Opinión

Periodismo al servicio de Sánchez

El pasado fin de semana toda la policía representada por sus sindicatos se manifestó en Madrid. Españoles en el ejercicio de sus derechos, pero, según los medios sanchistas, no se

El pasado fin de semana toda la policía representada por sus sindicatos se manifestó en Madrid. Españoles en el ejercicio de sus derechos, pero, según los medios sanchistas, no se han manifestado los policías, sino “las derechas”. Periodismo al servicio de Pedro Sánchez.

Han visto cómo pateaban a sus compañeros en Alsasua, para ser testigos después de los acuerdos con independentistas para retirar la Guardia Civil de Navarra. Cómo, tras la humillación inaceptable que sufrieron el 1-O, el Gobierno sanchista castigaba a sus mandos, entre ellos, al incorruptible coronel Diego Pérez de los Cobos. O, después de la manipulación de convertir tanquetas para retirar barricadas en carros de combate, comprobar cómo intentan neutralizar su protesta presentándola como una concentración de fachas.

Pedro Sánchez necesita de fieles tertulianos que fabriquen diariamente una realidad paralela a la medida de sus necesidades. Sin importar de qué polémica se trate, lo que tienen en la cabeza es qué hay que decir para salvar al Gobierno. A diferencia de Keynes, que proclamaba que, si los hechos cambiaban, él modificaba su opinión, nuestros operadores progubernamentales directamente falsifican los hechos. Por ese trabajo les pagan.

Madrugó en La Vanguardia Enric Juliana, sesudo tertuliano que alecciona a quienes Roures ha ido colocando en los medios como peones del independentismo. Comparó las manifestaciones de policías, y las anunciadas de camioneros o agricultores, con las que se produjeron contra el gobierno de Allende. Policías y guardias civiles contra la “reforma liberal” del Gobierno, escribe. Y remata: “No es Chile en 1973, es España a finales de 2021”. Narrativa servida: Pinochet contra Allende, Franco contra la República. Eje izquierda-derecha artificial, instrumental, marcado en piedra. ¡A buscar banderas con aguiluchos, muchachos!

Para el control del mensaje, el sanchismo traduce poder como el privilegio de decidir quién es fascista. Para lograr sus objetivos cuentan con una poderosa potencia mediática de fuego

Confucio y Sócrates explicaban que, para poder comprender algo, debes ponerle nombre. En la Alicia de Lewis Carroll se sentencia sobre el significado de las palabras: “La cuestión es saber quien es el que manda…eso es todo”. Para el control del mensaje, el sanchismo traduce poder como el privilegio de decidir quién es fascista. Para lograr sus objetivos cuentan con una poderosa potencia mediática de fuego, de La Sexta a Prisa. De sus deudas se hace cargo el Ibex, como explica Jesús Cacho.

¡La gente! Son las familias agraviadas las que defienden en los tribunales el derecho al uso del español en la escuela. E investigadores como los catedráticos de Sociología Julio Carabaña y Fernández Enguita quienes estudian qué supone para la gente la diglosia impuesta entre lengua doméstica ampliamente mayoritaria y la utilizada en la escuela. ¿Qué dicen los periodistas de cámara del sanchismo? No se cansan de mentir sobre la aceptación social de la inmersión lingüística. “No ha habido problemas en 40 años”, dicen, para recordarnos el fracaso de las políticas de apaciguamiento con los secesionismos.

En su estudio, estos sociólogos de la educación analizan las consecuencias para todos los alumnos -no importa su idioma materno- de no utilizar el español en la escuela a pesar de ser la lengua ampliamente mayoritaria. Forzar cambios en los hábitos lingüísticos de la población tiene consecuencias. Entre otras, se perjudica gravemente el sentimiento de pertenencia de los alumnos a los centros escolares.

Es bien conocido en todo el mundo que las escuelas funcionan mejor cuando se usa la lengua principal del conjunto de la sociedad, pero no estamos ante un programa educativo

El independentismo no financia el espionaje en los patios para averiguar en qué lengua se relacionan los chicos por nada. ¿Fascismo? Sí, fascismo. Tienen razón Rob Riemen -El eterno retorno del fascismo- y el filósofo alemán Jürgen Habermas cuando identifican como fascismo estas formas de homogenización etnonacionalista, incluidas las que utilizan el idioma como arma.

Se sacrifican los intereses de los alumnos “en aras de un proyecto político para convertir las lenguas locales en lenguas hegemónicas”. Es bien conocido en todo el mundo que las escuelas funcionan mejor cuando se usa la lengua principal del conjunto de la sociedad, pero no estamos ante un programa educativo, sino ante un proyecto ideológico que se intenta imponer. A eso se dedican las SS de lingüistas formados en universidades vascas y catalanas. ¡Fascismo!

Saben que están fracasando, como reconocen en sus propias evaluaciones, pero el fanatismo nunca se rinde. Y tienen muchos recursos proporcionados por el Estado para intentarlo. El gobierno de Íñigo Urkullu ha aprobado recientemente un presupuesto de 550 millones para intensificar el proyecto fascista de imponer en la escuela la lengua de menos del 20% a todos los vascos. Y Pedro Sánchez ha firmado con Arnaldo Otegi que se puedan ver en Navarra programas infantiles de la tv en vascuence. ¿Se lo van a proponer a Macron para la zona vascofrancesa?

Ada Colau remite directamente a colegios de pago a quienes quieran estudiar en castellano. No ignora que la sumersión lingüística daña sobre todo a los alumnos más humildes

El acuerdo entre la ministra de Educación y el consejero catalán para renunciar a hacer cumplir las sentencias de los tribunales sobre la obligación del español en las escuelas es aún más grave. Sigue la senda de Sánchez cuando desafía al Tribula Constitucional –“lo volvería a hacer”-. Ada Colau remite directamente a colegios de pago a quienes quieran estudiar en castellano. No ignora que la sumersión lingüística daña sobre todo a los alumnos más humildes, como demuestran Carabaña y Enguita con toneladas de datos de Pisa. ¡Sí, fascismo!

El ejército de propagandistas mediáticos nunca explicará el cambio radical de posición de los socialistas vascos sobre la euskaldunización forzosa. Pasaron de hacer videos en contra en ¡2016! y denunciar que “el 70% de los vascos queda excluido de ser funcionario por el euskera” a convertirse, de la mano de bildutarras, en abanderados del proceso en el País Vasco y en Navarra. Los aullidos histéricos de Odón Elorza contra Guillermo Díaz, el diputado más lúcido frente a esta versión de fascismo, se sitúan en ese marco de traición del PSOE.

Ocultar los datos

No hay tema en el que los periodistas al servicio de Sánchez no intervengan con su trabajo sucio de propaganda. Por ejemplo, para falsificar la marcha real de nuestra economía. Ocultan lo que los datos demuestran, que la coalición sanchista-leninista-independentista, en las antípodas de la del socialdemócrata alemán Olaf Scholtz, ha convertido a España en el enfermo de la UE.

Los éxitos italianos de Mario Draghi nos enseñan que hoy lo más urgente es sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa. Que sea antes de que la España de cupos, que este indocumentado confunde con descentralización, liquide nuestra exitosa Transición democrática, la “Unión 78”.

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