España sigue al desnudo frente al virus, pese a saber lo que se necesita para combatirlo porque desde marzo nos lo vienen diciendo virólogos, epidemiólogos, médicos, científicos y un sinfín de personalidades expertas en la materia a las que nuestros políticos hacen oídos sordos porque ahora ya el sistema sanitario no está al borde del colapso o colapsado como lo estuvo durante los meses de marzo, abril y mayo. Las mil muertes al día por coronavirus de abril y los meses de encierro en casa debían haber servido para prepararse. Pero no.
Pedro Sánchez ha decidido políticamente que cada autonomía ejerza sus competencias y, en definitiva, que se espabilen, así no le llueven críticas ni de los nacionalistas ni de nadie. Pero no estamos ante una amenaza política, estamos ante una amenaza de salud pública y una crisis en esta materia requiere una manera de actuar completamente diferente a la política que en este país ya ha demostrado que no entiende ni de unidad ni de lealtad. Esto va de salud no de territorios. No va de independencia sino de convivencia.
Es inadmisible que tengamos un 'plan Cero' frente a la pandemia y frente al inicio del curso escolar. O quizás tenemos 17
Superamos un drama, la mayoría de la población encerrada en su casa, otros dejándose la piel para salvar vidas en los hospitales y a día de hoy la situación sigue siendo compleja, mucho, pero es inadmisible que tengamos un 'plan Cero' frente a la pandemia y frente al inicio del curso escolar. O quizás tenemos 17 planes de las diferentes comunidades autónomas, a cuál mejor o peor, pero nada claro y la falta de claridad genera una incertidumbre social inadmisible.
Perder la pista al origen del mal
Necesitamos un único plan, no un caos. No sabemos cómo va a actuar el virus, pero sí sabemos ahora cómo luchar frente a él y hay medidas que no se están tomando o que llegan tarde y mal. No en vano, España está a la cola en gestión del virus, no en vano tenemos una incidencia acumulada del 173% que no la tiene ningún país del mundo. Quizás sería bueno que tanto el presidente como todos los que están al frente de las instituciones se preguntaran qué estamos haciendo mal y no acusaran al ciudadano de la propagación del virus porque se está moviendo, cuando la administración no ofrece las herramientas de control necesarias.
Ahora no cabe retórica política, cabe retórica científica, y cabe pedir a los diferentes Gobiernos que den un paso al lado y dejen paso a los expertos en la materia. Que los escuchen y les hagan caso. Falta tomar medidas. Si lo hubieran hecho, estaríamos mucho mejor, sin duda, y no peligraría el inicio del curso escolar, como ya está pasando, sencillamente por la elevada transmisión del virus y porque hace meses que le hemos vuelto a perder la pista.
Nos falta algo fundamental, que son los famosos rastreadores, y el anuncio del presidente de poner a disposición a dos mil militares para ello se queda demasiado corto no basta
Está claro que debemos convivir con la pandemia, pero no de esta manera. No al desnudo, no sin rastreadores, no sin pruebas PCR, no sin limitar los movimientos de manera muy localizada, no sin hacer controles en los aeropuertos de salida y de origen, no sin más profesores, no sin más espacios habilitados para proteger a los alumnos y a los docentes. A día de hoy nos falta algo fundamental que son los famosos rastreadores, y el anuncio del presidente de poner a disposición a dos mil militares para ello es totalmente escaso, se ha puesto en marcha una aplicación de rastreo española de la cual ninguna institución ha hecho la campaña necesaria para aplicarla, en los medios de transporte se incumplen diariamente los protocolos de seguridad, hay aglomeraciones de personas que se mueven ya sea para irse de vacaciones o para trabajar, sin control.
Frente a una crisis de salud pública, que nada tiene que ver con la política y con quién gobierne en cada autonomía o ayuntamiento, hace falta mando único, unidad política y protocolos consensuados. Conocemos cómo se mueve el virus desde enero, conocemos y hemos vivido cómo nos ha afectado y demasiado pronto celebrábamos el 21 de junio el fin del estado de alarma, necesario para establecer el confinamiento y frenar la propagación a velocidad feroz del virus. Pero se ha abusado políticamente de la confianza y la pequeña tregua que se esperaba en verano no ha existido. En Asturias han sabido gestionar y controlar el virus, algo tendrán que aprender desde Moncloa para liderar la batalla. Cuídense, con mascarilla siempre.
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