Fue el pasado 13 de febrero cuando Jaume Roures subió al escenario del Palacio de Las Artes de Valencia para recoger el último premio Goya que se entregó esa noche. Era el que concedía la Academia de Cine a la mejor película del año, es decir, a El buen patrón, el filme dirigido por Fernando León de Aranoa, protagonizado por Javier Bardem y producido por Mediapro.
Hay un momento de esa película en el que su protagonista -el personaje Bardem- hace una llamada telefónica al director de un periódico. Durante la conversación, le transmite su intención de frenar la publicación del reportaje que prepara uno de sus periodistas sobre las reivindicaciones laborales de los trabajadores de su empresa. “¿Una página de publicidad es suficiente para que no lo publiquéis?”, viene a decir, con otras palabras, el patrón. Desde luego, así se compran voluntades.
Uno de los aspectos más criticados de Jaume Roures es su facilidad para denunciar a los periodistas que hablan mal de él o de sus negocios (y siempre hay quien derrapa o se excede, claro está). A esta estrategia se le llama SLAPP y se pone en marcha cuando una gran empresa o un magnate inician litigios contra los informadores para frenar determinadas informaciones.
Uno de los afectados por el activismo judicial de Roures fue Pere Rusiñol, quien durante una entrevista definió al dueño de Mediapro como “estafador” por haber cerrado, en su día, el diario Público sin abonar dos meses de salarios a sus trabajadores.
Rusiñol fue una de las ‘víctimas’ y sabía muy bien de lo que hablaba, pero, de la noche a la mañana, se encontró con una denuncia por injurias. Y, claro, conviene ponerse en el papel de un periodista en este caso. Todo el mundo -más o menos- se asusta cuando un multimillonario le pone una demanda.
El Roures de 'Público'
Quizás aquella operación empresarial de Público sucedió hace tanto tiempo que haya caído en el olvido para una buena parte de los ciudadanos, pero Roures cerró esa cabecera por su mal rumbo y, cuando salió a subasta, la re-compró –junto a algunos socios- con una sociedad diferente para seguir explotándola. Una estrategia que varios de sus antiguos trabajadores cuestionaron. Mientras unos se vieron obligados a acudir al FOGASA para reclamar lo suyo, otro hizo un ejercicio de gatopardismo de manual. Fue el claro ganador de aquella operación.
En ese periódico clama Pablo Iglesias cada día contra las cloacas del sector de los medios de comunicación. Lo hace desde un podcast (La Base) que inauguró poco después de que los ciudadanos le dieran la espalda en las elecciones madrileñas de mayo de 2021. Aquello fue un antes y un después. Iglesias dimitió de todos sus cargos tras la derrota y se cortó la coleta. Cuando parecía que se iba a convertir en un personaje anónimo, Roures le ofreció un programa y le rescató del terreno que más atemoriza a los ególatras: el del olvido.
No era la primera vez que el empresario catalán aupaba a la figura del fundador de Podemos. De hecho, en 2016 produjo el documental Política, manual de instrucciones, en el que se contaba con tono romántico el surgimiento de este partido. Se estrenó el 3 de junio de ese año. Unos meses después, el 27 de noviembre, fallecía Fidel Castro y La Sexta programaba el filme de Oliver Stone sobre el cubano. En el metraje, aparecía Jaume Roures, quien también fue el productor. Es sólo una anécdota…, pero un hecho que demuestra que las ‘películas políticas’ de Mediapro tienen una singular línea editorial y una moralina indisimulada.
Sobra decir que su medio de comunicación, también. Por eso, el ‘capitán’ de Público puso un micrófono a disposición de Iglesias y éste lo ha aprovechado para señalar a una buena parte de los periodistas y los empresarios mediáticos del país. Los llamó corruptos en infinidad de ocasiones .Curiosamente, nunca ha invitado a nadie para denunciar las malas prácticas de ‘su buen patrón’. El cual, por cierto, ahora le va a acompañar en su aventura audiovisual –Canal Red-, para cuyo lanzamiento han pedido ayuda a sus seguidores a través de un crowdfunding. El ‘millonario’, pasando el cepillo entre los fieles.
