simple gripe o una indigestión por falta de defensas. Asimismo, el triunfo del modelo geocéntrico sobre el heliocéntrico retrasó durante veinte siglos la comprensión de la Dinámica celeste.

La alternativa a no aplicar sin complejos las leyes vigentes es la desaparición de España como Nación, aunque suene muy dramático

Pues bien, tan absurdo abordaje de la realidad es el que siguen con tozudez digna de encomio tanto el Partido Popular como el Partido Socialista para apaciguar el conflicto separatista en Cataluña. Impermeables a la verdad ya incuestionable de que no existe otra solución política que a través de concesiones y pactos que calmen por fin la exacerbación obsesiva de la diferencia, la invención de la Historia, la deslealtad dolosa y el desafío a la legalidad de los partidos secesionistas, el Gobierno y la principal fuerza de la oposición se mantienen impertérritos en la ineficaz estrategia que ha desembocado en un golpe de Estado, a mayor abundamiento preparado ante las cámaras de televisión y financiado por el Tesoro público de ese mismo Estado objeto de la agresión.

Una vez salvada in extremis la situación por el Rey y los Tribunales, en el campo de la acción política Rajoy y el tándem Sánchez-Iceta no salen de su obnubilación e insisten en que hay que "recuperar la normalidad". Dado que nada de lo que ha sucedido en los últimos tiempos en Cataluña, y continúa sucediendo hoy, es normal, sino que su anormalidad ha degenerado ya en esperpento, no se trata de volver a una normalidad que es totalmente anormal, antes bien hay que neutralizar definitivamente el origen y la causa del desastre y para ello se debe recurrir, por incómodo y duro que resulte, a los procedimientos extraordinarios previstos en la Constitución y demás ordenamiento vigente, y hacerlo por todo el tiempo necesario y con la contundencia requerida. La alternativa es la desaparición de España como Nación, aunque suene muy dramático. Los dramas también aparecen en la vida de los pueblos y si no se afrontan los liquidan.

Rajoy y el tándem Sánchez-Iceta siguen empeñados en volver a una normalidad que es totalmente anormal"

Yendo a la actualidad reciente, sorprenden los reproches a Ciudadanos por parte de determinados sectores de opinión a los que su justa indignación por la inanidad del Ejecutivo nubla algo la claridad de juicio, en el sentido de que la formación naranja se ha equivocado al exigir elecciones autonómicas en un plazo breve o de que hace mal al no ceder un escaño a los populares en el Parlamento de Cataluña debilitando así, dicen, la capacidad de acción del bloque constitucionalista en la Cámara. Estas bienintencionadas críticas se centran en lo inmediato y episódico y pierden de vista el escenario de fondo y el largo plazo.

 A la vista de la trayectoria del PP a lo largo de casi cuatro décadas en Cataluña, y de que todavía después del espectáculo dantesco al que hemos asistido desde la aprobación fraudulenta de las leyes del Referéndum y de Transitoriedad, ha recibido alborozado el discurso hipócrita del nuevo Presidente de la Mesa, separatista confeso, tan esencial es para parar la hoz de los segadores de constituciones democráticas el someterles a la ley utilizando la coacción legítima del Estado de Derecho como borrar del mapa a cualquier lastre que dificulte la derrota del totalitarismo supremacista.

Ciudadanos ha lanzado al resto de España la señal de que el PP y el PSOE no sirven para derrotar política, ideológica y jurídicamente a los golpistas"

En otras palabras, Ciudadanos, con recto criterio, ha propiciado unos comicios que pudieran cortar de raíz la presente ofensiva golpista intentando una maniobra arriesgada y valiente con dos propósitos: ser la opción más votada, cosa que ha conseguido, y lanzar la señal al resto de España de que el PP y el PSOE no sirven para derrotar política, ideológica y jurídicamente a los golpistas, propiciando en las próximas generales un Gobierno al que no le tiemblen las piernas y que lidere la magna operación de rectificación de los errores del pasado que nos han traído hasta aquí.

Las elecciones catalanas del 21-D han cumplido una función esencial: poner ante los ojos de los españoles la necesidad y la urgencia de reemplazar las manos vacilantes del duopolio corrupto y pastelero que ha conducido durante cuarenta años el desarrollo y la gestión de la arquitectura institucional levantada en 1978, con tantas expectativas ahora frustradas, por nuevos liderazgos políticos, intelectuales y sociales, frescos, limpios, innovadores y dispuestos a luchar con decisión por sus convicciones. Entonces, la tarea formidable fue la transformación de España en una democracia. En esta hora decisiva nuestra misión es preservarla de la aniquilación.

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