Opinión

La penúltima felonía de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez Pérez-Castejón no conoce más líneas rojas que la que le hace su traje de baño cuando veranea en La Mareta o en el Palacio de las Marismillas. Y en la

Pedro Sánchez Pérez-Castejón no conoce más líneas rojas que la que le hace su traje de baño cuando veranea en La Mareta o en el Palacio de las Marismillas. Y en la sesión de investidura de este martes lo ha vuelto a dejar claro: despreciando al candidato ganador de las elecciones y a los 8.091.840 españoles que le votaron el pasado 23-J, el presidente del Gobierno en funciones no ha querido dar la réplica a Alberto Núñez Feijóo y, pasándose el respeto institucional por el Arco del Triunfo, envió a la tribuna a uno de sus diputados más fieles y marcados por los escándalos: el exalcalde de Valladolid, Óscar Puente.
Del poco respeto que Sánchez tiene por las formas ya tenemos sobrada noticia. Sin disimulo alguno ha invadido la Fiscalía General del Estado con una exministra; el Tribunal Constitucional con un exministro de Justicia; el CIS con un miembro de la Ejecutiva del PSOE; todas y cada una de las empresas con participación pública, como Correos –con su amigo Serrano, que le llevó en su coche por toda España para recuperar Ferraz y ese fue su gran mérito- o el Hipódromo de la Zarzuela, donde ha colocado a la exjefa de prensa socialista. Un cargo, por cierto, donde se sitúan últimamente los mayores hooligans del presidente.
A Sánchez, sin embargo, se le presuponía aún un atisbo de prudencia. Al menos, disimulo. Pero todo quedó arrasado cuando, pasadas las tres y media de la tarde, Francina Armengol anunciaba, sin pinganillos, que la réplica a Alberto Núñez Feijóo, ganador de las elecciones con más de 8 millones de votos y que, con 172 escaños, representa a más de once millones de españoles, no iba a ser Pedro Sánchez.
Lo que se venía rumoreando desde una hora antes, se confirmaba. La vicepresidenta Yolanda Díaz, caída en desgracia de Su Sanchidad desde que corrió a hacerse la foto y las carantoñas con el fugado de Waterloo, no tenía ni idea. Marta Lois –su portavoz- mientras Puente empezaba a desdeñar las seis ofertas de Feijóo, se afanaba a toda prisa en estudiar desde el escaño la réplica. Yolanda, decían en fuentes de Sumar, no saldrá si Pedro no sale. Y Pedro no salió, y Yolanda no tenía ni idea.

Sánchez ha dado un paso más en su deliberada política de ningunear y enfrentar a media España con la otra media

Sánchez ha dado un paso más en su deliberada política de ningunear y enfrentar a media España con la otra media. Feijóo había tendido la mano al PSOE durante su más de hora y media de discurso, donde ha repasado –se podrá estar de acuerdo o no, por supuesto- todos los problemas del país y ha ofrecido hasta seis pactos de Estado. Y la respuesta ha sido el desdén, ignorarle e incluso despreciarle con su silencio en un insolente gesto de desacato institucional sin precedentes.
La bancada socialista aplaudía efusiva a Puente tras terminar recordando la “Galicia rancia de Fariña”, citando a Dori, de la película Nemo, y a un cantaor. Feijóo hizo bien en dar una réplica mínima: “No voy a participar de este club de la comedia”. Visto lo visto: ¿No hay cuatro diputados en el Grupo Socialista con un mínimo de dignidad a quienes se les caiga la cara de vergüenza? ¿Señor Page, qué van a votar sus ochos diputados de Castilla La Mancha? Luego no vaya de verso suelto. La omisión es tan grave como la acción cuando el futuro de este país está en juego.
Este martes hemos asistido a la penúltima felonía –“traición o acto desleal contra alguien”- de Pedro Sánchez. Lo malo es que la siguiente –como anuncian Puigdemont o Aragonés- está cocinada.

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