Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa en 2018, el único ministro del Gobierno de España que ha concedido una entrevista a Vozpópuli ha sido el ya extitular de Ciencia, Pedro Duque. Todas nuestras peticiones han caído reiteradamente en saco roto. Lo encajamos con deportividad. Y asumimos que el modelo económico y de España que defiende este diario choca en muchas ocasiones con el programa y las alianzas legítimas de la coalición PSOE-Unidas Podemos que lidera Sánchez. Entendemos que los jefes de prensa de los Ministerios quieren proteger a sus ministros de entrevistas incómodas, y que es mucho más sencillo salir un día en El Intermedio que responder a preguntas difíciles. A pesar de todo, seguimos intentándolo.
Por eso, las ruedas de prensa son doblemente importantes, porque nos igualan a todos. No solo nos asiste nuestro derecho a la libertad de expresión, que también. Las ruedas de prensa son la única oportunidad que tenemos de interpelar por aquellos temas que creemos importantes. Y es parte de una democracia sana que nuestros representantes públicos se enfrenten a ello y respondan de la mejor manera que sepan y puedan.
El comunicado que se ha dado a conocer este miércoles es de una gravedad máxima, porque los impulsores del mismo son lo que en nuestra jerga llamamos los "periodistas del otro lado". Los políticos se han escondido detrás de unos profesionales de la comunicación que están contratados por los partidos -muchos de ellos con un sueldo público- para ejercer su trabajo.
No es de recibo que estos periodistas, amparándose en un supuesto malestar de no se sabe muy bien quién, insten nada menos que al Poder Legislativo a "tomar las medidas necesarias para restablecer el buen funcionamiento de las ruedas de prensa en el Congreso" (sic).
¿Qué buen funcionamiento? Los turnos de palabra los conceden ellos. ¿En nombre de quién hablan "los y las jefes de prensa de los partidos y organizaciones políticas firmantes" (sic)? ¿En nombre de los partidos? ¿En el suyo propio? ¿En el de sus jefes cabreados por las preguntas? ¿Dónde están los y las jefes de prensa de las organizaciones firmantes cuando algunos partidos organizan campañas ad hominem contra Jesús Cacho, José María Olmo, Vicente Vallés, Federico Jiménez Losantos, Joaquín Manso y tantos otros? ¿Acaso estas informaciones son un ejemplo de concordia?
El problema de este comunicado es que además tira la piedra y esconde la mano. Evita citar a los aludidos, pero todos sabemos a dónde se dirige el disparo. Día sí día también vemos a diputados eludiendo responder a medios que identifican con "burbujas mediáticas de la ultraderecha". Y están en su derecho a no contestar, pero todos tenemos el derecho a preguntar. Pienso en las ruedas de prensa de Donald Trump y su cruzada contra la CNN. Un día el choque verbal entre Trump y el periodista de la cadena Jim Acosta se fue de las manos. Y el presidente le quiso vetar la entrada. La reacción de todos los profesionales que cubren la Casa Blanca fue unánime: "Es inaceptable". Trump tuvo que devolver la acreditación a Acosta ipso facto.
En España nos hemos encontrado con un comunicado de la APM (Asociación de la Prensa de Madrid) de una tibieza insultante. "La Asociación de la Prensa de Madrid considera que los ciudadanos no desean que las comparecencias de los políticos ante los periodistas se conviertan en noticias por sí mismas", dice la APM, que recurre a palabras huecas como respeto y concordia. Esta tibieza contrasta con la contundencia que ha mostrado, y con toda la razón, cuando formaciones como Vox ha prohibido la entrada de periodistas en alguno de sus actos. Las organizaciones políticas no son nadie para arrogarse ese poder. Los jefes de prensa, menos. Y si se les permite estaremos cometiendo un error descomunal.
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