Opinión

Pero, ¿quién es Putin?

Para desestabilizar a la UE, en toda Europa han logrado asentar con el empleo de grandes recursos un “partido de Putin” por país

Confucio sentenciaba “si quieres pronosticar el futuro, estudia el pasado”. Útil consejo para comprender la guerra de Ucrania. Comparemos dos líderes excepcionales, Churchill y Zelenski, ante dos agresiones militares. Los partidarios del apaciguamiento frente a Hitler le permitieron ocupar territorios de Europa creyendo que así le pararían. Le paró -con “sangre, sudor y lágrimas”- Churchill, que descubrió su juego. Ha vuelto a pasar. En 2014, los rusos anexionaron Crimea y toda Europa optó por el apaciguamiento. En 2022, Zelenski, que conocía bien la amenaza, decidió hacerles frente. Las muertes de 2022 tienen origen en 2014.

Si Vladimir Putin va a seguir abriendo telediarios, convendría emplear algún esfuerzo en conocerle. Se ha publicado recientemente la edición en español de un libro -Del terror rojo al Estado mafioso- de los historiadores Yuri Felshtinsky y Vladimir Popov- que retrata al personaje como la continuidad del sanguinario Iósif Stalin. Pertenece a un grupo que, procedente de los servicios secretos soviéticos, se hizo con el control absoluto de Rusia al inicio de este siglo.

Lo decisivo fue que Volodímir Zelenski, como antes Winston Churchill, tenía radiografiado al dictador ruso. ¿Qué hubiera sucedido si Ucrania no hubiera resistido?

Análisis similar hace la periodista británica especializada Catherin Belton en un imprescindible Los hombres de Putin. El subtítulo aclara su contenido: Cómo el KGB se apoderó de Rusia y se enfrentó a Occidente. El dictador ruso representa la continuidad de la Unión Soviética. Utiliza en Ucrania los mismos métodos que Stalin en Polonia en 1939, previo pacto con Hitler. Los argumentos fueron “el Estado polaco no existe” y los fines declarados, “proteger a los rusos que viven allí”. En Katyn, con tiros en la nuca, los comunistas eliminaron a 21.892 militares polacos para demostrar que Polonia no existía. Putin calca contra los ucranianos el mismo proceso criminal.

En 2014, le salió bien en Crimea, pero algo pasó en 2022 para que se torcieran sus planes. Sucedió que la OTAN estaba en guardia, EEUU tenía abundante información y había aprendido de la experiencia anterior. La opinión pública europea despertó y obligó a actuar a sus gobiernos. Pero lo decisivo fue que Volodímir Zelenski, como antes Winston Churchill, tenía radiografiado al dictador ruso. ¿Qué hubiera sucedido si Ucrania no hubiera resistido?

Pistas había. En ocho años, los rusos montaron una espectacular plataforma militar en Crimea; multiplicaron las provocaciones en las fronteras OTAN; intensificaron las acciones de guerra híbrida con sus televisiones, como Russia Today -del brexit al procés-; apoyaron un golpe de Estado en Biolorrusia en 2020; acumularon fuerzas militares en las fronteras con Ucrania y siguieron infiltrándose en las provincias orientales. El presidente ucraniano supo leer lo que venía; otros, no.

Asombra que  sorprenda ahora el anuncio del dictador ruso de desligarse del acuerdo de reducción de armas nucleares firmado con Obama. Lo cierto es que nunca lo cumplió

En todo ese tiempo Putin se hartó de amenazar con el armamento termonuclear. Ya en 2014 advirtió que estaba decidido a utilizarlo si se cuestionaba la anexión de Crimea. Asombra que  sorprenda ahora el anuncio del dictador ruso de desligarse del acuerdo de reducción de armas nucleares firmado con Obama. Lo cierto es que nunca lo cumplió. Un poder mafioso practica el chantaje, no la disuasión. Estamos ante un matón que desprecia las normas internacionales.

Ante los precedentes, proponer ahora conversaciones de paz sin retirada previa suena a broma. Joe Biden lo tradujo en Varsovia: “Los autócratas solo entienden una palabra: no”. Con su plan tramposo, China intenta corregir dos enormes errores. El primero, calcular que en la invasión de 2022 ocurriría lo mismo que en 2014. Xi Jinping, que pensó que EEUU y la OTAN no se arriesgarían a una escalada militar por Ucrania, es el cerebro de la agresión. Rusia es el 1% del PIB mundial frete al 65% del bloque democrático.

El segundo error fue pensar que podrían controlar a los países del sur global en la votación de Naciones Unidas. Pero la Resolución propuesta por la UE contra la agresión rusa, que incluía la retirada del territorio ilegalmente ocupado, logró 141 votos de países a favor frente a 7 en contra y 32 abstenciones lideradas por China. Se equivocaron. En el área euroatlántica recompuesta y en la del Indo-Pacífico, las democracias han reaccionado. Incluso Alemania y Japón decidieron cambiar sus políticas de los últimos 75 años y rearmarse.

Ahora lo que realmente está en juego son modelos sociales. Unos, como EEUU, UE, Canadá, Australia o Japón, con sistemas democráticos. Otros, como China, Rusia, Irán, Pakistán o Corea del Norte, con regímenes autoritarios

Las cartas de Xi Jinping quedan al descubierto. La nueva guerra fría que se estaba configurando se ha acelerado y es ya un dato inevitable de la geopolítica actual. China exige un nuevo Yalta que le asegure el control de un área de influencia exclusiva. Política obsoleta que, como hace siglos, supone aplicar el viejo principio “cuius regio, eius religio”. Es decir, quien tenía el poder del territorio imponía su religión a la población; católicos o luteranos, lo que tocara. Ahora lo que realmente está en juego son modelos sociales. Unos, como EEUU, UE, Canadá, Australia o Japón, con sistemas democráticos. Otros, como China, Rusia, Irán, Pakistán o Corea del Norte, con regímenes autoritarios. Los ucranianos han elegido la libertad arriesgando la vida.

Para desestabilizar a la UE, en toda Europa han logrado asentar con el empleo de grandes recursos un “partido de Putin” por país. Unas veces con retórica de derecha, como en Italia, otras de izquierda, como en España. Objetivo: negar armas a Zelenski, desarmarle, como propone China. El mitin de Sánchez en Ucrania no logrará ocultar que, como señala el autorizado Instituto Kiel, España es el país de la UE que menos ayuda ha aportado a Zelenski. Y, aún peor, que se trata de una imposición de los socios actuales del PSOE. Si “suman”, también en 2024.

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