Cuando el peronismo se está hundiendo en Argentina, florece en España como una franquicia del invento. Hace unos días se publicaban los fundamentos de la condena judicial contra la vicepresidenta Cristina Kirchner por robo sistemático con “un perjuicio descomunal al Estado”. Antes, la vicepresidenta española Yolanda Díaz se solidarizó con ella y proclamó en Buenos Aires, junto a sus colegas comunistas iberoamericanos, admiración por la condenada. “Es mi referente en el mundo, como política y cómo mujer”, proclamó.
Casi al mismo tiempo hemos conocido el modelo de financiación de las pensiones de José Luis Escrivá. En síntesis, se puede decir que no podría ser, en la forma y en el fondo, más peronista. Para la sostenibilidad del sistema, se propone el milagro de los panes y los peces. Para soportar el aumento geométrico del gasto en jubilaciones, penaliza la creación de empleo. Un suicidio nacional: más riesgo país y menor atracción para inversión y talento. Setenta años de experiencia peronista del modelo garantizan fracaso. A la “trampa Yolanda” de los fijos discontinuos, sumemos ahora la “trampa Escrivá” de las pensiones del sanchismo-peronismo.
Cómo no se le ocurrió a Emmanuel Macron esta genialidad para evitar la revuelta en las calles. Aquí, la coalición de PSOE, Unidas Podemos, sindicatos de clase (UGT y CCOO) e indepes falsifica su chapuza como un pacto de Estado (¡contra la oposición!). No hace falta ser un lince para comprender que en realidad estamos ante un panfleto electoral con la leyenda escrita “retrátese, señor Feijóo”. ¿La Comisión Europea? Ha optado -¡qué novedad!- por un “allá ustedes”. En la UE, a la hora de captar inversión y talento, a nuestros competidores no les va a quitar el sueño esta iniciativa pensada para lograr el visto bueno de Pablo Iglesias.
Más de la mitad de los medios de comunicación en España tienen por desempeño diario banalizar los desastres sanchistas
El parto de los montes se produjo tras siete días de marzo gloriosos -concluidos el 8-M- que echaron abajo la tramoya destinada a tapar las vergüenzas de la coalición sanchista. Las manifestaciones de la secretaria de Estado Rodríguez Pam y las imágenes obscenas del diputado socialista Tito Berni, reforzados por las “explicaciones” de Patxi López, simplificaron el balance de legislatura de la coalición del sí es sí. Pedro Sánchez, en medio del caos, completó el cuadro con su “somos un gobierno que ofrece estabilidad”. Imitaba la distopía orweliana 1984. Si allí la consigna era “la guerra es la paz”, el doctor traduce como “la inestabilidad es la estabilidad”. Lección de primero del sanchismo-peronismo.
El teórico David Runciman explica en La hipocresía política cómo, ante las medidas de gobierno basadas en el permanente engaño, debemos fijarnos, más que en las mentiras, en para qué se miente. ¿Qué fines persigue el lenguaje tramposo de Sánchez? Cuando acuña expresiones hipócritas como “efectos indeseados” de su ley que excarcela a violadores, o al mentir con datos de PIB, desigualdad, paro o gestión de la pandemia, todo está pensando para normalizar una coalición de gobierno que es una anomalía en la UE.
La treta no se mantendría en pie sin una cooperación mediática imprescindible. Más de la mitad de los medios de comunicación en España tienen por desempeño diario banalizar los desastres sanchistas. Incluso muchos de los que se podía esperar un ejercicio periodístico más libre hacen seguidismo por aquello de no parecer anti-sanchistas. Quienes se atreven a la crítica, y militan en una de cal y otra de arena, son aplaudidos como merecedores del pulitzer por valientes. Tanta subordinación explica que parezca inevitable criminalizar la lengua materna mayoritaria y común de los españoles o que un consejero de Sanidad diga, sin producir un terremoto, “mejora la salud, si se atiende en catalán”.
Una diputada regional del PSOE de Castilla y León, Nuria Rubio, lanzó en sede parlamentaria este despropósito: “No nos asustaron en el 36, menos ahora”
Han destruido el lenguaje público. Como en la nuevalengua de Orwell, el objetivo es que la mentira pueda pasar por verdad. Así se comprende que los responsables de la ley del sí es sí puedan colocar sin dificultad justificaciones hipócritas, protegidos por una mayoría de medios periodísticos entregados. No es nuevo. Entre los recursos para banalizar el sanchismo-peronismo destaca la masiva fabricación de relatos emocionales -izquierda vs. derecha- al servicio de un conglomerado político que tiene por objetivo la destrucción de la España constitucional, que incluye las “embajadas” independentistas contra España aprobadas con el voto del Partido Socialista.
Han logrado que gran parte de la población asuma que la perversión electoralmente interesada de nuestra historia parezca razonable. Recientemente, una diputada regional del PSOE de Castilla y León, Nuria Rubio, lanzó en sede parlamentaria este despropósito: “No nos asustaron en el 36, menos ahora”. Dirigiéndose a los diputados de Vox, añadió "tenemos todavía compañeros en las cunetas”. ¿Las familias españolas clasificadas según criterios de guerra civil? Nadie se atrevería a una indecencia de esta envergadura si no supiera, como ocurrió, que el discurso sería normalizado por una mayoría de medios periodísticos. El objetivo de la joven diputada era obvio, e inmoral.
Quien haya seguido la trayectoria del peronismo identificará prácticas similares. Ahora toca, al servicio de la versión peronista que coordina Sánchez -los de arriba, los de abajo-, un asalto final al debilitado sistema de pensiones español. El plan de Escrivá nada tiene que ver con el objetivo de hacer sostenible su financiación, sino con unir la coalición sanchista. Ese es el programa electoral del PSOE. Lleva la marca de la peor de las hipocresías, la de hacer creer a la gente que lo difícil es fácil. Puro sanchismo-peronismo.
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