El buen negocio audiovisual
Más allá de su relación personal y profesional con Iglesias, el año 2022 ha estado cargado de titulares sobre Jaume Roures. Quizás los más comentados fueron los que se produjeron el pasado agosto, cuando una sociedad vinculada a este empresario, Orpheus Media, adquirió el 24,5% de Barça Studios por 100 millones de euros, en lo que se denominó como “la cuarta palanca” del club, que fue fundamental para que pudiera inscribir a algunos de sus fichajes.
Un año y medio antes, un aval de 30 millones de euros por parte de Orpheus fue el que permitió que Joan Laporta pudiera ser investido como presidente de la entidad azulgrana. Mientras tanto, Mediapro es el socio de producción de LaLiga, de Javier Tebas, lo cual siempre implica la toma de determinadas decisiones editoriales que han sido criticadas por algunos periodistas. El propio Josep Pedrerol acusó a Mediapro de “censurar imágenes”.
Los intereses futbolísticos de Roures –el mil y una veces situado como candidato a presidir el F.C. Barcelona- van más allá del campeonato doméstico. Sin ir más lejos, en este 2022 ha hecho negocio con los derechos audiovisuales de la Copa del Mundo de Catar y no sólo en las plataformas privadas de televisión, dado que Radiotelevisión Española adquirió 19 partidos del campeonato (sin exclusiva) por una cantidad de algo menos de 40 millones de euros.
A esta factura, hay que sumar otras dos, de 420.000 y 305.000 euros por el alquiler de dos unidades móviles. Porque Roures y sus socios cuentan con una parte muy importante de la cuota de mercado de estos vehículos, de modo que cada vez que las televisiones quieren realizar una cobertura audiovisual ‘especial’, contratan sus servicios. El buen patrón tiene tentáculos largos y potentes y ha sabido extender muy bien su negocio.
Las cuentas de Mediapro
Eso sí, la situación financiera de Mediapro –con sus empresas agrupadas actualmente en la matriz Joye Media- ha sido delicada durante varios períodos de su historia. Entre otros, tras la llegada de la pandemia de covid-19.
El pasado junio, la compañía anunció la refinanciación de su deuda –de más de 900 millones de euros- y una ampliación de capital, de 620 millones de euros, que fue suscrita en su totalidad por su accionista mayoritario, Southwind Group. Esta empresa tiene sede en Singapur y es propiedad del empresario chino Tang Hao, que cuenta con inversiones en el sector del juego online.
Los informes que ha realizado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia sobre estas operaciones accionariales son laberínticos, como se puede apreciar en este enlace. Tras esta operación y tras la de este año, el capital asiático controla la gran mayoría del capital de Mediapro. No obstante, en el día a día, mandan Roures y sus socios.
Hay quien piensa que este empresario no es más que un barcelonés, de ideología troskista, que controla el fútbol televisado, tiene nexos con ERC y Podemos –los de ERC le dejaron sin opciones de comprar el Grupo Zeta, ante la desconfianza de los bancos acreedores en la línea editorial que podría haber aplicado en El Periódico de Catalunya-, es del Barça y produce películas. Pero su conglomerado empresarial cuenta con actividades de todo tipo, desde inmobiliarias hasta de gestión de museos deportivos. También ha sido el factótum mediático de Pablo Iglesias, de ahí que el líder de Podemos en la sombra –y no tanto- omita las críticas hacia su patrón.
Hay revolucionarios que dejan de serlo cuando toca decir las verdades del barquero a quien les paga la nómina. Curiosamente, a 'El gran Wyoming' también se le moja la pólvora a la hora de señalar los puntos oscuros de Roures, el productor de su programa.
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