Se las prometían muy felices, pero, como decimos en mi tierra, sus ilusiones se tornaron en butifarrones. El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 5 de Cataluña ha decidido según su leal saber y entender que otorgar el tercer grado a Junqueras y compañía era una estupidez más grande que invitar a Puigdemont a una Sabatina Legionaria. La Señora Jueza, que señora y jueza es, ha hecho caso al recurso que presentó en su día la Fiscalía ante el escándalo que suponía ver a estos pavipollos – excúsenme el empleo del femenino en este caso – pasearse en olor de triunfo, pasando los fines de semana en sus casitas y siendo entrevistados, lengüetazo va, lengüetazo viene, en los medios del régimen lazi.
Entiendo que lo que concierne a derecho, a la legalidad y a la igualdad les parezca a la tropa de energúmenos que aún cree que Puigdemont es un héroe poco menos que chuminadas campestres. Para quienes no participen de esa idiocia, hay que decir que la concesión del tercer grado dependía de Instituciones Penitenciarias. ¿Y de quién dependen en Cataluña? Pues sí, del mismo Govern integrado por los conmilitones de los condenados. La decisión de la Justicia se ajusta a varios parámetros que, insistimos, se la traen al pairo a esos ultraderechistas. Veamos cuales son: no se ha cumplido el tiempo suficiente de condena para establecer ese régimen, no existe voluntad de arrepentimiento, no son de extracción social que indique que el tercer grado sería útil para reinsertarse socialmente, todos poseen oficio con el que ganarse la vida y podrían reinsertarse sin problemas. Nada de lo que contemplan estos permisos, que buscan que el interno adquiera confianza en sí mismo y que vea que puede ser útil a los demás y a él mismo, se da. Resumiendo, vienen todos forraditos de casa, con buenos colchones en los que caerse, y, además, mantienen la contumacia en el cansino Ho tornarem a fer. Pues mire, ha dicho la jueza, si lo que pretenden es volverlo a hacer, circulen hacia sus celdas y, ya si eso, cuando toque, saldrán a la calle y veremos qué pasa en Cádiz. Esto cumple con una regla que la dama de la balanza no debería olvidar jamás, a saber, evitar el agravio comparativo a la hora de administrar castigos y premios. Sería injusto que un preso que intenta rehacer su vida currándoselo, estudiando, aprendiendo un oficio, comportándose de manera ejemplar y manifestando que quiere emprender una nueva vida viera como a esta tropa de bien cenados les conceden por ser quienes son los privilegios que a él le han costado sudar sangre.
Es la igualdad entre ciudadanos, sin condicionantes, lo que demuestra que una sociedad es democrática y la nuestra, con todos los defectos que se quiera, lo es
La igualdad tampoco la entiendan los lazis, repito, porque el Estado de derecho no es para esta gente más que su estado y su derecho, y a los demás que nos vayan dando por traspuntín, por el zaguán o, dicho en metáfora hortícola, por donde amargan los pepinos. De modo que los presos van a verse otra vez en sus celdas, como marca la ley, esa ley que conculcaron como con las terribles leyes de transitoriedad a la república que incluían, entre otras lindezas, que al máximo órgano del poder judicial lo nombrase el gobierno de la republiquita.
Es la igualdad entre ciudadanos, sin condicionantes, lo que demuestra que una sociedad es democrática y la nuestra, con todos los defectos que se quiera, lo es. Pero como lo suyo, aunque intenten convencernos de lo contrario, no va de democracia sino de comisiones ilegales, de chanchullos, de autoritarismo, de racismo y de un soberano desprecio hacia quien no es de su secta, les imposibilita entender que está pasando. Volverán a salir a las calles a liarla, claro, y gritarán que esto es un abuso fascista, y los contenedores es posible que se incendien de nuevo a manos de los mercenarios del odio. Pero que en Lledoners hay unos pisitos turísticos la mar de monos que esperan con los brazos abiertos a sus ex inquilinos, también es verdad. Y que pasarán ahí las vacaciones de agosto, también. Cachis en la mar, Rahola, otro año que tendrás que ir a Waterloo para hacer tu paellita estival. Que aquello sí que es un piso turístico.