Un periodista demócrata sabe cómo se trata a una dictadura sanguinaria como la de Maduro. Hace unos días, Fernando del Rincón entrevistaba en CNN al fiscal general de la tiranía venezolana William Saab. El conocido comunicador hispano dio una lección sobre cómo pregunta un verdadero periodista a los responsables de lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha calificado como “terrorismo de Estado”. Sirva este ejemplo entre miles para contrastar con periodistas como Àngels Barceló.
La comunicadora de La Ser, número uno en audiencia, abrió el camino con la interpretación oficial del sanchismo sobre por qué no sería adecuado reconocer a González Urrutia como presidente electo. La respuesta irritada del chavismo demostraría que la votación del Congreso ha sido una irresponsabilidad que ahora tendrá un alto coste para España en represalias comerciales. En nombre de la izquierda, descalifica la práctica de las democracias de sancionar por violación de derechos humanos. Contra el Tribunal Penal Internacional, que tiene documentadas horribles torturas del régimen, Barceló es más de la discreción tipo Zapatero, que según El País calla para no perjudicar gestiones propias de un autonombrado mediador a escala planetaria.
Le vendría bien a la periodista estandarte del sanchismo conocer una historia de hace cincuenta años -también en septiembre- protagonizada por Olof Palme. Cuando la dictadura de Franco daba los últimos coletazos violentos, el primer ministro sueco recorría las calles de Estocolmo con una hucha y un cartel con la leyenda “Para la libertad de los españoles”. No pensó en represalias comerciales contra empresas de su país, ni hubo ningún periodista sueco que le criticara por molestar al dictador español que arremetió en la plaza de Oriente contra Suecia y otras democracias que retiraron embajadores y aprobaron sanciones contra el régimen. Ahora, cuando están matando demócratas en Venezuela, oigo decir a todos -¡todos!- los tertulianos de la radio pública (RNE) que no se pueden arriesgar intereses comerciales cuando la dictadura va a continuar.
El sanchismo mediático está empleando argumentaciones falaces torpes, a nivel de bono basura.
En ese juego de dictaduras amigas hace años que participan las izquierdas reaccionarias españolas con asiento en el Consejo de Ministros, como el partido de Yolanda Díaz (PCE): “En Venezuela triunfó la Paz, triunfó Maduro”
Otra perla es la de razonar que no es bueno adelantarse a la Unión Europea, justo cuando el Parlamento Europeo votará el jueves una propuesta similar a la que aprobaron en España 177 diputados. Sería un error similar al de reconocer en su día a Juan Guaidó, afirman, como si no supieran que la gran diferencia está en el 83% de las actas hechas públicas por María Corina Machado y el 67% de votos logrado por González Urrutia. Sostener que el exilio de éste no se urdió en interés del tirano es simple indecencia.
Ocurre que una mayoría de medios controlados por el gobierno siguen la orientación marcada por el castrista Grupo de Puebla -en el que milita activamente el PSOE- para lograr que resista la dictadura en Venezuela, disimulando, obviamente. En ese juego de dictaduras amigas hace años que participan las izquierdas reaccionarias españolas con asiento en el Consejo de Ministros, como el partido de Yolanda Díaz (PCE) -“En Venezuela triunfó la Paz, triunfó Maduro”-. Desde el periodismo, Barceló no es la primera cooperante. Durante años, Jordi Évole, en La Sexta,se especializó en promocionar a los principales políticos castrochavista como Evo Morales, Rafael Correa o, muy especialmente, Nicolás Maduro.
Las burlas de sátrapa
Es muy conocida una de sus entrevistas al dictador venezolano, en la que el compadreo exhibido es nauseabundo. Es instructivo comparar a Évole con Jorge Ramos, otro gran profesional, como a Fernando del Rincón, que hace preguntas de periodista a quienes practican “terrorismo de Estado”, con Barceló, que no parece capaz de identificar qué significa la violación de derechos humanos. El periodista de origen mexicano, en su famosa entrevista al torturador Maduro fue tan contundente que, a diferencia del cachondeo del sátrapa con el periodista de La Sexta, fue secuestrado y finalmente expulsado del país. Évole, con la habitual mediación de Zapatero, podría hacer ahora una entrevista al dictador de moda, pero renunciará, también “por discreción”.
Como los demócratas españoles hace cincuenta años, los demócratas venezolanos se han ganado el derecho al apoyo de las democracias liberales del mundo, y especialmente de España. Y, sobre lo que les conviene para derrotar a la dictadura, mejor ignorar a Zapatero y Barceló y preguntar a Corina Machado.
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