Las perspectivas económicas globales continúan acelerando su senda a la baja con un crecimiento esperado en el tercer trimestre inferior al proyectado ante los crecientes desequilibrios que presentan las tres grandes economías mundiales (EEUU, China y Eurozona). En este sentido, los indicadores adelantados del ciclo económico de la OCDE confirman una mayor pérdida de momentum global, con la vista puesta en el escenario de estanflación que afrontarán especialmente los gobiernos, ciudadanos y empresas de las economías avanzadas en los próximos meses.
No cabe duda de que el mayor riesgo de recesión se observa en la Eurozona ante las presiones inflacionistas en máximos, el agravamiento de la crisis energética y las negativas perspectivas de la economía alemana, una vez materializado entre otros factores el corte total del suministro de gas ruso a través del gaseoducto Nord Stream 1. En su caso, junto a su elevada exposición energética a Rusia y el negativo impacto del aumento de la factura energética sobre su sector industrial y los hogares, también destacan las peores expectativas de su sector exterior ante la menor demanda e inversión del sector privado a nivel global asociada a los elevados niveles de incertidumbre, la pérdida de capacidad de compra, la erosión de los márgenes empresariales y el endurecimiento de las condiciones financieras.
En el caso de EEUU, también se constata un deterioro sostenido de las perspectivas de crecimiento principalmente ante las presiones inflacionistas de demanda y oferta, que continúan trasladándose al conjunto de los bienes y servicios, y un mayor endurecimiento de las condiciones financieras.
Por su parte, la economía china muestra una menor reactivación de su actividad de la esperada, tras el primer impacto de la relajación de las medidas de restricción de la movilidad en Shanghái, en un contexto marcado por la sequía, la persistencia de la política zero covid y los confinamientos introducidos hasta este lunes en núcleos urbanos como Chengdú, y los riesgos en torno a su sector inmobiliario. En este sentido, destaca la contracción de la inversión del sector inmobiliario afectado por la caída de las ventas, el boicot al pago de las hipotecas de viviendas no acabadas y sus elevados niveles de endeudamiento. En concreto, se estima que el pasivo acumulado por las constructoras chinas podría ascender a un 2% del PIB de la potencia asiática, en un entorno en el que el desplome de los ingresos y los problemas de liquidez han motivado que al menos 28 de las 100 mayores empresas inmobiliarias inicien procesos de restructuración de su endeudamiento, o no hayan podido hacer frente a parte de sus obligaciones crediticias nacionales e internacionales.
La Eurozona se encamina a una recesión económica cuyo epicentro se sitúa en Alemania, donde el escenario actual estima una contracción de en torno a un 0,8% en 2023
En esta coyuntura global, los mensajes de las autoridades monetarias de las economías avanzadas en la reunión de Jackson Hole y el agravamiento de la crisis energética, especialmente en Europa, han representado un punto de inflexión sobre el grado de persistencia de las tensiones inflacionistas y la toma de decisiones de política económica. La necesidad de controlar el repunte del nivel de precios en máximos, anclar las expectativas y evitar efectos de segunda ronda aceleran la construcción de un nuevo ciclo monetario, caracterizado por un tono más restrictivo en el caso de los bancos centrales de las economías avanzadas, y un invierno socioeconómico anticipado.
En Europa, el agravamiento de la crisis energética, ante el corte total del suministro de gas ruso por el gaseoducto Nord Stream I, ha acelerado que la Comisión Europea y los gobiernos adopten nuevas medidas para contener el coste de la factura energética y evitar un mayor deterioro de la capacidad de compra y erosión de los beneficios empresariales. Todo ello en un entorno en el que crece el riesgo de un momento Lehman en las empresas energéticas más expuestas al corte suministro de gas ruso, y en el que algunos sectores industriales han tenido que optar por cierres parciales o totales de las cadenas de producción, lo que ha despertado el fantasma de la desindustrialización en Europa. De esta forma, la Eurozona se encamina a una recesión económica cuyo epicentro se sitúa en Alemania, donde el escenario actual estima una contracción de en torno a un 0,8% en 2023 que podría verse agravada en caso de producirse un racionamiento del suministro energético o una mayor espiral de precios.
