Opinión

El periodismo que sí nos representa

De eso va el populismo, compatible “con cualquier ideología o con ninguna”. El PSOE es ya un simple logotipo para atraer voto identitario

Alguien tenía que decírselo a la cara: ustedes se ríen de nosotros. Contra el cinismo político que supone faltar el respeto a los españoles, como hace el gobierno de Pedro Sánchez, no hay mejor medicina que un periodismo en guardia. Importa, porque en democracia la necesidad de controlar el ejercicio del poder convierte los medios de comunicación en un contrapeso insustituible. Lo está demostrando Carlos Alsina ante la eliminación vergonzosa del delito de sedición. Especialmente en sendas entrevistas al vocero socialista Patxi López y a la ministra portavoz Isabel Rodríguez.

Remiten a otra memorable del insobornable periodista de la BBC Stephen Sackura a Raül Romeva, entonces “ministro de exteriores” de la “república catalana” en construcción. A la queja independentista sobre la prohibición de un referéndum para decidir, respuesta del periodista: “Pero, eso es ilegal”. A la falsedad repetida “nadie puede expulsar a Cataluña de la UE”, un contundente “lo que usted está diciendo es una tontería”. Siguió con “¿ustedes se atreven a hablar de imperio de la ley?”, para concluir en “al final, sois una política de fantasía”. La cara de sorpresa de Romeva demuestra que los secesionistas están malacostumbrados por un periodismo español mayoritariamente atrapado en un supuesto objetivo de “pacificación”.

A los políticos socialistas que dicen buscar la paz desarmando el Código Penal, Alsina les suministra la misma medicina que Sackur a Romeva. “Dígame en qué mejora la convivencia la eliminación del delito de sedición” le repitió por activa y por pasiva a una ministra sorprendida por el atrevimiento. Sin respuesta. Al retórico “hay que respetar las normas” de la portavoz, el periodista alega “se las saltaron éstos con los que ustedes gobiernan”. A la falsedad sobre una inventada homologación con Europa que facilitaría la extradición de los fugados, la réplica es un concluyente de qué me habla, ministra. Periodismo profesional para desmontar trampas y tramposos.

Los farfulleos absurdos del ex-lendakari sobre códigos penales, como la actitud torticera de Sánchez con su ley del sí es sí, conducen a una pregunta central: ¿qué gente nos gobierna?

Hasta intentaron explicar que habían acordado lo de la sedición con ERC porque el PP no quiso pactar la “reforma”. Se atreven a decir no importa qué porque están habituados a no encontrar contestación. Habituados a tratar con entrevistadores que les aceptan cualquier bobada como explicación, no sorprende que el portavoz del PSOE se sorprendiera porque un periodista le dejara en cueros argumentales. Los farfulleos absurdos del ex-lendakari sobre códigos penales, como la actitud torticera de Sánchez con su ley del sí es sí, conducen a una pregunta central: ¿qué gente nos gobierna?

Alsina se vio obligado a recordarles que “si aplicas el 155 no es por un simple desorden público”, con el que sustituyen el delito de sedición. Sin respuesta, como al “ERC quería la eliminación del delito y es lo que han conseguido”. Esto parece la BBC, debieron pensar Patxi y la ministra, mientras un periodista les desmontaba con un par de sopapos las consignas recitadas por quienes viven de poner cara de tener razón, de un rictus. Ahí siguen, enredados en verborrea infantil sobre derecho comparado y retroactividad del Código Penal. Lo que el periodista pone en evidencia preguntando es la naturaleza populista del gobierno Sánchez.

Tienen una estrategia para acceder al poder y conservarlo, no para gestionar. Sus creencias son en blanco y negro; las que dan votos y las que no

Siguiendo el guion de Moisés Naím (La revancha de los poderosos, 2022), el sanchismo no debe ser confundido con una ideología por el hecho de terminar en “-ismo”. Tienen una estrategia para acceder al poder y conservarlo, no para gestionar. Sus creencias son en blanco y negro; las que dan votos y las que no. Incluso, cuando García-Page y otros socialistas se rasgan las vestiduras contra decisiones contrarias a la Constitución, es obvio que lo hacen solo por simple agobio electoral. De eso va el populismo, compatible “con cualquier ideología o con ninguna”. El PSOE es ya un simple logotipo para atraer voto identitario -ricos/pobres, etcétera-.

Se han alejado de la centralidad política en la que se ubican los partidos que gobiernan en Francia y Alemania. Ifop realizó un estudio de opinión sobre la manifestación de París del pasado 16 de octubre contra la carestía de la vida. Dos tercios de la opinión pública francesa estaba en contra de la movilización o era indiferente. No por los motivos de la marcha sino por desconfianza en quienes convocaban, una coalición liderada por los “insumisos” de Jean-Luc Mélenchon, que incluye a comunistas y socialistas. El mismo tipo de populismo que representa en España la coalición sanchista.

Es lo que no entienden, entre otros, los dirigentes empresariales catalanes que pasan por alto que Cataluña pierde la carrera económica con Madrid, precisamente, por ceder y ceder al independentismo

En Francia, como en Alemania, los electores del centroizquierda huyen de esa peste que amenaza la estabilidad. No es cuestión menor si tenemos en cuenta que una ley de hierro provoca que malas políticas aseguren malas economías. La última hora de los resultados económicos del populismo que lidera Sánchez se pueden comprobar en la completa información de Beatriz Triguero en Vozpópuli, a partir del informe del FMI que sitúa a España en última posición y para rato. No alcanza ni con el fondo europeo, que sí está aprovechando Italia. Malas políticas conducen a malas economías. Es el resultado de gobernar para grupos, para clientes electorales, y no para el conjunto de la nación. Cómo armar una política nacional desde un ecosistema formado por una multitud de Teruel Existe.

El impagable servicio público de periodistas como Alsina proporciona, como los gansos del Capitolio que avisaban a Roma del peligro, un sistema de alarma sobre la degradación del lenguaje público que provoca ruina. Es lo que no entienden, entre otros, los dirigentes empresariales catalanes que pasan por alto que Cataluña pierde la carrera económica con Madrid, precisamente, por ceder y ceder al independentismo que asegura inestabilidad y bloqueo permanente. Tras tantas evidencias, ¿no lo ven?

Aunque, nada como escuchar Salvador Illa para comprender las falacias sobre “desinflamar” el escenario independentista. Es decir, hacerse los despistados ante la práctica de ERC de ir fabricando estructuras de Estado en Cataluña. Los cambios en la sedición “no tendrán coste político”, ha declarado en un ejercicio de cinismo político el gerente de la pandemia. Como ya se vio con los indultos, argumentó. Está pidiendo a gritos una entrevista con Carlos Alsina.

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