Crecen las expectativas de que la economía estadounidense pueda requerir tipos de interés oficiales superiores a un 5% para llevar a la inflación a su nivel objetivo
Por su parte, en EEUU se ha confirmado el negativo dato de inflación general y subyacente en agosto, en el que a pesar de la significativa moderación del precio de la gasolina continúa observándose una tendencia sostenida del aumento del coste de los bienes y servicios que han mostrado tradicionalmente una mayor estabilidad a largo plazo. Así, la persistencia de las tensiones inflacionistas en máximos acelerará el endurecimiento de la política monetaria de la Fed hasta situarlos en torno a un 4,5% a finales de este año. Todo ello en un contexto en el que crecen las expectativas de que la economía estadounidense pueda requerir tipos de interés oficiales superiores a un 5% para llevar a la inflación a su nivel objetivo, lo podría ir asociado a una tasa de desempleo de aproximadamente un 4,5% de la población activa.
Este escenario cerraría la ventana de que la Reserva Federal logre un aterrizaje suave de la economía estadounidense, y proyecta una mayor probabilidad de recesión en una coyuntura marcada entre otros elementos por la caída de un 3,1% interanual de los salarios reales promedio por hora de trabajo y por el endurecimiento de las condiciones financieras, con el tipo de interés de las hipotecas a 30 años superando el 6%, máximos en 14 años.
Será determinante impulsar medidas de política económica y de cooperación público-privada que aceleren la productividad y la competitividad del continente europeo
Paralelamente, en el caso del BCE ante la persistencia de las tensiones inflacionistas en máximos, con un mayor protagonismo del impacto sobre los precios de los shocks de oferta, también se espera una aceleración del ritmo de subida de tipos de interés en esta última parte del año a medida que la Eurozona se sumerge en una estanflación económica a finales de 2022. En concreto, el consenso de mercado no descarta que los tipos de interés oficiales en la zona monetaria europea alcance un 2,0% a cierre de este año. Todo ello en un contexto en el que el BCE ha advertido que, frente la moderación salarial observada hasta el momento, el próximo año la remuneración de los asalariados en el conjunto de la zona monetaria europea podría crecer un 5% anual y un 4% en 2024. De ahí que, en caso de que no se logre la progresiva convergencia de los precios de las materias primas clave y de la energía a niveles promedio similares a los de la anterior década, será determinante impulsar medidas de política económica y de cooperación público-privada que aceleren la productividad y la competitividad del continente europeo.
Así, a nivel global los elevados niveles de incertidumbre, la pérdida de renta real disponible sostenida y la erosión de los márgenes empresariales, en un entorno de endurecimiento de las condiciones financieras, anticipan un mayor deterioro del consumo de los hogares y de la inversión empresarial que condicionan a la baja tanto la demanda interna como el comercio internacional. En concreto, la economía global deberá adaptarse al mayor endurecimiento de las condiciones monetarias en 15 años.
La fuerte caída del sentimiento económico, el impacto de la sequía, las crisis del sector inmobiliario y la moderación de la demanda externa podrían provocar un avance del PIB de China inferior a un 3% este año
Más allá del escenario de estanflación de EEUU y Europa a finales de este año, la senda económica global sigue también condicionada a la baja por la mayor ralentización de la economía china. La persistencia de la política zero covid, que ha provocado la reintroducción de restricciones de movilidad en algunos núcleos urbanos, la fuerte caída del sentimiento económico, el impacto de la sequía, las crisis del sector inmobiliario y la moderación de la demanda externa podrían provocar un avance del PIB de China inferior a un 3% este año.
En el actual escenario base, el ritmo de crecimiento mundial podría limitarse a un 1,7% anual en 2023, con la incógnita de si tras un periodo de gran moderación la senda económica global se adentra en un periodo de gran volatilidad generada por las incógnitas socioeconómicas, geopolítica, comerciales, regulatorias y medioambientales que se vislumbran tras la pandemia y la guerra de Ucrania. Al mismo tiempo, el nuevo entorno monetario y de un mundo multipolar abre nuevos paradigmas sobre las decisiones de inversión, la importancia de la seguridad energética y alimenticia y los pilares del orden internacional futuro, sujeto a los movimientos de China o India.
Así, la invasión de Rusia a Ucrania ha sido un catalizador clave para EEUU, la UE y los países del G7 de la relevancia de preservar el orden liberal internacional, mientras que la crisis energética y el reto climático han acelerado el diseño de planes de transición energética por parte de las principales economías mundiales avanzadas y emergentes. De esta forma, no sólo se acelerarán las inversiones en torno a las FAANGs 2.0, sino también el protagonismo geopolítico y económico para EEUU y Europa de América Latina y África, ante la mayor influencia de China y Rusia. En conclusión, el mundo sigue su proceso de reconfiguración, en el que la guerra en Ucrania ha impulsado una mayor vertebración entre los Estados miembros de la UE y la alianza del Atlántico Norte, mientras que abre nuevas incógnitas sobre el escenario geopolítico en la región Euroasiática.
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